"La playa de Bahía me dio ventaja"
Nadie recorre más kilómetros que él en la Liga. Nadie cuelga más centros en el área rival ni envía más pases de gol (8). Daniel Alves da Silva (Brasil, 1983), es el pulmón del mejor Sevilla de la historia. Esta noche, su equipo se enfrentará al Betis en Heliópolis pensando en recuperar el liderato.
Pregunta. En Navidad se hizo famoso por celebrar un gol con un gorro de Papá Noel que se sacó de los calzones. ¿Cómo jugó medio partido con el gorro metido en un lugar tan sensible?
Respuesta. Iba a saltar al campo y un aficionado vino y me dio el gorrito. Me lo puse en el pantalón. La verdad es que me molestaba un poco. En el descanso me lo quité, pero vino Luis Fabiano y me dijo: 'Déjatelo ahí, que por algo te lo dieron'.
"El secreto de nuestra banda, con Navas, es que nunca se sabe por dónde vamos a salir. Si por dentro, por fuera, con un desmarque largo..."
P. Entonces, ¿buscó el gol para liberarse del picor?
R. La verdad es que, cuando pedí tirar la falta, vi que la portería estaba enorme. ¡Grandísima! Sentía el gorrito ahí metido y me dije: 'Ahora me lo voy a quitar'. Gracias a Dios, marqué y me lo puse para celebrarlo.
P. Lleva 136 centros en lo que va de Liga. ¿Los cuenta?
R. ¡No tengo tiempo! El fútbol va cada día más rápido. Ya no hay tiempo ni de respirar.
P. ¿Cómo hace para mantener el mismo ritmo durante tanto tiempo sin cansarse?
R. Toda mi vida corrí muchísimo. Desde niño hacía mucho físico. Corríamos en la playa y eso te da una condición muy positiva para el futuro. Cuando entré en la cantera del Bahía, la playa de Itapoá está al lado de la residencia. Jugábamos mucho allí. La arena te da fuerza en los tobillos y sensibilidad en los pies porque el terreno presenta más dificultades para golpear el balón por el tema de la inestabilidad. Luego, cuando pisas el césped, es más fácil equilibrarte. Cuando íbamos a jugar las copas infantiles y juveniles a otras ciudades en las que no había playa, goleábamos. La playa nos daba una ventaja.
P. ¿Cómo se hizo futbolista?
R. Soy de Juazeiro. Allí los niños dan patadas desde el vientre de sus madres. Mi pueblo es famoso por dos cosas: primero, por el puente sobre el río San Francisco, que une Bahía con Pernambuco. Después, por los artistas: los músicos, los futbolistas y los escritores. João Gilberto y Luiz Pereira son de allí.
P. ¿Cómo se plantea un partido contra un extremo cuando usted mismo piensa siempre en irse arriba?
R. Ésa es mi arma. Si con un futbolista como Ronaldinho te limitas a estar pendiente de él, prácticamente no vas a jugar.
P. Su Sevilla se define por las bandas, por el juego abierto. ¿No necesitaría más pase interior?
R. Tenemos dos maneras de jugar: tanto por las bandas como directo con Freddy [Kanouté] y Luis Fabiano. Pero hacemos mucho daño cuando estamos bien por las bandas. Así creamos muchas complicaciones al contrario porque siempre es más difícil marcar a los atacantes que entran por fuera. Yo, cuando he jugado como volante central, he defendido más fácil porque la gente se acumula ahí. En la banda hay más espacios.
P. ¿Cómo conviven los carrileros como usted con los extremos como Navas?
R. Cuando juego con Navas por delante, se me hace más fácil sorprender porque el lateral está pendiente de él. Tener un futbolista ahí te da libertad y espacios. Nos entendemos perfectamente. Si Jesús hace el desmarque por fuera, yo le doy la ayuda por dentro; si él viene adentro, yo le doy la ayuda por fuera. Es el secreto de nuestra banda derecha: nunca se sabe por dónde vamos a salir. Si por dentro, si por fuera, con un desmarque largo, con uno corto o jugando en largo para Freddy.
P. ¿Por qué en Brasil proliferan los laterales largos?
R. De toda la vida, en Brasil los laterales han sido más carrileros que defensas: de ir pabajoparribapabajoparriba... Desde Carlos Alberto a Jorginho y a Cafú... Han sido los referentes. Quizá en el Mundial de México 86, con Carlos Alberto, la gente se dio cuenta de que los laterales no tenían sólo que defender, sino que debían apoyar a los atacantes. Mi gran dificultad cuando vine al Sevilla fue que los laterales defendían mucho y atacaban poco. Mis características no eran ésas. Lo pasé un poquito mal. Con el tiempo encontré el equilibrio. Conocer el momento de atacar y el momento de defender para no dejar huecos a la espalda.
P. ¿Siempre fue carrilero?
R. Todos los padres de Brasil quieren que sus hijos sean delanteros y goleadores. Si vas a una escuela y preguntas quién de entre diez chicos es defensa y te responde uno, es algo increíble. Todos dicen que son atacantes. Yo he ido bajando: delantero, extremo, volante, lateral, central... ¡Rodé por todo el campo!
P. Caparrós no sabía situarlo.
R. Hubo una temporada en la que jugué como lateral y Redondo, que es otro lateral, como extremo. Joaquín nos ponía así para que Redondo siempre tuviera la espalda cubierta. Después se fue dando cuenta de que mis características eran mucho más ofensivas y me empezó a poner de extremo. Me costó convencerle de que mi posición era la de lateral-carrilero. Él estaba encima todos los días tratando de que yo mejorase defensivamente.
P. ¿Qué espera de su equipo en este campeonato?
R. En el Sevilla, el que dice que no piensa en ganar la Liga miente. Es cierto que es muy complicado competir con el Madrid, el Valencia o el Barcelona. Tienen los mejores futbolistas y tienen unas estructuras grandísimas. Pero nosotros hemos mejorado muchísimo. Nos hemos ganado el respeto que tienen los campeones. Nuestro objetivo es seguir de cerca el liderato. Si no conseguimos el título, que sea un puesto para la Champions.
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