Royal bate a Sarkozy en audiencia
La candidata socialista sale triunfante de su intervención en el programa estrella de la televisión francesa
Ségolène Royal disfrutó ayer de un día triunfal. Tras un mes dando tumbos, cayendo en los sondeos, sin una buena noticia que llevarse a la boca incluso cuando ningún error le era atribuible, su intervención, el lunes, en el programa estrella de TF1 Tengo una pregunta que hacerle, ha reactivado su carrera hacia la presidencia. La candidata socialista pudo vanagloriarse de haber batido a su contrincante conservador Nicolas Sarkozy en cuanto audiencia, estableciendo un récord de casi nueve millones de espectadores, con una punta de 10,5.
Durante más de dos horas, vestida con falda oscura y su clásica chaqueta blanca, Royal respondió a las preguntas de un panel de un centenar de personas seleccionadas por un instituto de opinión en representación de las distintas franjas de la sociedad francesa. Dirigido por Patrick Poivre d'Arbor, el emblemático y veterano presentador del informativo de la noche, el éxito del programa consiste en que articula de forma sencilla y realista lo que Royal reivindica a lo largo de su campaña: la democracia participativa. El presentador se limita a dar los turnos, agrupar las cuestiones y mantener el ritmo. Los protagonistas son los espectadores. Según Mediametrie, 8,91 millones de personas vieron el programa, frente a los 8,24 millones que siguieron a Sarkozy hace dos semanas. El pico se situó en 10,5 millones. La cuota de pantalla fue del 37% frente al 33% del candidato conservador.
8,91 millones de espectadores vieron a la aspirante del PS, y 8,24 a Sarkozy
Royal se mostró segura y muy suelta. No posee las cualidades retóricas de Sarkozy, pero lo compensa con su empatía, con la sensación de proximidad y de escucha que transmite. Ni siquiera la prensa conservadora se lo discutía ayer, aunque se encargaba de recordar que los sondeos siguen a la baja. Las preguntas se centraron en temas concretos y específicos que ella respondió con paciencia no exenta de polémica.
Hubo varios momentos especialmente efectistas, pero el punto central del programa tuvo lugar cuando Charlotte, una combativa mujer de 63 años, le preguntó: "¿Cree usted sinceramente que está preparada para afrontar las responsabilidades de un jefe del Estado e imponerse frente a estos frustrados del poder?". Era lo que Royal parecía estar esperando para reivindicarse como persona y como político, después de haber sido menospreciada sistemáticamente.
"Es mucho más duro para una mujer", le respondió, "pero creo que el momento ha llegado de que Francia tenga una mujer en la presidencia de la República". "Soy diplomada de la Escuela Nacional de la Administración, pasé siete años junto a François Mitterrand, conozco todos los arcanos de la presidencia y del Gobierno, he sido tres veces ministra, cuatro veces diputada, soy presidenta de región, conozco los mecanismos del Estado". Y proclamó: "Soy la única que puede hacer el cambio profundo que necesita Francia".
Cinco semanas después de que Sarkozy entrara en campaña y que la estrella de Royal empezara a declinar, al tiempo que subía la del centrista François Bayrou -a quien las encuestas dan entre un 16% y un 17% de intención de voto-, la carrera electoral parece haber dado un nuevo giro y entrado en una llanura en la que los perfiles son más difusos y los pronósticos se solapan.
El candidato conservador, cuyo olfato político nadie pone en duda, podría haber detectado un corrimiento de la opinión que aún no muestran las encuestas. En la franja de la derecha empieza a haber demasiada gente. Sarkozy podría acabar encajonado entre el ultraderechista Jean-Marie Le Pen y Bayrou, mientras que la izquierda es toda para Royal. Hay una Francia que se mira en la candidata socialista y a la que Sarkozy da miedo, porque no está preparada para competir.
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