Sexo, urnas y matrimonio
La ley electoral declara el día de hoy, sábado, festividad de san Felipe Neri según el obispo de Getafe, y, por tanto, jornada en la que la propaganda electoral es una falta o quién sabe si incluso un delito. Es, pues, un día en el que hay que ponderar las virtudes y vicios de los candidatos. ELPAIS.com planteaba ayer a los lectores una pregunta: ¿a qué piensa dedicar la jornada de reflexión?: a. a reflexionar; b. a olvidarme de la campaña electoral; c. a poner la ropa a secar tras las inundaciones. Vote hasta las 18.00 de hoy, viernes. Descarté la respuesta c. -a poner la ropa a secar...- dado que ya se me ha secado la gabardina calada por la lluvia del jueves pasado, un leve accidente causado por una tromba de agua. Diez minutos antes de escribir ayer estas líneas vi en el programa Por la mañana, de TVE-1, los terroríficos destrozos causados por las lluvias y la ruina total de docenas de labradores de la provincia de Ciudad Real. Pero lamento no poder hablar tampoco de este tema porque aquí tengo que ceñirme a hablar sólo de las elecciones municipales y autonómicas de la Comunidad de Madrid. Tampoco puedo gastar ninguna broma diciendo que si las lluvias hubieran descargado sobre las hipotéticas fincas de los concejales de Soto del Real podría hablar del tema: la tragedia de varias provincias, incluida la de Madrid, obliga a un respeto total y a aparcar las bromillas para otra reencarnación.
También descarto la respuesta b. -olvidarme de la campaña electoral- porque llevando tatuada en mi sangre la idea de que las musas son hijas de Mnemósine, la Memoria, nunca me apunto al olvido. Opto, pues, por la respuesta a.: elijo la opción de reflexionar, que suena a hacer gimnasia. ¿Hay algo más recomendable que hacer gimnasia después de dos, cuatro o quizá ya 12 semanas -como los 12 apóstoles del Apocalipsis- de campaña electoral? La gimnasia es siempre buena en cantidades industriales, en cantidades moderadas e incluso en cantidades nulas, la cantidad de gimnasia más recomendada por el madrileño Juan Benet. Y hechas las pertinentes flexiones -e incluso genuflexiones porque es también muy recomendable activar la circulación sanguínea de las rodillas-, consulto en el Diccionario de la Academia la voz reflexionar -un verbo que significa considerar nueva o detenidamente una cosa- y le doy unas vueltas al tema de las elecciones.
¿Hay que votar?, ¿es una pesadez votar?, ¿la democracia es un sistema corrupto que hay que abolir a tiros?, me pregunto mientras, por escrúpulo político en jornada de reflexión, renuncio a escuchar y contar ahora aquí que he escuchado un chotis, un género musical que no todos los partidos reivindican con el mismo entusiasmo y que, por tanto, se podría tomar como publicidad encubierta de los partidos aficionados a bailar este ritmo en una baldosa. Elijo, pues, un disco neutral: Boccherini, Cello sonatas, editado por el Instituto Cervantes. Oigo unos compases de la sonata in C major, G 74 -una música asumible por cualquiera de los partidos en liza- y las melodías que vuelan de los cellos de los fantásticos Joseph Bassal y de Wolgang Lehner me llevan en volandas alcalaínas a aquel día ya un poco lejano en que Yavhéé dijo en las afueras de Aranjuez, la patria de las fresas: hágase la luz: y las tinieblas se fueron "a tomar por el culo", como le oí decir literalmente en un mitin a un político muy famoso cuyo nombre podría escribir -y escribiría- cualquiera de los 364 días restantes del año, salvo hoy, por la razón de la sinrazón cervantina.
Oí la mencionada sonata de Boccherini y en mi cerebro resonó este salmo: acuérdate, israelita de Colmenar, de los días de luto en que en España no se votaba. Vota, hijo de El Escorial, vota, hija de San Martín de Valdeiglesias. Piensa en tu matrimonio: ¿aquel fulgor inicial del sexo sigue después de 30 años? Pero acuérdate de Unamuno: él dijo aquello de que el tiempo arruina la excitación sexual en el matrimonio. Pero, ¿qué ocurriría si a uno de los cónyuges le amputaran esa pierna cuyo roce no incendia la ingle? Sólo a un bellaco no le dolería esa amputación como si fuera la amputación de su propia pierna. Hoy puede parecer que votar es un acto soporífero. Pero, ¿recuerdas el nivel de sopor que se padeció en España en aquellos días negros en que no se elegía ni siquiera el tipo de pan que comprabas en las ferreterías? Porque no hay que olvidar que el pan se compraba en las ferreterías o en las alpargaterías.
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