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Reportaje:Natación | Campeonatos del Mundo

La máquina de los récords

Phelps logra en los 200m estilos su tercera plusmarca y dice que le gustaría ser a las piscinas lo que Woods es al golf

Diego Torres

En un mundo sin Phelps, Laszlo Cseh habría batido el récord mundial de los 200 estilos en 2005 con un tiempo de 1m 57,61s. En ese mismo mundo, Ryan Lochte sería el actual plusmarquista tras batir el registro de Cseh con una marca de 1m 56,11s, en 2006. El problema de estos talentos es que conviven con alguien que nada una década por delante. Un joven de 21 años, nacido en Baltimore, que asegura que fuera del agua es tan torpe que, hasta hace poco, era incapaz de juntar cereales con leche en un plato sopero. Es el chico que cambió el mundo de la natación. Es Michael Phelps, y desde 2003 ha batido el récord de 200 estilos en seis ocasiones. La última, ayer. Lochte y Cseh lo recordarán agradecidos. Podrán contar a sus nietos que compartieron piscina con Phelps el día que bajó la barrera de los 55 segundos.

"Estoy examinando cuánto es capaz de soportar mi cuerpo. Son las pruebas para Pekín"
"Me siento como cuando tenía 12 años y rebajaba mis tiempos por más de un segundo cada vez"
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Repóquer de récords

Phelps llegó a Melbourne diciendo que sueña con hacer de la natación un deporte de masas. No dijo mucho más. El hombre predica su evangelio por la gracia de su prodigioso metabolismo, de su fuerza, de su coordinación subacuática. Desde el martes bate récords a razón de uno por día. Primero nadó más rápido que nadie los 200 libre, después repitió la proeza en una de las pruebas más exigentes, los 200 mariposa, y ayer siguió sin bajarse del tren y rebajó su propia plusmarca en los 200 estilos, otra de las carreras que definen a los mejores. En ningún caso ha recortado centésimas. Ha bajado segundos, décimas, a puñados. Ha llevado a su deporte a latitudes inalcanzables a medio plazo.

La carrera de ayer situó a Phelps junto a dos especialistas que se habrían disputado el oro en otras condiciones. Desde la salida, sin embargo, la prueba se limitó a un mano a mano entre Phelps y su compatriota Lochte. Durante 150 metros, entre ambos llevaron la final a un ritmo de un segundo por debajo del récord. Los pasos por los 50, los 100 y los 150 metros revelan tiempos inéditos.

La dureza de la carrera exige un tren de ahorro de fuerza. Una táctica que permita a los nadadores ser rápidos sin perder resistencia. A partir de los 100 metros, el ritmo es demasiado rápido para reponer la reserva de energía. Los deportistas se ven obligados a competir soportando la aparición del ácido láctico y evitando el fallo muscular. Para evitar la acumulación de lactato, cada cual debe regularse sobre la marcha. Desde los años sesenta, el plan de los nadadores que buscan récords suele prever un comienzo dosificado y un final de máximo esfuerzo. Hasta estos campeonatos Phelps nadó los 200 estilos con una salida rápida, reservándose en mitad de la carrera, durante la espalda y la braza, y quemando combustible al final. Ayer, sin embargo, se comportó como una especie de pionero. Se sintió tan poderoso que aceleró de entrada. Teniendo como referencia la carrera en la que batió el récord durante los Campeonatos Pan Pacíficos de 2006, nadó los primeros 50 metros 15 centésimas por debajo de la plusmarca. Lochte lo siguió de cerca con la esperanza de cazarlo en los 50 espalda, modalidad que domina con virtuosismo. Pero Phelps no se dejó coger. En el paso por los 100 marcó 53,58s, casi un segundo por debajo de su mejor parcial. Luego, conservó la ventaja con una gran sección de braza y se escapó en el último viraje.

Phelps empujó la última pared como para quebrarla. Rebotó y encendió el turbo. Sacudió las piernas como redoblando un tambor con los dedos de los pies y, cuando emergió a la superficie, tras un sprint subacuático, había sacado medio cuerpo a su oponente. Lochte tuvo que nadar por debajo del récord durante unos 35 metros para no perder la estela.

En su empeño por dar batalla, Lochte traspasó el umbral de lactato. Así, a 20 metros de la meta, sus brazos y sus piernas comenzaron a sufrir una especie de parálisis. Phelps dio las últimas brazadas en solitario, casi por la inercia del esfuerzo anterior, dejándose llevar. Sobrado. Cuando tocó la pared, paró el cronómetro en 1m 54,98s. A 86 centésimas de su anterior plusmarca. En términos evolutivos, se saltó una década.

"Ayer me llamó un colega", dijo Phelps, al salir de la piscina, con su habitual candor, "y me dijo: '¡Tío, tú eres a la natación lo que Tiger Woods es al golf! ¡O lo que Roger Federer al tenis!' Si he conseguido algo así, creo que he hecho algo grande. Me gustaría equipararme a esos hombres que han sido capaces de cambiar el destino de sus deportes por sí mismos. Yo quiero cambiar la natación para siempre".

Con el de ayer Phelps suma 19 récords individuales. "Me siento como cuando tenía 12 años y rebajaba mis mejores marcas por más de un segundo cada vez", dijo el miércoles. Ayer demostró que saltará nuevas fronteras. Las plusmarcas de los 400 estilos y los 100 mariposa corren peligro.

Tras nadar la final, Phelps se volvió a meter en la piscina de entrenamientos para seguir ejercitándose, enfriando o calentando los músculos según el caso. Además de competir en 17 carreras en ocho días, Phelps nada una media de seis kilómetros diarios para mantenerse a punto. "Estoy examinando cuánto es capaz de soportar mi cuerpo", dijo; "éste es el campo de pruebas para el año que viene, en los Juegos de Pekín".

Para dormir "un poco" después de tanto estrés, Phelps admitió que se toma "un par" de pastillas diarias.

Michael Phelps nada hacia otra victoria más.
Michael Phelps nada hacia otra victoria más.ASSOCIATED PRESS
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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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