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Reportaje:

El oro negro que viene

Occidente contempla Kazajistán y el Caspio como una alternativa a la dependencia energética de Rusia

Pilar Bonet

Los esfuerzos de la Unión Europea y Estados Unidos por diversificar sus importaciones de gas y petróleo y la búsqueda de proveedores alternativos a Rusia han convertido el acceso a los yacimientos del Caspio y las reservas de combustible de los países centroasiáticos ribereños en un objetivo estratégico de Occidente. Al proyectar nuevas rutas al margen de Moscú, Bruselas, Washington y las multinacionales del petróleo, apuestan hoy sobre todo por Kazajistán. Este país, que combina recursos naturales abundantes y estabilidad política, puede considerarse líder de una región cuyos pesos pesados en materia de hidrocarburos (Irán, Turkmenistán y Uzbekistán) resultan hoy mucho más imprevisibles. En 2006, Kazajistán produjo 65 millones de toneladas de crudo y condensado y más de 25.000 millones de metros cúbicos de gas.

La Unión Europea ha planteado a Kazajistán la posibilidad de producir gas licuado y se ha ofrecido a financiar un estudio de viabilidad
En el Consorcio del Oleoducto del Caspio participan Chevron, Mobil, Agip, Lukoil, Rosneft y otras empresas que trabajan en la zona
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Kazajistán exportó 54,6 millones de toneladas de crudo, mayoritariamente por territorio de Rusia, y 8.000 millones de metros cúbicos de gas, estos últimos por los gasoductos del monopolio ruso Gazprom. Pero la producción de hidrocarburos de Kazajistán irá en alza en los próximos años. A los yacimientos de Tenguiz y Karachaganak, en explotación al noreste y norte del Caspio, respectivamente, se le unirán Kachagán, situado mar adentro, y otros. Kazajistán planea producir 100 millones de toneladas de crudo en 2010 y llegar a 120 millones en 2015. Para 2012 quiere aumentar su producción de gas hasta 80.000 millones de metros cúbicos.

Con algo más de 15 millones de habitantes y un territorio equivalente a cinco veces España, Kazajistán necesita nuevas rutas exportadoras para rentabilizar sus hidrocarburos. Astaná estudia todas las combinaciones posibles sin desdeñar ninguna. En su propio territorio, amplía (de 54.800 millones a 60.000 millones de metros cúbicos anuales) la capacidad del gasoducto Asia Central-Centro, el sistema tutelado por Gazprom por el cual transita hacia Rusia el combustible procedente de Uzbekistán y Turkmenistán.

Por el norte, Kazajistán presiona a Rusia para que autorice ampliar los oleoductos en dirección a los puertos del mar Negro y Báltico. Por el este, Kazajistán inauguró en 2005 un oleoducto desde Atasú a Alashankou, en la frontera con China, que debe llegar a transportar 20 millones de toneladas de crudo anuales, y está construyendo los tramos que faltan para conectar directamente los productores del Caspio con el ávido vecino oriental. Astaná estudia además la construcción de un gasoducto hacia China conjuntamente con la Compañía Nacional de Petróleo de aquel país, pero no ha decidido aún por dónde pasará. Altos funcionarios kazajos abrigan la esperanza de que Turkmenistán se incorpore al proyecto.

Infraestructuras

En dirección a Occidente y desde 2006, la flota petrolera de Kazajistán (Kazmortransflot) transporta crudo desde el puerto de Aktau hasta la costa azerbaiyana del Caspio para verterlo allí en el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan, que une las explotaciones petroleras azerbaiyanas con la costa turca del Mediterráneo. Esta flota consta hoy de tres buques cisterna, pero esto es sólo el principio, porque Kazajistán realiza cuantiosas obras de infraestructura que en la próxima década reforzarán su papel de principal suministrador de Bakú-Tbilisi-Ceyhan. Por este oleoducto circularán 50 millones de toneladas anuales, de las cuales 30 millones serán de Kazajistán. El sistema de tres eslabones (buques cisterna por el Caspio, oleoducto hasta el Mediterráneo y de nuevo buques cisterna) para sacar el crudo kazajo a Occidente es costoso y complicado, pero Astaná asegura oficialmente que no construirá en el futuro próximo un oleoducto submarino por el Caspio, pese a las presiones de Occidente.

Norteamericanos y europeos han tratado también de influir para que Kazajistán impulse la construcción de un gasoducto submarino por el Caspio. El tema ha sido planteado reiteradamente tanto por el comisario de Energía de la UE, Andris Pibalgs, como por los responsables energéticos de la Administración norteamericana, según el ministro de Energía y Recursos Minerales, Baktikozh Izmujambétov. Para este funcionario kazajo, el gasoducto requiere "largos debates" y, además de los aspectos técnicos y económicos, hay que solucionar "el problema principal", a saber, el consentimiento de Rusia e Irán.

Los responsables políticos de Kazajistán han afirmado que el gasoducto no puede construirse mientras no se logre un acuerdo entre todos los países ribereños sobre el estatus del Caspio. Sin embargo, Zhaksyibek Kulekéiev, primer vicepresidente de Kazmunaigaz, la compañía nacional de hidrocarburos, afirma que "tal vez" sea posible construirlo pese a ese problema internacional. "Para ello", afirma, "hay que encontrar una solución que convierta a Rusia en socio y no en competidor". Según Kulekéiev, Kazmunaigaz "estudia la posibilidad" de tender el gasoducto para conectarlo al que une Bakú con la localidad turca de Erzurum, pero antes debe determinar si será competitivo en relación con la Corriente Azul, otro gasoducto que abastece a Turquía de combustible ruso por el fondo del mar Negro. En cualquier caso, en Turquía podría acoplarse en perspectiva al proyecto Nabucco, que reúne a seis socios (Turquía, Rumania, Bulgaria, Hungría, Austria y Francia) con el fin de transportar gas del Caspio hacia Occidente.

Además del gasoducto por el Caspio, la UE ha planteado a Kazajistán la posibilidad de producir gas licuado y se ha ofrecido a financiar un estudio de viabilidad sobre el tema. En la Administración de Kazajistán hay división de opiniones. El presidente Nursultán Nazarbáyev está personalmente interesado y ha visitado las instalaciones de licuefacción de Qatar. El ministro de Energía es más reservado y opina que el gas licuado "puede resultar caro" dado el corto tramo al que puede ser transportado por vía marítima. El primer vicepresidente de Kazmunaigaz, Kulekéiev, afirma que el gas licuado "no es en absoluto competitivo" para Kazajistán. Dos son las rutas petroleras que unen a Kazajistán con Rusia. La primera es el oleoducto Atirau-Samara, de 697 kilómetros, una herencia de la época soviética que transporta crudo de los campos del norte del Caspio hacia las terminales rusas del mar Negro y del Báltico, y de allí, a Europa. Este oleoducto tiene una capacidad de 15 millones de toneladas anuales y está en proceso de ampliación hasta 20 millones de toneladas. El crudo que por él circula, una mezcla de distintas clases, no tiene la calidad del que se transporta por el segundo oleoducto entre Kazajistán y Rusia, desde los campos de Tenguiz hasta el puerto de Novorosiisk en el mar Negro. Esta segunda ruta, designada con el nombre del consorcio responsable (COC o Consorcio del Oleoducto del Caspio), tiene 1.510 kilómetros y fue inaugurada en 2001. Es el único oleoducto de exportación en territorio ruso que no pertenece a Transneft, el monopolista de la red de aquel país.

Chevron, Mobil, Agip, Lukoil, Rosneft y otras empresas que trabajan en la zona poseen distintos porcentajes del COC. El Estado ruso tiene en él una participación del 24%; Kazajistán, del 19%, y el Sultanato de Omán, del 7%. El COC transportó en 2006 algo más de 31 millones de toneladas, de las cuales 24,5 millones eran de Kazajistán. Para dar cauce al incremento de la producción en Tenguiz y Karachaganak, los operadores del COC solicitan ampliar su capacidad de transporte a 67 millones de toneladas anuales. Antes de autorizarlo, Rusia desea incrementar sus beneficios en el proyecto y resolver un contencioso sobre la dirección del consorcio.

Para dar luz verde a la ampliación del COC, Moscú exige que Kazajistán se sume al oleoducto Burgas-Alexandropolis, un proyecto que evita el estrecho del Bósforo y Dardanelos que Rusia, Grecia y Bulgaria firmaron en marzo tras negociar 13 años. El ministro de Energía kazajo afirma que esta exigencia fue planteada por primera vez por el ministro de Industria ruso, Víctor Jristenko, a fines de 2006. Según Izmujambétov, Rusia exige sincronizar la entrada en funcionamiento de Burgas-Alexandropolis con la ampliación del COC para evitar eventuales problemas al crudo ruso en el estrecho del Bósforo tras la aparición de volúmenes suplementarios de petróleo en el mar Negro. El presidente ruso Vladímir Putin y su colega Nazarbáyev se pusieron de acuerdo para simultanear ambos proyectos, señaló Izmujambétov. El gasoducto Burgas-Alexandropolis, donde Rusia tiene el paquete de control, compite con otros dos proyectos apoyados por la UE (y otro apoyado por Turquía) por canalizar los hidrocarburos desde el mar Negro hacia Occidente. Se trata del oleoducto Odessa (Ucrania)- Gdansk (Polonia) y del que deberá unir el puerto de Constanza (Rumania) con la localidad italiana de Trieste. Kazajistán quiere participar en Burgas-Alexandropolis, pero Moscú no quiere perder el paquete de control y aconseja a los kazajos comprar parte de su participación a los griegos o a los búlgaros.

Un paisaje desierto del Caspio, camino de Bautino, en el que llama la atención un cartel del presidente Nursultán Nazarbáyev.
Un paisaje desierto del Caspio, camino de Bautino, en el que llama la atención un cartel del presidente Nursultán Nazarbáyev.PILAR BONET

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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