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AGENDA GLOBAL | ECONOMÍA
Columna
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La España de hoy: salarios en regresión

Joaquín Estefanía

EN LOS NOVENTA, EE UU tuvo la época de crecimiento económico más profunda de su historia contemporánea. Cuando su PIB llevaba 100 meses seguidos de crecimiento, Business Week denominó aquello nueva economía. En la nueva economía, todo lo que tenía que subir, subía (crecimiento, empleo), y todo lo que tenía que bajar, bajaba (inflación, tipos de interés). Parecía un círculo virtuoso perfecto. ¿Perfecto? No: al mismo tiempo aumentó espectacularmente la desigualdad, y la distribución de la renta y la riqueza volvió a una situación parecida a la de los tiempos del Gran Gatsby.

De España se dice ahora que tiene la mejor situación económica de la democracia. Tampoco es un círculo perfecto: la baja productividad se condensa en el gigantesco déficit por cuenta corriente. Pero hay otra tendencia regresiva de la que no se habla con la misma intensidad: los salarios están perdiendo continuamente posiciones en el reparto de la renta nacional.

Desde 1997 hasta el último trimestre de 2006, la parte correspondiente a los salarios en el reparto de la renta nacional ha perdido 3,6 puntos. Éste es otro límite al modelo de crecimiento, del que apenas se habla

Tomemos los datos de la Contabilidad Nacional que publica el Instituto Nacional de Estadística. Según los mismos, en 1997 (gobernando el PP), los salarios consiguieron un 50% del PIB, frente a un 41% de los beneficios empresariales y un 9% de los impuestos. Hoy, con un Gobierno socialista, los salarios han retrocedido en el reparto de la tarta 3,6 puntos (46,4%), frente a un 42,1% de los beneficios y un 11,5% de los impuestos. Además, los salarios reales (salarios corregidos por la inflación) llevan perdiendo poder de compra al menos en los últimos ocho trimestres.

Esta situación española es paralela a la de la UE. Según el informe interno de la Comisión Europea (CE), titulado Desarrollo de los salarios y de los costes laborales en la zona euro, "la participación de los salarios en la UE ha alcanzado los niveles históricos más bajos en los últimos años". Por ello, la CE hace una advertencia: el sacrificio de los salarios ha sido tan intenso en los últimos años que puede quebrar el modelo social europeo. Comentando este informe, el comisario de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, calificó de "injusto e insostenible el desigual reparto de la renta entre salarios y beneficios... en la situación actual hay empresas con ganancias muy importantes, pero su distribución no está beneficiando a los asalariados, que son los más, sino a las rentas no salariales, que son las menos".

Entre las explicaciones posibles a la situación española hay algunas que matizan esta regresión: la primera, que los sindicatos han pactado moderación salarial a cambio de empleo, y la evolución de este último (alrededor del 8% de la población activa) ha sido muy positiva en los últimos tiempos. Desde 2002, los agentes sociales firman unos acuerdos de negociación colectiva, que afectan a los trabajadores con convenio (más de 10 millones), en los que se garantiza la moderación salarial a cambio de puestos de trabajo. Al menos en el último acuerdo se pacta un reparto de la productividad, por lo que un cambio en el modelo de crecimiento significaría una mejora en la capacidad adquisitiva de los salarios. La segunda explicación tiene que ver con la entrada en nuestro sistema productivo de centenares de miles de inmigrantes, que es precisamente el colectivo con menor productividad y sueldos más bajos.

La tendencia no es española, sino global. Cuenta, además, el miedo a las deslocalizaciones y a los salarios de los países emergentes, mucho más pequeños que los nuestros. Pero si la parte que reciben los trabajadores se estanca o retrocede de modo sistemático, mientras los excedentes empresariales crecen año tras año, la imagen de la globalización se deteriora aún más porque sus beneficios se reparten de modo muy desigual.

El socialdemócrata Helmut Schmidt resumió el pacto implícito en que los beneficios de hoy hacían la inversión de mañana, y ésta, el empleo de pasado mañana. El silogismo se completaba afirmando que los empleos de pasado mañana hacían los salarios de un día después. Pero esto último ya no parece ser verdad.

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