Josep Maria Puig Salellas, más que un notario
Josep Maria Puig Salellas, que falleció la noche del 26, fue mucho más que un gran notario y un jurista sabio e ilustre. Fue un representante arquetípico de la llamada sociedad civil catalana: formado a sí mismo, inteligente, con criterio propio y siempre independiente, fue un personaje comprometido con su profesión y con nuestro país y sus instituciones.
Nacido en 1924 en el Empordà, hijo de un catedrático de Instituto y de una pubilla de Cruïlles, notario de Ponts en 1953 y luego de Tarragona y de Barcelona, se enorgullecía de haberlo sido siempre en territorio catalán. Fue decano del Colegio de Cataluña en los años decisivos de 1976 a 1980, cargo desde el que tuvo ocasión de intervenir en la redacción inicial de aspectos puntuales del Estatut de 1979, (también lo haría en la del de 2006) y desde el que contribuyó a adaptar las estructuras de su profesión a una realidad nueva, sin olvidar nunca la trascendencia de la documentación notarial para el estudio del Derecho y de la historia social. Precisamente a este cometido destinaba sus esfuerzos, desde hacía más de 20 años, en la Fundació Noguera, instituida por su mentor Raimon de Noguera i de Guzmán, notario ilustre amigo de Picasso de la que Puig fue primero secretario y luego presidente.
Conocedor en profundidad del Derecho de Cataluña y defensor de su expansión normativa, dejó su impronta en las modificaciones de las leyes civiles catalanas operadas entre 1984 y 2002, en especial en las relacionadas con la familia y las sucesiones, materia sobre la cual publicó un buen número de estudios. Convencido del papel crucial de la Universidad en la construcción de una sociedad avanzada, en 1988 fue nombrado primer presidente del Consell Social de la Universidad de Barcelona, cargo que ejerció con rigor e ilusión hasta 1999.
Ha sido miembro del Institut d'Estudis Catalans, de cuya sección de Filosofia i Ciències Socials fue presidente; de la Academia de Legislació i Jurisprudencia de Catalunya y de la de Ciències Econòmiques i Financeres, así como de la Comissió Jurídica Assessora (el Consejo de Estado de la Generalitat) y del Consell Social de la Llengua Catalana. Entre 1985 y 1986 presidió un área de Derecho y Lengua en el II Congrés Internacional de la Llengua Catalana, en el que elaboró e impulsó una teoría jurídica sobre la doble oficialidad lingüística, sentando las bases de un Derecho Lingüístico que han sido de enorme utilidad donde quiera que debe de tratarse jurídicamente el uso de una o más lenguas, hoy por hoy donde se da una lengua con menos de 50 millones de hablantes que tienen algún poder político.
Jamás dimitió de pensar de manera crítica y de opinar libremente. Se expresó en la tertulia, para la que estaba bien dotado, y por escrito, a través de la prensa de Barcelona. En 2003 publicó un ensayo político, Catalunya: la penúltima cruïlla, en el que defendía tesis claramente soberanistas que van mucho más allá de lo que va nuestro nuevo Estatuto al que, sin embargo, respetaba profundamente y animaba a desarrollar con ahínco porque, decía, la realidad no hay quien la pare.
Porque la realidad no hay quien la pare nos ha dejado, en plena lucidez, a los 83 años y con un ejemplo y un legado intelectual sólido y compacto.
Lluís Jou es vicedecano del Col·legi de Notaris de Catalunya.
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