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Crónica:Golf | Masters de Augusta
Crónica
Texto informativo con interpretación

Y de repente, Zach Johnson

El golfista, sin apenas palmarés, se lleva la chaqueta verde con dos golpes sobre Woods

Carlos Arribas

Tiger Woods rompió un palo contra el tronco de un pino en el 14º, dio el mejor golpe de la noche para un eagle, su único eagle del torneo, en el 13º, se fue al agua en el 15º y no se ahogó, salió con clase de la arena del 17º, pero no ganó su quinta chaqueta verde. Se quedó a dos golpes. Se quedó también a cinco centímetros de un birdie en el 18º que, si no la victoria, le habría permitido romper por primera vez en 2007 bajar del par del campo. El nuevo Augusta, el fortín construido a prueba de su juego largo y sutil, arriesgado y sabio, le detuvo en seco. Nuevo campo, nuevos jugadores. Sorprendentes, desconocidos fuera de sus tierras. Irreverentes. Se le anticipó a Woods un golfista del golfista de Iowa, de 31 años, con nombre de pionero metodista del Oeste, swing de leñador, hoyuelo en la barbilla y pómulos a lo Joaquin Phoenix y sutileza y sensatez para regalar alrededor del green, llamado Zacharias Johnson. Zach, para los amigos hasta ayer, Zach para todo el mundo desde que en una tarde fría, de luz tibia y brisa fresca en Augusta derrotó a Tiger Woods, ganó el primer grande de su vida, el segundo torneo de su carrera en el circuito norteamericano tres años después del primero. "Había venido para observar y soñar", dijo, en una nube, poco después de que Phil Mickelson, el ganador de 2006, cubriera su niqui azul con la chaqueta verde más deseada del mundo. "Y aún estoy soñando, pero tenía a alguien especial cuidando de mí hoy [por ayer], Domingo de Resurrección. He sentido que Jesús estaba conmigo".

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Zach Johnson, como Woods, ganó el Masters en su tercera visita a Augusta. Un jugador que no ha conocido el viejo Augusta, el añorado por todos los golfistas de más de 30 años. La primera vez, en 2005, no pasó el corte. La segunda terminó el 32º, con +5. Ayer, por fin, le pudo al campo. Le pudo sobre todo, con una extraordinaria segunda vuelta. Tres birdies (13º, 14º y 16º) le dejaron en el par del campo, con tres golpes de ventaja sobre Woods y los surafricanos Retief Goosen y Rory Sabbatini, que fueron los jugadores más duros de la tarde junto al inglés Justin Rose y el australiano Stuart Appleby, quienes durante los primeros nueve hoyos convirtieron el marcador del campo en el listado de presidentes de una república bananera: cinco cambios por minuto y ninguno de larga duración.

Por primera vez desde 1990, el ganador del Masters no sale del último partido (pareja Appleby-Woods). En 1990, el inglés Nick Faldo remontó tres golpes para derrotar en el playoff a Ray Floyd; los mismos que ayer Johnson. Su tanteo final, 289 golpes (+1) es el más elevado para un ganador, igualado con los de 1954 y 1956. Un récord que no batió el nuevo Augusta, pese a las previsiones de los agoreros, principalmente porque no sopló tanto viento como el sábado, los greens fueron regados generosamente y las banderas no fueron ubicadas en lugares imposibles.

En su elegía de despedida, Olazábal, que acabó, como Jiménez, el 44º, con +16, recordaba que el viejo Augusta, el de anchas calles y verdes praderas, permitía a los jugadores usar la inteligencia, decidir su juego, si arriesgar o templar los ánimos, si ir a por el birdie o esperar mejor ocasión. "El riesgo ofrecía beneficio entonces", dijo. "Ibas a por el eagle y podías conseguirlo, o salir con doble bogey, pero siempre podías ganar. Ahora no hay ecuación, sólo riesgo. Y hay tantos árboles que es imposible sacarla más allá de la calle. Ya no se bonifica al talento". Y la verdad de tales palabras la pudo comprobar una vez más Tiger Woods, quien después de salvar el par en el 11º, rompiendo el hierro para sacarla de entre los pinos de la derecha, después del eagle del 13º, quiso forzar la marcha en el 15º. Se arriesgó. Cayó al arroyo.

Le había forzado más allá de sus límites un jugador prácticamente desconocido (marcha 69º en la lista de ganancias), un corto pegador (157º en distancia con el driver), que supo superar sus carencias con temple, juego corto, determinación y nervios de acero. Que demostró todo ello en el hoyo 16º, respondiendo al eco de los rugidos que acompañaron el eagle del favorito Woods con una magnífica salida y un extraordinario putt para birdie, precisamente en el mismo green en el que el primer día había tenido que hacer tres putts para embocar desde un metro.

Clasificación: 1. Z. Johnson (EE UU), 289 golpes. 2. R. Goosen y R. Sabbatini (Sur.) y T. Woods (EE UU), 291. 44. J. M. Olazábal y M. Á. Jiménez, 304.

Phil Mickelson pone la chaqueta verde al ganador del Masters, Zach Johnson.
Phil Mickelson pone la chaqueta verde al ganador del Masters, Zach Johnson.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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