La peligrosa tontería
Un día de julio del año 2003, un joven conducía su vehículo a 160 kilómetros por hora por una carretera entre Florencia y Pisa sobrepasando en casi el doble el límite de velocidad establecido. Ser el "hijo de" no le sirvió para librarse del pago de una multa de 530 euros ni tampoco de la retirada del carné de conducir.
La dirección general de tráfico no pudo conducir por él para evitar la infracción, como tampoco puede hacerlo por todos aquellos que diariamente, al exceder la velocidad permitida o conducir bajo los efectos de las drogas o el alcohol, ponen en peligro sus vidas y las de todos aquellos que se cruzan en su camino.
Un día de mayo de 2007, el padre de aquel joven sobrepasó los límites de la inteligencia y la responsabilidad al realizar unas declaraciones que bien podrían calificarse de "tontería", esa que es "infinitamente más fascinante que la inteligencia", pues ésta tiene sus límites pero aquélla no. La fascinante "tontería" se antoja peligrosa cuando tras ella se encuentran medallas que premian apoyos para guerrear o nublan raciocinios que aplauden el consumo de alcohol o el exceso de velocidad unidos a la conducción de vehículos mientras, eso sí, no hagan daño a nadie.
Cuántos habrán visto cambiar sus vidas o la habrán perdido por encontrarse, en el camino de la vida, con tontos de semejante calibre.