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Reportaje:

De eurocomunistas a ecosocialistas

Iniciativa per Catalunya cumple 20 años y se reivindica como una de las más exitosas reconversiones de un partido comunista

Enric Company

Pocas personas saben que la marca política Iniciativa per Catalunya, que con el decisivo apellido Verds cumple ahora 20 años, surgió en diciembre de 1986 en el apartamento del periodista y escritor Manuel Vázquez Montalbán, en la plaza de la Villa de Madrid, en el centro de Barcelona. Con Vázquez Montalbán estaban en aquel brainstorming su camarada y amigo Rafael Ribó, secretario general del PSUC, con su esposa, Teresa Planes, y dos de sus colaboradores, Pere Portabella y Sebastià Guirado. "Nos devanábamos los sesos buscando un nombre que sirviera para lanzar una iniciativa de izquierdas", explica Ribó. Y así surgió la marca.

El nombre no es la cosa, pero resultó funcional para un objetivo que parecía imposible: metamorfosear en otro el partido de los comunistas catalanes, el PSUC, salvando lo poco que le quedaba de una organización, presencia institucional y cuota electoral que amenazaban con quedar reducidas a cero.

El PSUC, el PCC y la Entesa Nacionalista fundaron Iniciativa el 23 de febrero de 1987

El PSUC había salido en 1975 de la dictadura franquista como la única fuerza realmente organizada, que obtuvo excelentes resultados en las primeras elecciones legislativas (1977, 18,2% de los votos), locales (1979, 20,2% de los votos) y autonómicas (1980, 18,7%). Pero en 1981 se dividió dramáticamente en dos partes, eurocomunistas y prosoviéticos, en un anticipo del hundimiento global del comunismo, y ambas partes quedaron exangües, fuera de combate. Los socialistas se hicieron en 1982 con casi todo su electorado y emprendieron una rápida absorción y reconversión de sus cuadros. En las legislativas de 1982 el PSUC quedó en el 4,55% de los votos y en 1986 bajó hasta el 3,89, ya al borde del extraparlamentarismo.

Lo que a juicio del actual secretario general de ICV, Jordi Guillot, permitió transustanciar lo que quedaba del PSUC en otro partido que tuviera opciones de futuro fueron dos factores: "La osadía de Ribó para romper con el comunismo y el acierto de Joan Saura al imaginar un nuevo espacio político, el que hoy representa Iniciativa Verds". El comunismo catalán, como el español, había vivido una muy contradictoria y paradójica experiencia, que terminó por desgarrarlo internamente. Había sido agente decisivo en la lucha por la democracia pero, una vez lograda, estaba irremisiblemente condenado a muerte por un factor que estaba totalmente fuera de su control, el hundimiento del bloque soviético. Porque cuando en la década de 1970 en España los comunistas luchaban por la democracia contra una dictadura de derechas, los trabajadores polacos luchaban por la democracia contra un régimen comunista de izquierdas. Y, al final, lo decisivo fue la incapacidad del bloque soviético para evolucionar.

La asamblea que el 23 de febrero de 1987 fundó Iniciativa per Catalunya federó tres pequeños partidos: El PSUC, su escisión prosoviética, denominada PCC, y la Entesa Nacionalista d'Esquerra. Con esta recomposición se salvó a duras penas un bache del que parecía imposible salir, pero con unos equilibrios más frágiles que el cristal de Bohemia, que provocaron varias rupturas y recomposiciones. En 1989, Ribó logró que la IX Conferencia Nacional del PSUC le aprobara el traspaso a Iniciativa de nada menos que todas las funciones políticas del PSUC, a pesar de que ocho de las nueve delegaciones asistentes se pronunciaron en contra de la propuesta. Entre la resistencia de unos a renunciar al comunismo, los choques con los prosoviéticos y el divorcio en 1997 con la Izquierda Unida dirigida por Julio Anguita, Iniciativa per Catalunya vivió de crisis en crisis durante más de un década.

Pero además de la osadía de Ribó y el acierto de Saura, lo decisivo para que el empeño resultara un éxito fue que en paralelo había nacido una elaboración teórica e ideológica alternativa, que estaba disponible, a punto para llenar el hueco. Había surgido en la periferia del PSUC, en el grupo intelectual cuajado en torno al filósofo Manuel Sacristán, en la revista Mientras Tanto, y pronto tuvo expresión a escala europea con el lanzamiento del Manifiesto Ecosocialista. Los comunistas catalanes que en 1968 lloraron por el aplastamiento del socialismo de rostro humano bajo los tanques soviéticos en Praga, los que en 1980 rechazaron la invasión de Afganistán por la Unión Soviética, los que habían intentado la vía del eurocomunismo, se convirtieron finalmente al ecosocialismo. De luchar contra la explotación capitalista pasaron a luchar para salvar al hombre y la Tierra del desastre ecológico que les amenaza.

Eso les permitió conectar con un nuevo electorado, con las generaciones nuevas y los nuevos problemas sociales, que no son sólo los de la clase obrera, y consolidar a partir del ciclo electoral de 2003 un espacio político-electoral en torno al 10%, que era el objetivo soñado hace dos décadas por el núcleo dirigente agrupado en torno a Saura. Este grupo tuvo, además, el acierto político de preservar algunos de los mayores capitales históricos del PSUC: la idea federal de España, la política unitaria para el desarrollo de la autonomía, una tendencia a la unidad de acción de las izquierdas. Todo estos es lo que, a la postre, les ha permitido gobernar, junto con socialistas y republicanos, los principales ayuntamientos del país desde 1979 y en 2003 acceder al Gobierno catalán por vez primera desde la Segunda República.

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