Los cibervoluntarios ayudan a acortar la brecha social en países empobrecidos
Un simposio internacional celebrado en Sevilla muestra la utilidad de las TIC como herramientas de transformación de la sociedad - Globalgiving, Digital Vision o RITS son tres ejemplos
Una adolescente iraquí o una niña ugandesa pueden ser más familiares para un donante de Manhattan que el sin techo de su esquina. La utilidad social de las nuevas tecnologías, objeto del simposio internacional organizado por la Fundación Cibervoluntarios en Sevilla, permite esas paradojas. Un neoyorquino, rico y solidario, puede desentenderse de los 3.800 sin techo de su ciudad porque no los ve y, sin embargo, estar al tanto de los horrores de las iraquíes que huyen de los crímenes de honor de sus propias familias. Puede ignorar al indigente porque no comparten el espacio físico y puede preocuparse por la iraquí porque ambos visitan un escenario común, aunque virtual.
Del valor social de Internet habló en el encuentro Mari Kuraishi, una antigua empleada del Banco Mundial: "Las nuevas tecnologías tienen consecuencias imprevistas, el ciberdesarrollo no es sólo un proceso de arriba hacia abajo, también es un proceso de abajo arriba". Kuraishi dejó el todopoderoso banco para montar la Fundación Globalgiving, un mercado virtual de donaciones, donde los filántropos seleccionan su proyecto y los necesitados exponen su demanda.
Más de 40 organizaciones utilizan este escaparate para mostrar sus iniciativas en 57 países. El donante puede elegir el destino de su aportación según el tema (educación, medio ambiente, mujer, salud o tecnología, entre otros) o la localización geográfica. Europa no se escapa del catálogo de acción contra la pobreza. Si alguien quiere ayudar a los más desfavorecidos del continente puede elegir entre discapacitados en Polonia, niños de familias desestructuradas de Hungría o paradas bosnias.
Ante unos 250 participantes, Mari Kuraishi ilustró la utilidad social de las nuevas tecnologías: "Si tenemos a una empresa que quiere hacer algo contra el sida en Zimbabue, puede que haya un donante en Estados Unidos que quiera entregar el dinero".
Querer saber tiene sus riesgos. Si el proyecto fracasa, el donante de Globalgiving podrá enterarse. También podrá airear las iniciativas falsas que se aprovechan de las buenas intenciones para enriquecerse. "Las TIC son una fuente para grandes cambios, tienen un papel transformador y pueden ampliar las redes sociales", defendió Stuart Gannes en el mismo foro.
Gannes dirige el programa Digital Vision de la Universidad de Stanford, que ha propiciado la inversión de casi nueve millones de euros en proyectos variopintos: subtitular programas musicales en áreas de la India con una babel lingüística o telemedicina entre médicos de Pakistán y Estados Unidos. Medio centenar de las personas que han participado en el programa han sacado adelante sus ideas. No todos han prosperado, pero Gannes opina que el mero hecho de que se aplique el 20% o el 30% "ya es una tasa de éxito importante".
Uno de los pioneros en aprovechar el potencial de las nuevas tecnologías para transformar la sociedad es el brasileño Carlos Afonso. Ahora es el director de planificación y estrategias de la Red de Informaciones para el Tercer Sector (RITS), que gestiona telecentros en favelas y comunidades marginales. "Los efectos son increíbles, la comunidad se apodera, hay telecentros especializados en necesidades especiales, otros en cuestiones ambientales, acaban tomando la personalidad del barrio", señala. Afonso ve los telecentros como "la mecha" para propagar el conocimiento digital. Ya ha prendido en medio millón de usuarios, aunque en Brasil existe un abismo, más que una brecha, entre quienes acceden a las nuevas tecnologías y quienes no.
El 43% de los 5.562 municipios brasileños carece aún de acceso local a Internet y de red de telefonía celular. "Ese territorio no está cubierto porque las empresas, entre ellas Telefónica, lo miran como un mercado", censura Afonso. RITS demanda que los acuerdos de licencias universalicen las redes de móviles y los servicios de banda ancha. "Desgraciadamente, no hemos logrado que sea una política pública", lamenta.
Afonso está curtido en batallas tecnológicas. Hace dos décadas peleó por romper el monopolio de la empresa estatal brasileña de telefonía. Se le consideró un visionario hasta que en 1989 denunció el asesinato del ecologista Chico Mendes en la Amazonia aprovechando las conexiones que tenía con Estados Unidos. La inmediata lluvia de telegramas que cayó sobre el Gobierno avivó el interés. Aquello era muy efectivo para ser de locos.
www.globalgiving.com www.rdvp.org www.rits.org.br www.cibervoluntarios.es
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