_
_
_
_
Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Rotación del turquesa

Veo un bastón de junco y por mi mente asoma un canto sutil que trae el color azul y, entre los azules, el de la turquesa. Éste domina en los códices mayas y aztecas o en un cráneo que representa a Tezcatlipoca, recubierto de esa piedra y de obsidiana, con fieros ojos de pirita incrustados que parecen ver en tantas dimensiones que nos escapan. Así nos huye y deslumbra también la voz de los poetas de la Casa del Canto, tan admirablemente estudiada por Miguel Ángel Asturias.

Azul, pues, para Tezcatlipoca y para el dios de la lluvia, Tláloc -Chaquetín de rocío, / collar de jade, / manto de imanes terrestres-, y para su compañero Huitztilopochtli, dios de la guerra, que aparece en el Codex Zouche-Nuttal sobre fondo arenoso, rodeado de signos azules: puntos, rayas, hachas, flores; porque él -colibrí a la izquierda, / penacho de quetzales. / Orejeras de pájaro azul, / soplo de sangre en la frente- está siempre rozando el tránsito al reino celeste. Y también de azul pintaban a aquellos a los que el cuchillo de obsidiana arrancaría el corazón... Brota la sangre. Sangre.

En el mundo andino, el maíz es recogido por un picaflor y tres mujeres y bien atado

Y saltamos del azul al rojo. El rey español corta la cabeza a la felicidad y la cabeza no muere, no es perezosa ni tiene rabia. Se dispone a subir las escaleras de sangre del ostentoso edificio. A la izquierda, la cabeza y el cuerpo sin cabeza. La página dice: arca del libro de la ley. A la derecha el cóndor -lengua de sangre o llama o flor que se une a su boca

...-. Mas Bernal Díaz del Castillo se lamentaba: "¡Qué granizo de piedra de los honderos! Pues flechas, todo el suelo hecho parva de varas, todas de a dos gajos que pasan cualquier arma y las entrañas, adonde no hay defensa, y los de espada y rodela, y de otras mayores que espadas como montantes y lanzas, ¡qué priesa nos daban y con qué braveza se juntaban con nosotros, y con qué grandísimos gritos y alaridos!".

Todavía hoy los indios buscan el modo de conservar su identidad. Reunidos de toda Hispanoamérica el año 1992 en Madrid se saludaron con el saludo quechua de los Andes: "Ama Shua, Ama Kella, Ama Llulla": "No robes, no mates, no seas perezoso". Y se contestaron "Kampa sunallata": "Tú también haz lo mismo". "Nuestro continente", dijeron "tiene su propio nombre, se llama Abya Yala, que significa, en idioma kuna, tierra en permanente juventud. Tenemos también nuestra bandera, la wipala, con los colores del arco iris, en cuadrados todos iguales, símbolo de la igualdad". Y recordaron el saludo maya: "Tú eres mi otro yo, si te hago daño, me hago daño". ¿Qué se hizo de las bibliotecas de los Andes -se preguntaban-, de lo escrito en los kipus con hilos de colores y nudos, y en los kerka, los textos recogidos en cortezas de árboles? Excepto a Garcilaso de la Vega el Inca mataron a todo el que conocía la historia. ¿Cuándo se respetará la independencia y la unión del hombre y la naturaleza, su relación con la selva?

Entremos, pues, en el verde. Hay que penetrar en la savia de las plantas, perforar el jade, conocer el corazón esmeralda de la tierna mata de maíz a la que amenaza el desollado bebedor de la noche -petirrojo a la izquierda, rueda a la derecha, que todo da vueltas

...-. Verde es el volcán Tepaca, verde el pez, verdes los penachos de los "aluxes" que apartan los malos vientos, verde el tigre que vigila, verde la serpiente que se traga a otra serpiente y acaso también la culebra de las nubes, que procede de las Siete Cuevas. Y amamos el verde porque En yerba de primavera venimos a convertirnos: / llegan a reverdecer, llegan a abrir sus corolas nuestros corazones, / es una flor nuestro cuerpo: da algunas flores y se seca. Lo sabemos: muere.

El negro aparece insistentemente en el Codex Fejérváry-Mayer: tres o cuatro puntos horizontales, tres o cuatro rayas horizontales, un punto o dos o tres, separados por una raya vertical; un punto, una raya, un punto, una raya... Según su posición en el espacio de escritura, tendrán el valor de una cifra u otra, así suman o restan los mayas, que como los hindúes inventan el cero, y ellos lo expresan con una concha vacía que indica la ausencia. Ellos, los del antiguo México, cuentan con las dos manos y los dos pies, por eso su sistema no se basa en el diez sino en el veinte. Tienen dos calendarios, uno solar, el haab, de 365 días para el uso cotidiano, y otro sagrado, el tzolkín, de 260 días.

Puntos negros, rayas negras, huellas negras. La piedra del sol -el calendario azteca- gira alrededor del dios del sol, Tonatiuh. También las direcciones del espacio se establecen en torno a él: cañas hacia Oriente, casas hacia Occidente, conejos hacia el Sur, pedernales hacia el Norte. El Norte es tenebroso, como Tezcatlipoca -espejo que ahúma-, el guerrero de la casa del sur, dios del sol que entra en la tierra y por ello nos deja en la oscuridad.

Pero desde ese centro terrestre y de esa noche nace el oro -conejo a la derecha, zorro a la izquierda-. En el mundo andino, el maíz es recogido por un picaflor y tres mujeres y bien atado. Campanilla amarilla para la magia benéfica, alimento amarillo para los que tienen hambre. Alimento de oro. Diez barras de oro. Oro de un peine y un cuenco y una muchacha de agua. Y todo es de oro en el agua. Todo es de oro en el sol, corona de la tierra, y en cada uno de los soles: el primero 4 tigre, el segundo 4 viento, el tercero 4 lluvia, el cuarto 4 agua, el quinto 4 movimiento. Llega la rosa con la sonaja de espejo, llega la Cinco-flor que toca todos los instrumentos, llegan las Bellezas del Día.

¿Cuíx oc nélli nemóhua óa ín tlaltícpac?, se pregunta el poeta nahuatl, es decir: ¿Es que en verdad se vive aquí en la Tierra? Con frecuencia me pregunto dónde vivo. Todo esto acude a mi mente por un bastón de junco, un palo de lluvia, y un libro que se llama El universo está en la Noche, donde entre imágenes de códices antiguos seleccionados por Isabel Rodríguez Cachera serpentean textos de Juan Carlos Mestre. ¡Esos dibujos que representan el mundo y su interpretación aún no descifrada! ¿Dónde vivo, y cómo? ¿Dispuesta ya para el azul turquesa?

FERNANDO VICENTE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_