Ferry's pide la liquidación
Las deudas, las riñas familiares y el empuje asiático acaban con la histórica empresa textil
José Luis Pons, administrador único de Géneros de Punto Ferry's, solicitó el miércoles en un juzgado de Valencia la liquidación de la empresa. El pasado septiembre, Ferry's había logrado una quita del 65% de la deuda histórica que la firma textil valenciana acumuló por impagos a la Seguridad Social. No fue suficiente para salvarla.
La compañía valenciana llegó a dar empleo a 1.800 trabajadores y suministraba ropa interior al Ejército por 24 millones anuales
El pasivo se redujo en septiembre a 24 millones de euros. La venta de los terrenos sobre los que se asienta la factoría, en la localidad valenciana de Canals, era pieza clave del plan de viabilidad. Pero ni se ha cerrado esa venta ni la marca ha podido rescatar el prestigio necesario para afrontar la competencia asiática. Ferry's suspendió pagos por primera vez en 1995. Desde entonces ha sufrido cinco regulaciones de empleo. Ahora, el carrete parece agotado.
La dimensión de las naves industriales que levantó la familia Ferri en Canals, a unos cincuenta kilómetros de Valencia, da una idea del antiguo esplendor de una empresa textil que llegó a emplear 1.800 trabajadores en una localidad cuyo censo actual ronda los 14.000 habitantes. Empleados de toda la comarca eran trasladados a diario en autocares de la empresa a la inmensa factoría, que abarcaba todo el proceso industrial de producción, desde las hilaturas hasta la confección o el empacado. Ferry's disfrutaba de una concesión para vestir al Ejército que la leyenda atribuye a los buenos oficios de la suegra de Vicente Ferri, fundador de la empresa, que trabajó como secretaria en el gabinete particular de Francisco Franco.
Generos de Punto Ferry's se constituyó con ese nombre en 1966, pero el primer taller textil de la familia data de los años veinte. Hoy, la factoría es un impresionante monumento de arqueología industrial, aunque se echa en falta una mano de pintura. Los 300 trabajadores que afrontan el proceso de liquidación de la empresa apenas ocupan la quinta parte de las instalaciones que cubren 45.000 metros cuadrados de suelo en pleno casco urbano. La venta de la factoría debía cubrir 12 millones de euros, la mitad de la deuda pendiente. Pero no ha llegado a cerrarse.
El plan de viabilidad que desplazó a los administradores concursales de Ferry's el pasado septiembre apuntaba el traslado de la producción a un polígono industrial de reciente urbanización. La mayoría de la maquinaria era recuperable y estaba previsto hasta el orden de su traslado a unas instalaciones más modestas. Pero también había que recuperar la marca. Y esa misión ha resultado imposible.
El deterioro de Ferry's arranca con el enfrentamiento familiar derivado del ascenso de la generación posterior a Vicente Ferri. La entrada en el capital de la empresa francesa Davanlay, fabricante de Lacoste o Yves Saint Laurent, en 1988, sólo complicó las cosas en el seno de la familia. En 1995, Ferry's todavía servía ropa interior al Ejército por valor de 24 millones de euros al año, por debajo del coste de producción.
Los impagos a la Seguridad Social y al Fondo de Garantía Salarial, cuando los recargos de Hacienda eran del 20% y los intereses de demora del 11%, abocaron a la empresa a solicitar la suspensión de pagos en marzo de 1995. Apenas dos meses antes de las elecciones autonómicas que llevaron a Eduardo Zaplana a la presidencia de la Generalitat Valenciana. El futuro de Ferry's se convirtió en objeto de debate político. Zaplana se comprometió a sacar adelante la empresa en un momento en que la viuda del fundador y su hija se comunicaban a través de cartas abiertas en los periódicos.
En los últimos 12 años, la plantilla de Ferry's ha sufrido cinco recortes consecutivos; la dirección ha cambiado de manos en un par de ocasiones; la Administración autonómica ha amparado todo tipo de proyectos para reflotar el negocio; pero ni los 20.000 puntos de venta que la firma mantiene en toda España ni los 3.000 clientes que distribuían el género han logrado salvar un escollo capaz de agotar cualquier carrete: "Nuestro coste de producción es de 24 euros por hora", explicaba José Luis Pons el pasado septiembre. "En China es de apenas 1,9 euros, es decir, apenas 10 céntimos por hora si descontamos los gastos de transporte".
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