Vázquez no pudo con todos
El Celta destituye al entrenador que lo llevó a sus mejores registros pero que tenía al vestuario, al público y a la directiva en contra
A Fernando Vázquez, un teórico del fútbol y estudioso de estrategia militar aplicada al deporte, le hicieron ayer su última emboscada. La directiva del Celta destituyó al contradictorio entrenador por sus desastrosos resultados de los últimos meses, con el equipo en posiciones de descenso a Segunda División y con la mente en la última goleada del Recreativo, que el pasado domingo endosó cuatro goles a los gallegos.
Pocos quieren acordarse ya de que este es el mismo técnico que hace dos años cogió el equipo absolutamente deteriorado y perdido en Segunda, lo ascendió y lo puso a jugar con los grandes de Europa a la primera ocasión que tuvo. Antes que él habían fracasado técnicos de relumbrón como Radomir Antic, que desapareció de Vigo ante el primer síntoma de descenso.
"Estaba plenamente capacitado para salvar al equipo", aseguró el técnico al saber la noticia
La temporada pasada fue la del reencuentro con Primera. El cuadro vigués, con Vázquez de mariscal de campo, acabó la Liga en sexta posición. Nada de esto, ni en los mejores tiempos en la competición continental, sirvió para ganarse a una parte del club y de la propia afición, que desde el primer día le puso la proa. Esto acabó desquiciando al entrenador, que en los últimos meses perdió el contacto con una parte de su propia plantilla, lo que es muy importante en un técnico que emplea a sus jugadores como peones de estrategia bélica. De hecho, los mejores resultados de este equipo se sucedieron cuando todos los jugadores se plegaron a su sistema de juego, en el que cada hombre tiene un rol muy definido y muy estricto. Es ahí cuando el fútbol crece, cuando dos y dos son cinco por la acción del conjunto, como los ejércitos de hoplitas griegos que salen en los libros de historia militar que lee con detenimiento este entrenador de Castrofeito, de 52 años de edad. Así ganó en el Bernabéu al Madrid de Capello.
A última hora de ayer, el gerente del Celta, Xabier Martínez Cobas, fue el encargado de hacer público el cese del entrenador. Todavía no dispone del nombre del sustituto que dirigirá al equipo en el partido del próximo domingo ante el Deportivo. El director deportivo, Félix Carnero, se ha pasado las últimas semanas a la caza de un nuevo técnico pero ha pasado de todo: unos estaban ocupados, otros no dan el perfil y otros no quieren coger las riendas de un equipo que cae en picado.
Es probable que este miércoles la plantilla quede en manos de dos hombres de la casa, Ramón Carnero y Rafa Sáez. El propio Vázquez comentó a última hora de ayer a una emisora de radio que su destitución es una sorpresa pues el club se había comprometido a terminar el año con él. "Estaba plenamente capacitado para salvar el equipo y evitar el descenso", aseguró el técnico en tono de reproche a la directiva.
Vázquez dijo en más de una ocasión que una parte del club y del público no le perdonan que sea gallego y triunfe en su propia tierra. El técnico interpreta la destitución como un gesto populista. El presidente del club, Carlos Mouriño, tomó esta decisión pese a que hace unas semanas el consejo había ratificado en el cargo a su entrenador "con todas las consecuencias" hasta el final de temporada.
El paso de Vázquez por el Celta será de los que hacen historia, tanto por sus éxitos como por las controversias que ha generado en el entorno del club y entre la propia afición. Aunque en 12 meses, hace dos años, cogió un equipo desmoralizado en Segunda División y lo puso a competir en Europa, hubo siempre un sector del club y del público que no tuvo empatía con el entrenador. Vázquez siempre se mostró más preocupado por la teoría futbolística y por el juego de su plantilla, que por manejar los imprescindibles recursos de propaganda personal que exige el universo futbolístico.
A lo largo de esta temporada la dirección del club en su conjunto mostró una desorientación que va más allá de las culpas que ahora pretenden cargar en exclusiva sobre el entrenador. Junto a un consejo plagado de figuras bisoñas totalmente ajenas al fútbol -el presidente tomó el cargo el año pasado-, se suma la actitud consentida de algunos jugadores que, por motivos que el club no ha explicado, se niegan a rendir al máximo. En un alarde de exceso de confianza, el presidente y su hija, directora de márketing del Celta, se han pasado esta temporada más pendientes de convertir al club en un referente social que en atender los asuntos puramente futbolísticos.
A esto se suma la incertidumbre sobre el futuro de dos de los pilares del equipo y referentes para el público por su sacrificio, los internacionales Ángel y Borja Oubiña. El club se plantea ponerlos en el mercado.
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