El auténtico debut de Miguel Sebastián
El auténtico debut de Miguel Sebastián, antiguo director de la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, como político se produjo ayer en el debate organizado por la televisión autonómica con los tres candidatos a la alcaldía de Madrid. Sebastián buscó el mano a mano, el enfrentamiento directo, con Alberto Ruiz-Gallardón, y el actual alcalde aceptó el envite. Los dos se comportaron prácticamente como si no existiera el tercero en discordia, Ángel Pérez, de Izquierda Unida, y concentraron todos sus esfuerzos en acosarse mutuamente.
En algún momento dio la impresión de que el debate podía derivar en una bronca sobre cuestiones ajenas a las municipales, especialmente sobre el enfrentamiento en la Comisión Nacional del Mercado del Valores (CNMV), que salpica a Sebastián. Pero finalmente ése no fue el centro del debate y el enfrentamiento, en ocasiones muy duro, se mantuvo en unos términos más lógicos entre candidatos a la alcaldía. No faltaron, eso sí, alusiones encubiertas por parte de Gallardón ("usted siga dedicado a sus opas") y defensas, también algo camufladas, del candidato socialista ("parece mentira que usted que sufre los ataques de la misma emisora que yo dé pábulo a semejantes infundios").
Sebastián, que era la novedad, demostró rápidamente que procede del mundo económico, con una serie de intervenciones apoyadas con gráficos y datos numéricos, destinados a denunciar el enorme endeudamiento de la ciudad. Su mejor ataque se centró en la repetida idea de que Ruiz-Gallardón "no hace lo que ha anunciado y oculta lo que hace", una fórmula que pareció irritar realmente al candidato del PP.
En algunos momentos pareció que los papeles estaban cambiados porque el candidato popular reprochó repetidamente al socialista que procediera del mundo de la banca (fue director de estudios del BBVA) y que hubiera trabajado en Estados Unidos, mientras que el candidato socialista se quejaba de los aumentos de impuestos aprobados por los populares y prometía rebajas considerables, si llegaba al ayuntamiento, para evidente sorpresa y disgusto del candidato de IU.
Sebastián, que partió como candidato del PSOE en condiciones de inferioridad, sobre todo por su inesperada designación tras la negativa de José Bono a presentarse a la alcaldía, se esforzó especialmente en combatir la imagen de frío técnico que le persigue, con constantes alusiones a ciudadanos, con nombres y apellidos, que le habían contado sus problemas. Su objetivo parecía ser demostrar que su conocimiento de la ciudad no depende de horas de estudio sino de horas de conversaciones.
Gallardón se afanó precisamente en lo contrario: barrenó todo lo que pudo en esa imagen preestablecida de Sebastián y dio la impresión de tomarse muy en serio la batalla. Incluso llegó a tacharle de "vanidoso". Lo más llamativo, sin embargo, fue el hecho de que se dirigiera continuamente a Sebastián como el representante del Gobierno central. Su mejor línea de defensa la colocó en la reivindicación de las obras de enterramiento de la M-30 (antigua vía de circunvalación) y sobre todo en la ampliación de la red de metro y transporte público que Gallardón presenta tradicionalmente como la joya de su gestión.
Los dos, alcalde y candidato, demostraron haber preparado el debate al dedillo (llevaban todo tipo de gráficos, estadísticas y recibos para demostrar sus afirmaciones) pero también estar mucho más preocupados por contrarrestar a su oponente que por presentar nuevas propuestas, escasas a lo largo de todo el programa y reservadas para los dos minutos finales.
En términos generales, el debate resultó algo escaso. Cinco minutos para cada candidato en cada uno de los cuatro bloques en que se dividió el programa es poco tiempo para criticar las ideas ajenas y argumentar las propias. Sobre todo para argumentar las propias, algo a lo que Ruiz-Gallardón y Sebastián dedicaron mucho menos tiempo que a acosar a su oponente.
Curiosamente fue el candidato de Izquierda Unida, Ángel Pérez, quien encontró el mejor argumento contra Gallardón: "Ha convertido usted a Madrid en la ciudad del colapso" (económico y personal). Pérez se quejó también de que el alcalde le considerara como un mero apéndice de Sebastián ("Yo no soy el guardián de mi hermano").
El programa demostró una vez más la eficacia de los debates televisados como mecanismos de campaña electoral. Las municipales y autonómicas de mayo están dejando claro que sería inconcebible acudir a las generales de 2008 sin la obligación de los principales candidatos de enfrentarse ante las cámaras.
Y la mejor noticia fue que ninguno de los tres candidatos a alcalde de Madrid habló ni de Irak ni del País Vasco.
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