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Concluye el soterramiento de la M-30

"Ahora se oye el silencio"

La sensación es fantasmagórica. A dos metros de las viviendas de la Avenida del Manzanares discurre la M-30 en superficie. La misma por la que circulaban más de 100.000 vehículos diarios desde hace 33 años. Pero, desde ayer, está vacía. Los vecinos pueden caminar por la calzada. Incluso, dar patadas a una pelota por el medio de la vía, como hacen unos chavales de Carabanchel bajo.

"Es muy extraño, se puede oír el silencio", comenta la propietaria de un estanco de la calle San Esteban, a menos de diez metros de la carretera ahora vacía. Es cierto, sólo se oye, a veces, a los pájaros.

"Se nota en un montón de cosas", comenta Alberto, vecino de la Avenida del Manzanares. Luego es más explícito: "Antes se podía ver la contaminación, se palpaba", explica. José, que escucha la conversación aún va más allá: "Yo tengo hasta menos tos que otros días", dice.

El aspecto de las calles aledañas a la vía de circunvalación sigue siendo de arena y operarios con mono azul y casco, "pero ya no hay una grúa cada 20 metros", apunta Alberto. No hay grúas pero un muro de cemento gris se yergue entre las casas y el talud donde en su momento habrá un parque y ahora hay tierra removida. "Esto es horroroso. No entiendo nada", comenta otra vecina a la puerta de su casa, a dos metros de la carretera.

En la zona de Virgen del Puerto, los comentarios son semejantes. Les sorprende el silencio. "Es raro, después de dos años", confirma José María, jubilado que observa la obra desde el Puente de Segovia.

"Esto va a ser mejor que la Castellana", insiste Alberto. José, menos entusiasta recuerda "la cantidad de plazas de aparcamiento perdidas. La grúa hace su agosto".

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