Gobernar está chupado
A LOS POCOS MESES de estar en La Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero le contó a Juanjo Millás: "Yo cada noche le digo a mi esposa: 'No te puedes imaginar la cantidad de cientos de miles de españoles que podrían gobernar". Leyendo aquella frase, muchos entendimos que ZP quería decir: "Mucha tontería es lo que hay. Gobernar está chupado". A algunos les parecería una chulería, o una frivolidad; otros le atribuirían un espíritu desmitificador, una especie de deseo de no separarse de la ciudadanía a la que prometió no defraudar. "No he cambiado, soy el de siempre". Una exhibición de "acné juvenil", como señalaba Jordi Pujol en un reciente artículo en La Vanguardia. A Zapatero le recriminan mucho ese espíritu juvenil o adolescente, una especie de peterpanismo político.
A Zapatero le recriminan mucho ese espíritu juvenil o adolescente, una especie de peterpanismo político
Hace un año, en el ecuador de la legislatura, Millás hizo otra sombra a Zapatero, y el presidente hablaba sobre el fin de ETA: "La política es el control de los tiempos (...). Antes de ganar las elecciones comenté con algunas personas que me iba a tocar la tarea de poner fin a ETA, no porque yo tuviera cualidades especiales o porque dispusiera de unos recursos que no hubiera descubierto nadie, sino porque era el tiempo de acabar con ETA (...). Ahora ha llegado el momento de desatar este nudo. Si a esa certeza le pones unas gotas de sentido común y de intuición (y esto se da por descontado en una persona muy bregada políticamente como yo), lo normal es que las cosas salgan bien".
De las promesas iniciales de ZP, no puede decirse que haya podido o sabido cumplir la de promover "un cambio tranquilo" y "gobernar para todos". ¿Por culpa suya? Pues es lo malo que tiene ser presidente del Gobierno, que eres el responsable del país. ¿Qué debería haber hecho Zapatero para no tener a la derecha en pie de guerra? Traer las tropas de Irak fue una cobardía. La aprobación de los matrimonios homosexuales, un ataque a la familia. El estatuto catalán, la destrucción de España. El proceso de paz, una traición a los muertos. La regularización de los inmigrantes sin papeles, el fin del mundo. El PP convoca manifestaciones y después busca los motivos. En el PP son malos malísimos, quieren el poder a cualquier precio, pero además de quejarse de la oposición, algo más tendrá que echar en el cocido el Gobierno, ¿no?
El último año de la legislatura de Zapatero es electoral, y, asombrosamente, no se adivinan proyectos de gobierno de relevancia: la Ley de Dependencia ya se aprobó, como la Ley de Igualdad. Tiene que llegar el AVE a Barcelona (para cumplir con la llamada paradoja de Fomento: un tren sale de Madrid en 1992 y llega a Barcelona en 2008, ¿por qué se le llama de alta velocidad?), pero no está claro qué más le queda por hacer al Gobierno. ¡No pretenderá ZP que nos pasemos un año discutiendo sobre ETA, si tiene razón de hacer lo que ha hecho, o tiene derecho a intentarlo, o si Aznar también acercó presos! Un año más así no, ¿no? Lejos de mí dar lecciones a nadie de cómo gobernar. Además, con lo bien que ZP controla los tiempos, seguro que hay algo previsto y que todo está controlado.
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