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Crónica:Fútbol | 29ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un taconazo milagroso

El Athletic gana al Valencia con un gran gol de Gabilondo mientras Quique carga contra la actuación del árbitro

Agobiado por el calendario, el Valencia hizo un experimento. Más que una alineación, fue un sucedáneo, no por la calidad de los elegidos, sino por el equilibrio interno del equipo. Más que una alineación era un grupo sin creatividad y sin delanteros. Mal asunto y una buena noticia para el Athletic, que por fin encontraba un equipo con sus mismas limitaciones: dificultad para tejer el fútbol y problemas para asociarse con los delanteros. A priori, todo bastante igualitario. Y eso que Mané se apuntó a un medio campo improvisado, con dos Javi Martínez y Ustaritz, que se distinguen más por la entrega que por el estilismo. Como enfrente estaban Marchena y Pallardó, la cosa se igualó en una batalla muscular en la que el Athletic se encontró a gusto.

ATHLETIC 1 VALENCIA 0

Athletic: Aranzubia; Expósito, Luis Prieto, Sarriegi, Casas (Garmendia, m. 44); Iraola, Javi Martínez, Ustaritz (Yeste, m. 82), Gabilondo; Etxeberria (Murillo, m. 55) y Aduriz. No utilizados: Lafuente; Llorente, Javi González y Urzaiz.

Valencia: Butelle; Curro Torres (Miguel, m. 71), Albiol, Moretti, Del Horno; Jorge López (Joaquín, m. 56), Pallardó (Villa, m. 45), Marchena, Hugo Viana; Silva y Angulo. No utilizados: Cañizares; Ayala, , Albelda y Nacho Insa.

Gol: 1-0. M. 28. Etxeberria quiebra a Moretti en la banda derecha y su centro lo remata de tacón Gabilondo sorprendiendo a Butelle.

Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Moretti, Javi Martínez, Aranzubia, Miguel y Marchena.

35.000 espectadores en San Mamés.

"¡Se confirmaron mis sospechas. Mejuto nos pita mal! Tiene inmunidad", bramó el técnico

Tenía el balón el Valencia con más asiduidad, pero más que un mérito parecía un fruto de la electricidad rojiblanca. Tan apurado está el Athletic y tan seco en ese arte del fútbol, que lo entregaba con facilidad. Pero el Athletic tiene aprendida esa lección, ese sufrimiento permanente que supone perder y recuperar, regalar y robar, en espera de un chispazo que alegre la vida.

Por eso, jugando menos tiempo, teniendo menos el balón, aplicándose a la presión más que a la construcción, fue intimidando a Butelle, primero con un disparo de Gabilondo que el portero despejó con el brazo. Fue un aviso. A la segunda, Gabilondo se sacó de la chistera una de las suyas. El donostiarra es un chico frío, el típico zurdo raro que lo mismo está como que no está, pero cuando está parece panorámico. Etxeberria, denostado por un sector del entorno, hizo lo que mejor sabe, quebrar sin necesidad de driblar, para sacar un centro horizontal que Gabilondo llevó a la red de tacón. Era la asociación mágica entre dos futbolistas controvertidos: Etxeberria, discutido y Gabilondo, más intrascendente que lo que su calidad anunciaba.

Los planes de Quique se quebraron. Había perdido el Barça y ganaba el Athletic. Las cuentas no salían. Las rotaciones duraban 45 minutos. Tanto se ofuscó el técnico que cargó de lo lindo contra el árbitro. "¡Se confirmaron mis sospechas. Mejuto pita mal al Valencia!", bramó en la sala de prensa. "Tiene la inmunidad de los internacionales, pero no puede ser que nos escamotee dos penaltis. Es bochornoso y muy peligroso. Estamos hartos", insistió el preparador valencianista.

En el descanso, las cosas volvieron a su ser. La presencia de Villa desequilibró al Athletic. En cinco minutos, el asturiano significó más en ataque que todo su equipo en el tiempo anterior.. Una escapada, un quiebro, dos faltas. Era un Valencia más reconocible con Viana en el centro, Angulo en la derecha, Silva en la izquierda. Vamos, lo normal. Y luego Joaquín, en lugar de Jorge López. Y poco a poco el Valencia habitual. Y poco a poco el Athletic habitual, encogido, que ni ganando se quita el miedo a perder. Incluso lo acrecienta, tiembla. Así que Mané retiró a Etxeberria para dar entrada a Murillo para intentar taponar a Villa, que tanto había descompuesto al Athletic.

La apuesta era clara. En la misma medida que Quique apostaba por sus delanteros más preclaros, Mané apostaba por sus defensas de banquillo. Es decir, Mané le daba el balón y 45 minutos en el campo rojiblanco para que intentara la remontada. Atacar, la consigna de Quique; resistir, la de Mané. Fútbol visceral en sentidos contrarios.

El Athletic entendió el mensaje de su entrenador y apretó los dientes, se remangó y se conjuró para el sufrimiento. El Valencia se enredó en la propuesta rojiblanca. Atacaba con más insistencia que acierto hasta que Villa, desaparecido tras su salida fulgurante, se inventó una vaselina que superó a Aranzubia y golpeó el larguero.

Por primera vez en mucho tiempo, el Athletic defendió con orden, sin perder la cabeza. Cuando Villa le superó fue por habilidad, más que por desconcentración rojiblanca. Era una lucha titánica entre Villa y la defensa. Y el resto a correr, a sufrir. Y los entrenadores a improvisar continuamente en busca de nuevos argumentos. Pero todo se quedó en un taconazo genial. Y en la bronca de Quique.

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