¡Laarga vida al nuevo Kursaal!
Manresa celebró con fuegos artificiales la reapertura de su teatro más emblemático
Peinados de peluquería, abrigos de domingo, medias finas y tacones, trajes y corbatas: los 900 espectadores que hace 11 años habían comprado sus entradas por 2.000 pesetas para el espectáculo inaugural del renovado teatro Kursaal de Manresa llenaban en la noche del viernes el amplio patio de entrada que da al paseo de Pere III con sus mejores galas y sonrisas. El sueño de muchos -la capital del Bages es estadísticamente, después de Barcelona, la que registra un mayor índice de ocupación teatral- se había hecho finalmente realidad.
El Kursaal abrió sus puertas el 30 de agosto de 1927 como un teatro de titularidad privada con la ópera Aïda, coincidiendo con la fiesta mayor y, tras 50 años de esplendor, pasó a manos del Ayuntamiento, que en 1988 se vio obligado a cerrarlo: poco a poco había ido perdiendo su papel como principal equipamiento escénico de la ciudad y la falta de mantenimiento fue degradando el edificio.
Más de 400 personas, en directo o filmadas, participaron en la ingeniosa inauguración
Siete años después del cierre, un colectivo vinculado al tejido sociocultural de Manresa, El Galliner, se dio a conocer para reivindicar la recuperación del teatro. A finales de 1995, los de El Galliner, encabezados por Joan Morros, decidieron poner a la venta las localidades para una futura reinauguración del Kursaal sine die. Gracias al impulso de la sociedad civil, el municipio encontró la financiación para las obras de reconstrucción, que empezaron en 2002. La espera ha valido la pena: el Kursaal cuenta ahora con una cálida sala grande toda de madera para 803 espectadores, una sala pequeña polivalente con capacidad para unas 200 personas, tres aulas, bar con terraza y un patio de entrada habilitado para espectáculos al aire libre. En la jornada de puertas abiertas ya fue visitado por más de 7.000 personas.
"Hace 11 años compré cuatro entradas, pero en este tiempo la familia ha crecido y mis hijos han tenido que dejar a sus parejas en casa", comentaba el señor que tenía sentado a mi lado minutos antes de que diera inicio L'inauguraal, la gala dirigida por Montse Colomé para la ocasión. Con música de Manel Camp, vestuario y escenografía de Pere Francesc, el espectáculo -que debido a la demanda ha tenido que doblar las funciones del fin de semana- tiene como hilo conductor los 80 años de historia del teatro y combina los testimonios filmados de diversos artistas que han querido participar en el evento (Joan Lluís Bozzo, Rudi Ventura, José Guardiola, Àngels Gonyalons, Pep Antón Muñoz) con números de circo (malabares y funambulismo de Manolo Alcántara, los gags de Marcel Gros, danza aérea de Fura), danza contemporánea (un fragmento del montaje Somcinc de la compañía Nats Nus), música, canciones y divertidos sketches teatrales sobre lo que habría pasado si el Kursaal se hubiera convertido en un hotel de lujo, en una piscina municipal o en un aparcamiento.
Unas 400 personas, en directo o filmadas (como la larga lista de actores y actrices que recitan frases celebres de conocidas obras de teatro, entre los que destacaban Jordi Boixaderas, Jordi Díaz, Lluís Soler, Roser Batalla), participaron en L'inauguraal, un espectáculo ingenioso y divertido que contó con una invitada de excepción: la popular Mary Santpere, que protagonizó la última representación del Kursaal antes de su cierre con la revista Loco, loco music hall de la compañía El Molino, apareció reencarnada en la polifacética Lloll Beltrán, junto con media docena de boys con elàstics blaus que la acompañaban en aquello del remena nena.
A la salida, un fabuloso castillo de fuegos artificiales puso fin a una velada llena de emociones y anticipaba, sin quererlo, el primer montaje en gira que acogerá el teatro: En Pòlvora, de Àngel Guimerà.
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