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Crónica:Fútbol | 30ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

'Crack' Villa

Un partidazo del Guaje resucita al Valencia ante un Sevilla que se hundió en el segundo tiempo

Villa contra todos. Contra el Sevilla, contra el cansancio, contra la depresión que había postrado a su equipo. Es lo que tienen los cracks: que resucitan a un muerto. Lo recordaba Xavi en este periódico: Ronaldinho levantó al Barça de sus cenizas. Pues bien, eso mismo hizo ayer El Guaje, que rescató a su equipo de los desperfectos devastadores que había causado el huracán Chelsea. La primera media hora anunciaba un paseo triunfal del Sevilla, conjunto cuajado, redondo, que mostraba una jerarquía absoluta en el centro del campo. Hasta que quiso Villa.

Si no hay nada que comer, él sale a la calle a buscarlo. Y hurga hasta en la basura. De ella extrajo ayer un lingote de oro. Barrió todo el frente de ataque, puesto que no llegaba nada en condiciones. En una misma jugada corrió hasta cinco sprints como única manera de conquistar un espacio de gol. Lo vio Marchena. Le envió un pase perpendicular al área grande. La duda era cómo llegaría el Guaje al instante decisivo: ¿con o sin oxígeno? Bien, la respuesta la obtuvo de inmediato Cobeño. Con un toque de zurda sutilísimo, de clase insuperable, Villa elevó y cruzó la pelota al palo alejado del portero. El Valencia, una vez más, se dio cuenta de que necesita muy poco para marcar. Necesita que se pongan en marcha sus dos extraordinarios goleadores. O uno de los dos.

VALENCIA 2- SEVILLA 0

Valencia: Cañizares; Miguel, Albiol, Ayala, Moretti; Joaquín, Marchena, Hugo Viana, Silva; Villa y Morientes. No utilizados: Butelle, Del Horno, Angulo, Jorge López, Curro Torres, Pallardó y Guerra.

Sevilla: Cobeño; Hinkel, Javi Navarro, Dragutinovic, David; Dani Alves, Renato, Maresca, Adriano (Puerta, m. 82); Jesús Navas y Luis Fabiano. No utilizados: Varas, Kerzhakov, Escudé, Martí, Ocio y Alfaro.

Goles: 1-0. M. 27. Pase de Marchena a Villa, que eleva ante Cobeño.

Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Javi Navarro y expulsó con roja directa a Hinkel por penalti a Villa.

Unos 45.000 espectadores en Mestalla.

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Hasta el gol, la inferioridad del cuadro de Quique había sido sonrojante. El público afilaba sus garras contra todos, Cañizares incluido. Básicamente, y tal y como acaeció el martes ante el Chelsea, porque el centro del campo local, allí donde laten las constantes vitales, se había convertido en un páramo. Lo aprovechó el Sevilla para tocar y tocar, siempre con criterio, y ver correr a sus adversarios. Renato y Maresca, dos suplentes habituales, se sentían emperadores en Mestalla. Obligado por las bajas de White Hart Lane, Juande recompuso el mapa con Navas de media punta. Y resultó un acierto. Más que nada porque el chico más que correr, flota. Se metió entre líneas y se encontró con un oasis, sin nadie que le siguiera la pista. No porque no quisieran sino porque no podían: era una sombra.

Así se originó el penalti que le infligió Miguel. La oportunidad sevillista de confirmar su fútbol de alta escuela. Llegó, sin embargo, un invitado inesperado: el psicológico. Justo antes de lanzar Maresca el penalti, su compatriota Moretti puso las manos de altavoz y le gritó algo a Cañizares. Maresca giró el cuello hacia su derecha para averiguar de qué se trataba. En ese momento había perdido ya la batalla. Su disparo enroscado lo desvió lo justo Cañizares para que diera en el palo. ¿Era eso lo que avisó Moretti?

Antes del descanso, el Valencia halló un talón de Aquiles en el Sevilla: Javi Navarro. Probablemente agotado por el esfuerzo ante el Tottenham, el central le dio el codazo de la impotencia a Villa ante la miopía del árbitro y, más grave, de su asistente. Lo que quedó claro es que se le iba Villa. Y, un minuto después, le dio esquinazo Silva. El conjunto de Quique, en definitiva, encontró un camino hacia la victoria. Y Villa más que nadie, claro. Volvió a esfumarse al inicio del segundo periodo para recibir otro excelente servicio de Joaquín. El Guaje sacó entonces del baúl su disfraz de jugador ratonero y esperó que llegara Hinkel, que lo tocó levemente. El premio era doble: expulsión y penalti. Naturalmente, lo transformaría Villa, suave a la izquierda de Cobeño. Joaquín reivindicó con ese pase, y con un repertorio infinito de regates maravillosos, su dulce momento de forma, no acompañado hasta la fecha de beneficios contables para su equipo. Hasta ayer. Tocaba disfrutar y el Guaje enseñó un caño de espuela. Respondió Joaquín con la enésima burla a David. Y lo agradeció Mestalla con una merecidísima ovación a Silva, que es el descubrimiento del curso para el Valencia.

Villa anota el primer gol del Valencia.
Villa anota el primer gol del Valencia.SANTIAGO CARREGUÍ

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