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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El color de la luz

La exposición titulada Neoimpresionismo es, sin duda, uno de los acontecimientos importantes de la temporada en Madrid. Lo es por la calidad de las obras que se exhiben y por ser la primera vez que se presenta en España una exposición sobre los pintores que utilizaron la técnica del "divisionismo" o "puntillismo" analizando, además, sus consecuencias en el desarrollo de la modernidad. Hay que hacer notar que se pueden ver seis obras de Georges Seurat, así como piezas de artistas escasamente conocidos en España, como Henri-Edmond Cross, Théo van Rysselberghe o Jan Toorop. Precisamente esta tendencia reduccionista hace particularmente atractiva la lectura que propone el comisario, Serge Lemoine, de buscar otros caminos para explicar la eclosión de las vanguardias desde una técnica pictórica muy característica, como es el "puntillismo", sin embargo, es en el rastreo de esos caminos donde se detecta el punto débil de esta exposición.

La inquietud por los avances del conocimiento científico se encuentra en la base de las especulaciones plásticas de Seurat y Signac sobre la naturaleza de la luz y el color así como de Picasso y Braque sobre el espacio. El interés por los experimentos sobre óptica fisiológica del físico alemán Hermann von Helmholtz y por las diferentes teorías sobre los colores, que interesaron desde Newton y Goethe a Ogden Rood, trajo como consecuencia, a finales del siglo XIX, una particular forma de pintar que consistía en aplicar sobre el lienzo los colores puros con la punta del pincel (de ahí el término puntillismo) sin realizar mezclas previas en la paleta. De esta manera el ojo ve una superficie jaspeada y vibrante de puntos cromáticos que se mezclan en la retina del espectador. Esta técnica se completa con la desaparición de la línea que separa los contornos de las figuras.

El calificativo neoimpresionista fue aplicado por el crítico Félix Fénéon para referirse a las obras puntillistas que se presentaron en el Salón de 1886, en un momento en el que el impresionismo se había hecho popular, sin embargo, el término ha resultado muy desafortunado ya que mientras que el impresionismo es intuitivo y espontáneo, la técnica puntillista es reflexiva y reclama una ejecución lenta y minuciosa, lo que obliga a una preparación que sofoca la viveza de las figuras. Utilizar ahora el término neoimpresionismo responde a la pretensión de presentar como movimiento artístico lo que es sólo una técnica. Como movimiento el neoimpresionismo fue breve, como la vida de Seurat, sin embargo este particular procedimiento pictórico atrajo la atención de artistas de muy diferentes tendencias, como simbolistas, fauvistas, expresionistas, cubistas, futuristas y abstractos, tal como lo demuestran los cuadros de Heckel, Schmidt-Rottluff, Picasso, Gris, Russolo, Severini, Kandinsky, Paul Klee o Dalí que aquí se exhiben a título de inventario, aunque se hecha en falta la presencia de algunos de los grandes practicantes de esta técnica, aquellos que la hicieron realmente interesante, como Matisse, Derain, Malevich y, particularmente, Mondrian pintando el movimiento del mar. Tampoco me parece afortunada la búsqueda de una continuidad actual de puntillismo en la figura, anacrónica y aislada, de Bridget Riley, con la que acaba el discurso de esta exposición que, por otra parte, está muy bien trabado en los textos del catálogo.

'Joven sentada' (1892), de Hippolyte Petitjean.
'Joven sentada' (1892), de Hippolyte Petitjean.

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