Avdalovic fusila al Madrid

Fue una jugada de pura sangre fría. El reloj volaba, el Pamesa perdía por un punto y la pelota botaba nerviosa en las manos de Avdalovic. Pero el base era el más tranquilo de todos en un pabellón lleno de histéricos. Se levantó, estiró los brazos y clavó un triple que dio la victoria al Pamesa e igualó la serie de cuartos.

Avdalovic se llevó la gloria final, pero el triunfador fue otro. Se llama Víctor Claver, tiene 18 años, mide 2,05 y es la gran sorpresa de la eliminatoria. El Pamesa lo ha escondido durante casi toda la fase regular como si fuera su arma secreta y no quisiera mostrarla a los rivales. El chico desarboló al Madrid con 18 puntos y unos movimientos ofensivos que recuerdan al Gasol que deslumbró en sus inicios.

El Madrid llegó concentrado y se marchó enfadado por tirar a la basura su ventaja. Más que nadie Reyes. Los árbitros le señalaron una técnica en el segundo cuarto y Plaza le castigó con el banquillo el resto del partido. Según explicó luego, "por una decisión técnica que quería mantener hasta el final". Asustado después de ver el abismo de la derrota bajo sus pies en el primer partido, el Madrid saltó con el entrecejo apretado y los ojos puestos sobre Avdalovic. Al base se sumó un renacido Miralles, un imán para los rebotes (11).

Por mucho que haya andado entre tinieblas, el Pamesa se merecía un respeto y el Madrid estuvo a punto de perdérselo hace un par de días. Si ganó aquel encuentro fue porque Hervelle bajó una mano del cielo para taponar a Garcés. Esta vez el Madrid se aplicó mucho más. Y también el Pamesa, que no concedió ventaja alguna. Salía humo de las zapatillas de Avdalovic, empeñado en una guerra de correcaminos contra Bullock. El jugador del Madrid apareció por todas partes. Para anotar -y ahí le acompañó puntual Smith, ambos con 16 puntos- y para asistir dentro de la zona. El Pamesa se sintió vulnerable ante el base del Madrid y el conjunto de Plaza marchó con una cabeza por delante. Aunque las diferencias fueran mínimas, siempre con el rival pegado al cogote.

El Pamesa se aplicó para arañar cada canasta. El ánimo de la grada lo levantó Claver, que le enseñó a Garcés cómo machacar el aro: con fuerza y hacia abajo. El panameño tiene un corpachón, pero por alguna razón misteriosa no lo sabe utilizar: Hervelle volvió a taponarle. El belga quiso después repetir la chulería contra Claver. Pero se quedó mirando el vuelo. El Pamesa había reaccionado, recortaba la distancia paso a paso y golpeaba al Madrid, mucho más frío, más metódico. Demasiado quizás. Y encima sin Reyes.