Doble proceso
Son muy escasos los artistas españoles que han entendido lo que, desde finales de los años sesenta, se conoce con el nombre de land art, es decir, "arte de la tierra". Las pocas intervenciones en el territorio que se han producido en España se reducen a gestos formales que imitan rasgos y anécdotas de aquellos trabajos que fueron más difundidos, pero sin entrar en el trasfondo estético que anima las relaciones entre el arte y los procesos de la naturaleza. Sorprende, pues, que cuando Ricardo Calero (Villanueva del Arzobispo, 1955) plantea una serie de acciones y obras como homenaje a Goya surjan unas genuinas piezas de land art. Lo son no por haber sido realizadas en el campo, sobre un terreno o en un camino en Fuendetodos, sino por responder con rigor y originalidad a la mayoría de los requisitos que caracterizan las obras más carismáticas de aquella modalidad artística.
RICARDO CALERO
Galería Raquel Ponce
Alameda, 3. Madrid
Hasta el 19 de mayo
Calero recorre con sus trabajos de los últimos años un largo camino en la dialéctica entre naturaleza ciega y reflexión artística, aceptando y aprovechando la aleatoriedad de los procesos naturales en beneficio de la construcción de unas obras en las que la claridad y solidez de los planteamientos le permiten dejar el resultado formal al azar de los procesos naturales. Así, en una obra como Más, más luz Calero somete al papel de grabado, un producto altamente cultural, a la acción de procesos naturales que marcan huellas en él. Sobre una extensa porción de territorio plagado de piedras, coloca, debajo de algunas de ellas, una hoja de papel que queda sujeta al suelo por el peso de la piedra. Las inclemencias de la climatología, tales como la lluvia, el hielo, la nieve, la luz del sol, el paso del frío al calor y la acción del viento, someten el papel a fenómenos de hidratación y desecación, de dilatación y retracción, de impregnación y sedimentación de residuos, mientras que la presión de la piedra que lo pisa arruga el papel dotándole de forma. Esos papeles quedan así tallados por la acción incontrolada pero previsible de los fenómenos de la naturaleza, convirtiéndose en auténticos grabados que muestran las heridas de las acciones que han soportado.
Pero, tal como hacen la mayo
ría de los artistas del land art, Ricardo Calero ha fotografiado un doble proceso, el de la acción de las fuerzas de la naturaleza, que he enumerado, y el de la acción intencionada del propio artista, que coloca cada papel bajo una piedra previamente elegida, que muestra la manera en que se distribuyen los papeles ocupando el territorio, que testifica las acciones del hielo y la nieve, del agua y del sol, fijando así la memoria del lugar que es trasladada, por medio de los papeles testigo y de las fotografías, a la sala de exposiciones. Este proceso se completa en el tórculo tradicional, donde el papel es sometido a la estampación en hueco de la palabra "memoria", con la que el artista ofrece una clave para su interpretación. Asimilando y desarrollando de forma muy personal algunas de las técnicas de Robert Smithson y de Richard Long, la obra de Ricardo Calero ha llegado a ser land art.
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