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Reportaje:

Un parque dedicado a la rosa

Sant Feliu de Llobregat crea un parque temático que exhibe 20.000 rosales

La localidad de Sant Feliu de Llobregat ha abierto al público un jardín de 1,7 hectáreas dedicado a la rosa. Como un parque temático, el Roserar Dot i Camprubí exhibe unas 400 variedades de esta flor, cada una identificada con su nombre y procedencia. El municipio, conocido como La Ciudad de las Rosas, quiere recuperar de así su tradición de cultivo en torno a esta flor.

El jardín, en la rambla de la Marquesa de Castellbell, acoge un total de 20.000 rosales. El proyecto, cuya materialización ha costado 900.000 euros, arrancó en 1998. El espacio se divide en diversos ámbitos. Uno se dedica a describir la flor desde el punto de vista botánico, cuáles existían en la Edad Media y qué especies se implantaron en Europa tras los grandes viajes a otros continentes. En otra zona se clasifican por su olor y características morfológicas. Otro espacio está dedicado a las mezclas logradas por los especialistas locales y el último por los internacionales. En su creación han participado diversas escuelas taller dedicadas a la formación ocupacional.

La relación entre esta flor y el municipio se inició con Pere Dot y se mantuvo a través de sus descendientes. Este santfeliuense recibió el reconocimiento internacional en la década de 1930 por lograr espectaculares mezclas de especies o hibridaciones, tal como se conoce en el lenguaje especializado. Dot realizó en 1928 una pequeña exposición en Sant Feliu con 12 de sus ejemplares de laboratorio. A partir de entonces, la población acogió cada año una exposición de rosas que se mantiene en la actualidad y que recibe a miles de visitantes. Hace 50 años el régimen franquista le concedió la calificación de Exposición Nacional.

Durante unos días, coincidiendo con la primavera, se abre al público esta gran muestra de la extensa variedad de especies, así como un pequeño mercado donde se pueden comprar las flores. "El Roserar es la forma tener un espacio dedicado a la rosa durante todo el año", explica el alcalde en funciones, el socialista Juan Antonio Vázquez, que añade que, la flor, "aunque ya no se cultiva, permanece como un símbolo de Sant Feliu".

Además de la familia Dot, otros pequeños aficionados locales realizaron sus creaciones. La producción a mayor escala llegó en las décadas de 1960 y 1970. El marqués de Monistrol dedicó las fincas que tenía en Torreblanca -entre Sant Feliu y Sant Joan Despí- al cultivo de la flor para su venta al mercado, así como de rosales para los jardines. Por aquel entonces, pese a tratarse de una producción industrial, no había invernaderos, sino que el cultivo se realizaba en campos. También la familia Camprubí, de Sant Joan Despí, se dedicaba a la producción de rosas.

Queda poco rastro de las personas que en su día iniciaron en Sant Feliu el cultivo de la rosa. Algunos de los descendientes de la familia Dot se trasladaron a Vilafranca del Penedès, donde tras un intento pusieron fin a la producción de la flor. Otros mantienen un invernadero en Cervelló. Uno de los descendientes de Cebrià Camprubí que continuaba muy vinculado a la Exposición Nacional de Sant Feliu falleció a principios de año.

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