La gaviota, la serpiente y el conejo
En este diario, que en mi opinión representa mejor que ningún otro la conciencia democrática española, la gaviota del Partido Popular se confundía, en una ilustración de un artículo de opinión, con el hacha y la serpiente de ETA hasta ser uno y lo mismo. Era en la edición catalana del pasado miércoles 7 de febrero para ilustrar el artículo ETA y PP, la pareja suicida, del catedrático de Derecho Constitucional J. A. González Casanova. Por si fuera poco, el cuadro se completaba con unos gusanos. Los gusanos comen muertos y la gaviota come gusanos. La ilustración tiene un relativo precedente que debiera haber hecho meditar a los responsables del periódico en Barcelona. Hace unos meses el diario Gara publicó una viñeta en que la serpiente etarra se enroscaba en torno de la rosa socialista. La ilustración sintetizaba la opinión vertida en el artículo de González Casanova.
La lectura del artículo y la ilustración han producido llamadas y cartas de protesta. Javier Ortiz Pérez de Ayala ha escrito para expresar su "asombro" y "pesar". "En mi opinión, tanto ese artículo como el dibujo que lo acompaña son absolutamente impropios e indignos de un periódico serio, como sin duda es EL PAÍS. Es ofensivo, irreal, carente del más mínimo rigor intelectual y, desde luego, en absoluto democrático pretender la más mínima equiparación, la más remota, la más ligera, la menos relevante, entre un partido político respetuoso con la ley, indudablemente democrático y votado por el 40% de los españoles, es decir, unos diez millones de personas honradas y merecedoras de todo respeto, y la banda terrorista en activo más sangrienta de Europa, cuyo objetivo, perseguido mediante el asesinato y la coacción, es la imposición a sangre y fuego de un ideario demente".
"Siguiendo el pensamiento (sic) de don J. A. González Casanova, si el Partido Popular y esa banda terrorista son lo mismo, cualquier votante de ese partido (yo, sin ir más lejos) es igualmente lo mismo que cualquier miembro del grupo terrorista, uno cualquiera de esos que acumulan decenas de asesinatos, bombas en calles o locales públicos, tiros en la nuca, extorsiones...".
Jorge Iglesias, por su parte, escribió: "Sinceramente, cuando hoy he visto la edición para Cataluña de EL PAÍS no podía dar crédito. ¿Era cierto lo que veían mis ojos? ¿Realmente el periódico que he estado leyendo durante los últimos 25 años de mi vida había caído tan bajo? ¿Tanto como algunos de sus competidores con otra orientación política que se permiten artículos y alegorías visuales del mismo pelaje pero de signo político opuesto?".
Ecuanimidad
"Pues sí. Tristemente, era cierto. Si ya muchos lectores sospechábamos desde hace tiempo de la falta de independencia y ecuanimidad de EL PAÍS en todo lo referente a la política nacional, el contenido y la ilustración del artículo ETA y PP, la pareja suicida, de José Antonio González Casanova, demuestran bien a las claras que definitivamente EL PAÍS ha caído en el amarillismo y la tendenciosidad que sus editorialistas tanto critican (con mucha razón) en otros medios de comunicación".
Manuel Medina: "Tan sólo un par de líneas para manifestar mi indignación por el artículo del señor
en la edición catalana y el dibujo que lo acompaña. Son en realidad sólo una escalada en la deriva manifiesta de su periódico hacia la demonización de la única oposición existente en España y una ofensiva para expulsar al Partido Popular del sistema político, lo que, desde el Pacto del Tinell en Barcelona, parece ser doctrina de Estado bajo Zapatero. Que el PSOE se lance a la infamia de comparar al partido de Miguel Ángel Blanco, pero también de José María Aznar, víctima a su vez de los etarras, con la organización terrorista, es algo que venimos viendo últimamente. Que su periódico lo haga ya de forma tan rotunda da vergüenza a quienes hemos sido sus lectores. Ustedes, que han sido uno de los principales pilares de una transición que nos devolvió el orgullo de la ciudadanía".
El artículo, firmado por un conocido catedrático, ha podido sorprender; que se haya ilustrado por el EL PAÍS confundiendo los símbolos de ETA y el PP, agusanados, ha parecido a muchos lectores intolerable. El periódico puede no suscribir las opiniones de sus colaboradores, pero sí elige las ilustraciones que las acompañan.
Y existe, en mi opinión, un riesgo aún mayor: extender la opinión de quienes equiparan un miserable grupo terrorista con un partido democrático votado por 10 millones de españoles. La libertad de expresión no tiene, por desgracia, una amplia tradición en España. Son los jueces los que fijan los límites penales y civiles. Pero son los periodistas los que fijan las fronteras de lo que es éticamente aceptable en los medios en los que trabajan.
En un periódico caben muchas cosas, pero ¿caben comentarios, por muy amparados que estén en la libertad de expresión, como el "sinvivir de la albóndiga mediática intentando encontrar Goma 2 aunque sea en el conejo de su madre", publicado en la última página de este diario el pasado jueves 8 de febrero?
El Libro de estilo de EL PAÍS, código al que debe limitarse el Defensor, afirma en su artículo primero que EL PAÍS acoge todas las tendencias "excepto las que propugnan la violencia para el cumplimiento de sus fines". Confundir a ETA con un partido democrático es borrar los límites de la democracia y relativizar la violencia terrorista. Y, de paso, amparar la violencia verbal.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonear al número 91 337 78 36.
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