Otra vez el petróleo
El flash del Índice de Precios de Consumo Armonizado de marzo, con una tasa interanual del 2,4%, vino a confirmar, a falta de que el próximo día 13 se publique el IPC con todo su desglose, las previsiones de que en este mes se mantenga estable la inflación en dicha cifra. No obstante, en la última semana han vuelto a aparecer nubarrones en el cielo de los precios, los mismos que vienen descargando desde 2004. Los conflictos de Oriente Próximo (eso que eufemísticamente se llama factores geopolíticos) han lanzado de nuevo el precio del petróleo hasta cerca de 70 dólares el barril, nueve por encima de la hipótesis que habíamos utilizado para las últimas predicciones del IPC, que apuntaban a que su tasa interanual se situase por debajo del 2% en los meses centrales del año y en torno al 2,3% en media anual. Si este precio se mantiene en lo que resta del año, olvidémonos de tales predicciones, ya que ello aportaría aproximadamente cuatro décimas porcentuales a la tasa de inflación del IPC.
Las previsiones del IPC quedarán desfasadas si se prolonga el encarecimiento del petroleo actual
Tampoco esta tasa se situaría, con estas premisas, por debajo del 2% en la UEM, lo que, en un contexto en el que la economía de la zona crece por encima del potencial, daría un buen argumento al Banco Central Europeo para subir los tipos de interés más allá del 4%, que es la cifra que el consenso estimaba como tope hasta ahora. Nuevas complicaciones, por tanto, para los hogares, que verían mermada su renta disponible real y tendrían que frenar el ritmo de sus gastos en consumo e inversión, o alternativamente, como han hecho en los últimos años ante situaciones similares, seguir como si nada, disminuir su ahorro y aumentar su endeudamiento. En todo caso, nada que no haya estado presente en el escenario económico en los últimos tres años y que no ha logrado minar apenas la expansión de la economía, por lo que este contratiempo tampoco nos debe inducir a un excesivo pesimismo a corto plazo, tanto más cuanto las economías española y europea se encuentran lanzadas en este momento.
Por otro lado, no todo son malas noticias del lado de la inflación. Aunque siempre nos referimos al IPC como el indicador por excelencia de la evolución de los precios, existen otros que los analistas utilizamos para llegar a conclusiones más completas sobre este fenómeno y que en algunas ocasiones también nos permiten adelantar la evolución de ciertos componentes del IPC a unos meses vista. Uno de ellos es el Índice de Precios Industriales (IPRI), o precios de los productos industriales a la salida de fábrica, cuyo dato de febrero conocimos esta semana. Como se ve en el gráfico izquierdo, desde 2004 este índice también ha registrado tasas de inflación elevadas y notablemente superiores al IPC, dado que en él el componente de energía pondera el doble y además recoge los precios de los productos intermedios (materias primas y semimanufacturas que se utilizan para producir los bienes finales de equipo o de consumo), cuyos precios han aumentado en algunos casos más que el petróleo. También como en el caso del IPC, la caída del precio del petróleo desde agosto último ha reducido sustancialmente la tasa anual del IPRI. Lo más relevante es la fuerte desaceleración del componente de bienes de consumo de este índice, tanto alimenticio como no alimenticio (gráfico derecho), lo que estaría avanzando una evolución en la misma dirección de los componentes de alimentos elaborados y de bienes industriales no energéticos del IPC en los próximos meses. A ver si es verdad.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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