El Chelsea impone su riqueza
Un gol de Joe Cole coloca en ventaja al equipo londinense ante la cita decisiva en Anfield
En este tiempo de tacticismo cibernauta que distingue al cuerpo de élite del fútbol inglés era fácil pronosticar que el Chelsea y el Liverpool se jugarían la eliminatoria a un largo encuentro de 180 minutos. Con el portugués José Mourinho y el español Rafa Benítez al mando, dos técnicos que procesan en su disco duro los partidos antes de que se jueguen, era sencillo presagiar un duelo cerrado, sin una chispa de improvisación, todo sujeto al guión preconcebido en los despachos de los entrenadores. Y así fue: un choque sin concesiones en el que el Chelsea impuso su mayor pegada, su mayor riqueza, y el Liverpool se sostuvo por el espíritu gregario de sus jugadores. Pero nadie dio por cerrado el partido, sabedores uno y otro de que sólo hay intermedio hasta la vuelta en Anfield.
CHELSEA 1 - LIVERPOOL 0
Chelsea: Cech; Ferreira, Carvalho, Terry, Cole; Mikel, Makelele, Lampard,
Joe Cole (Wright-Phillips, m. 84); Shevchenko (Kalou, m. 76) y Drogba. No utilizados: Cudicini; Boulahrouz, Geremi, Bridge y Diarra.
Liverpool: Reina; Arbeloa, Carragher, Agger, Riise; Gerrard, Xabi Alonso (Pennant, m. 82), Mascherano, Zenden; Bellamy (Crouch, m. 52) y Kuyt. No utilizados: Dudek; Hyypia, González, Sissoko y Paletta.
Gol. 1-0. M. 29. Joe Cole marca a pase de Drogba.
Árbitro: Markus Merk (Alemania). Amonestó a Mascherano.
39.483 espectadores en Stamford Bridge.
El cuadro de Mourinho es atlético y solidario. Primero pasa el rodillo y luego administra el botín
El Liverpool fue incompetente ante Cech. El Chelsea, directo y peligroso ante Reina
Desde la importación de entrenadores continentales, en la Premier League ya no discuten técnicos con mejillas de tono magiar, sentados en un cuartucho en torno a una taza de té mientras se respira linimento y transpiran las botas. Hoy, en clubes como el Chelsea, el Liverpool, el Arsenal o el Manchester United se discute con un pentium de por medio. Por esta vía el fútbol inglés ha perdido aquel ingenuo encanto que le distinguía, pero es futbolísticamente más rico. Los equipos británicos siempre fueron competitivos, pero actualmente su juego tiene más registros, es más pícaro, maneja variantes tácticas y prevalece un sentido más calculado del juego. En este aspecto, el Chelsea y el Liverpool son las primeras academias.
Pero, por mucho que la vocación de los técnicos tenga similitudes, llegada la hora de la verdad, el asunto es cosa de los futbolistas. Y hoy en día el género del Chelsea es muy superior, sobre todo en cuestiones ofensivas. Donde Benítez expone a Zenden, sorprendente titular ayer, su colega envida con Joe Cole; la réplica red al poderosísimo Drogba es Bellamy, un remiendo cualquiera. Sólo el fogoso Kuyt admite alguna comparación con el decadente Shevchenko. Demasiada diferencia cuando se trata de resolver una eliminatoria por pequeños detalles.
Con Mascherano y Xabi Alonso como metrónomos, el Liverpool fue capaz de debatir en el centro del campo frente a dos jugadores esculpidos en acero como Makelele y Obi Mikel. Para mayor equilibrio, Lampard frente a Gerrard, los dos jugadores más versátiles de Inglaterra.
Todo emparejado hasta que la pelota derivaba hacia las áreas. El Liverpool, incompetente ante Cech, al que apenas echó un vistazo; el Chelsea, directo y peligroso ante Reina. En el ataque el equipo de Mourinho tiene dos guiones: una salida directa utilizando el corpachón de Drogba como diana o el camino de Joe Cole, un futbolista dinámico, pillo y habilidoso capaz de transitar por las dos orillas. El inglés, decisivo en la vuelta frente al Valencia en los cuartos de final, hizo pasar un rato horroroso a Arbeloa, al igual que Drogba a Agger. Tras varios avisos ante Reina, el africano se midió en carrera con su marcador danés, al que sacó varias cuadras antes de enlazar con Joe Cole, que llegó con el turbo en marcha frente al portero español y ejecutó al Liverpool.
Con un gol de ventaja, este Chelsea cuajado por Mourinho se siente el amo del universo. Es un equipo tan atlético, solidario y ordenado que primero pasa el rodillo y luego administra el botín con ese aire depredador que le distingue. Lo hizo en el segundo acto, cuando cedió la iniciativa a la muchachada de Benítez. Obligado el Liverpool, quedaron en evidencia sus rebajas ofensivas. El entrenador madrileño retiró al inoperante Bellamy en favor de Crouch y más tarde despachó a Xabi Alonso para que Gerrard, siempre a disgusto en un costado, pivotara junto a Mascherano y Pennant se desplegara por la banda derecha. No hubo variación: a la contra, el Chelsea amenazó una y otra vez a su rival sin que éste despeinara a Cech salvo en un disparo de Gerrard desde fuera del área. Hay datos que subrayan las penurias ofensivas del Liverpool: sus dos delanteros titulares de anoche, Kuyt y Bellamy, han logrado en esta Premier tantos goles (19) como ha conseguido Drogba. Elocuente. Como lo es que en seis visitas a Stamford Bridge con Benítez al frente el Liverpool no haya sido capaz de marcar un simple gol. La chequera del Chelsea propicia estas cosas. Y también poder manejar una plantilla sobreabundante. Por eso el Chelsea aún aspira a tres podios y el Liverpool, como ha sido habitual en los últimos cursos, se juega el órdago en los torneos que permitan una mayor dosificación. En las últimas ediciones se ha manejado muy bien en estas distancias, pero ahora, el próximo martes, tendrá que remontar un gol. Y frente a una superpotencia como el Chelsea le puede resultar himalayesco.
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