No estamos preparados
Hace poco nos preguntábamos con mucha seriedad si había arte en la violencia de género. Lo hacíamos a propósito de un anuncio de ropa en el que un individuo con el torso desnudo y unas gafas de sol horteras sometía físicamente a una chica muy arreglada que intentaba zafarse de la presión del macho. Tres colegas del violador, cada uno más chulo que el otro, hacían cola para lanzarse sobre la mujer cuando el cabecilla de la banda se hubiera descargado. La discusión sobre si aquello era arte o estereotipo subió de tono y obligó a los anunciantes a retirar el anuncio, no sin tacharnos antes de paletos, por lo que algunos modernos aventuraron que quizá nos estábamos quedando atrás en cuestiones de comunicación publicitaria.
Lo cierto es que mientras teníamos esta discusión teórica, otro hortera, esta vez en la vida real, rociaba a su mujer con gasolina y le prendía fuego.
-Cuidado, Millás, que está usted a punto de confundir la realidad con la ficción. O habla de una cosa o habla de la otra, pero no las mezcle porque confunde al personal.
-¿Y lo del estereotipo?
-El estereotipo está en su cabeza porque es usted un enfermo. Al criticar la foto está intentando que no nos demos cuenta que el violador de la imagen es usted.
-Pero si yo soy un señor mayor y ese chico tiene 20 años.
-En la realidad, sí, pero quién sabe cómo se ve usted a sí mismo en su imaginación cuando viola.
-Jamás violaría con unas gafas como esas.
-Aquí no estamos hablando de gafas, sino de la insoportable presión del pensamiento políticamente correcto sobre la creatividad.
-Créame que no hablo de este asunto bajo la influencia de la corrección política, sino de la estadística.
-Borges nos prevenía sobre el abuso de la estadística
-No abusaré de ella. Mire, más de doscientas mujeres han muerto violentamente a manos de sus parejas en los últimos cuatro años, entre ellas la de la foto.
-¿De qué foto me habla ahora?
-De la que encabeza este texto, donde aparece esa chica vestida de blanco con un tipo abrazándola por detrás.
-Ya veo, esa foto costumbrista. ¿Qué le pasó al chico?
-Al chico nada, pero ella estuvo un año en el hospital, con el cuerpo abrasado, porque su marido la roció con un líquido inflamable y luego la prendió fuego. Murió a los 26, dejando huérfanos a dos niños.
-El costumbrismo no conduce a nada bueno. Pero ya me dirá usted qué tiene que ver esa foto horrible con la del anuncio vanguardista de Dolce & Gabbana.
-No, yo sólo me preguntaba si el anuncio no contribuiría, con perdón, a la perpetuación del estereotipo.
-No compare usted una foto con otra, por favor. Además, por ese camino podemos llegar a la conclusión de que El rapto de Europa, de Tiziano, es una apología del secuestro.
-Lleva usted razón. ¿Y qué paso con la chica del anuncio?
-La violaron los cuatro amigos, uno detrás de otro pero créame que parecía un ballet. Aquí es que no estamos preparados.
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