Soberbio Zapater
Al Zaragoza le alcanza con el medio para derrotar al Villarreal, que echó de menos a Riquelme
Tan maduro como fenomenal, Zapater se valió para doblegar y retorcer al Villarreal, equipo desabrido que ha perdido la expresividad que destilaba en tiempos pasados. En el fútbol actual, por eso de que no aporta casi nada en el aspecto defensivo, renquea la figura del media punta, jugador que aúna calidad individual con visión panorámica. Una especie en extinción que a principios de curso defendía tanto el Zaragoza como el Villarreal. Ya no.
Aimar, que no jugó por lesión, queda desplazado a la banda izquierda; Riquelme deleita de nuevo en la Bombonera del Boca Juniors argentino. Consecuentemente, ambos conjuntos han perdido chispa, profundidad. Anoche, el Villarreal se sonrojó ante la falta de una propuesta clara, de automatismos. No así el Zaragoza, que resolvió su deficiencia con Zapater.
ZARAGOZA 1 VILLARREAL 0
Zaragoza: César; Diogo, Sergio, Gaby Milito, Juanfran; D'Alessandro (Lafita, m. 84), Zapater, Movilla, Óscar (Nery, m. 65); Sergio García y Diego Milito (Chus Herrero, m. 90). No utilizados: Miguel, Ewerthon, Piqué y Longás.
Villarreal: Barbosa; Javi Venta, Quique Álvarez, Fuentes, José Enrique; Cani (Marcos, m. 63), Senna, Josico, Matías Fernández (Forlán, m. 76); José Mari y Tomasson (Guille Franco, m. 63). No utilizados: Viera, Arruabarrena, Somoza y Bruno.
Goles: 1-0. M. 31. Zapater conecta un disparo raso que repele el poste y Diego Milito, atento, lo aprovecha.
Árbitro: Fernández Borbalán. Mostró la cartulina amarilla a Josico, Diogo y Nery.
Unos 20.000 espectadores en la Romareda.
Regados por la lluvia, se batieron en la Romareda dos equipos de síntomas parejos. Emplean un 4-4-2 con dos medios centros y entienden el fútbol por su vertiente ofensiva. Difieren, sin embargo, en el estilo. El Villarreal, dinámico, de transiciones rápidas aunque un tanto inseguras, ensanchó en campo y se desfondó por los costados. El Zaragoza, pausado, fundamenta su apuesta desde la segunda línea, donde los interiores, desapegados a las alas, trazan diagonales y crean hueco para los carrileros. Toca en la medular el equipo aragonés al tiempo que se pierde en la zona de tres cuartos. Lo solucionó Zapater.
La marcha del argentino Riquelme ha condicionado sobremanera al Villarreal, que ya no destila brillantez alguna. Matías Fernández tiene clase y liquida con suficiencia los uno contra uno. Pero no se entiende con quien le rodea.
Así, la presión avanzada del Zaragoza repercutió en la posesión contraria, que fue efímera, indolente. Sólo el recién incorporado Tomasson tuvo una ocasión clara. Pero disparó al bulto. Algo semejante ocurrió en el área contraria, donde Barbosa se hizo internacional al sacar varias manos prodigiosas a Sergio García y los hermanos Milito.
Hasta que apareció multiusos Zapater, al que lo mismo le da rebanar balones que entregarlos a los compañeros adelantados en bandejas de oro. Así, cuando dio un par de pasos hacia arriba, cuando salió un poco de sitio para conectar las líneas, el Zaragoza se reencontró con su mejor versión. Repartió juego con equidad y se atrevió a probar el pase vertical. Resultó fantástico. No sólo regaló dos asistencias soberbias que el equipo no definió, sino que en una de esas, pisó área, caracoleó, y el poste repelió su disparo. Diego Milito lo aprovechó. Al Zaragoza le alcanzó con eso, con Zapater.
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