Letizia despide entre sollozos a su hermana
Érika Ortiz fue incinerada ayer en Madrid en un acto familiar al que asistieron el Rey, los duques de Lugo y los de Palma de Mallorca - Las cenizas serán trasladadas a Asturias
Érika Ortiz Rocasolano, de 31 años, hermana menor de la princesa de Asturias, fue incinerada a las dos de la tarde de ayer en el tanatorio La Paz de Alcobendas. Fue una ceremonia breve y familiar, a la que sólo tuvieron acceso los más cercanos. Acompañaron a doña Letizia y a don Felipe, el Rey, los duques de Lugo y los de Palma de Mallorca. La Reina, tras suspender su viaje por Indonesia, no llegó a tiempo. Tampoco la otra hermana de Érika, Telma, que regresaba de Manila. Junto a la familia ocupó un puesto destacado Antonio Vigo, ex pareja de la fallecida y padre de su hija, Carla. La pequeña, de seis años, ayer no conocía todavía la muerte de su madre. La familia no dará a conocer el resultado de la autopsia. Las cenizas serán trasladadas a Asturias.
La princesa Letizia no pudo contener las lágrimas tras su mensaje de agradecimiento
"Gracias a todas las personas que se han sentido apenadas por la muerte de mi hermana pequeña". La princesa de Asturias no pudo continuar la frase. Las lágrimas le impedían articular palabra. Con un pañuelo blanco en su mano izquierda, se secaba los ojos, mientras que con la derecha se aferraba al brazo del Príncipe, que continuó el mensaje que su esposa no pudo concluir ante los periodistas, al término de la ceremonia de incineración: "Gracias en nombre de toda la familia por el trato recibido, y siento el remojón".
A esa hora, 14.40, llovía en Madrid, como todos los días señalados en la vida de Letizia Ortiz. Llovió a cantaros el día de su boda, y en el que nació su hija Leonor. Ayer, la Princesa vivió sus horas más tristes: se despedía de Érika, su hermana menor, hallada muerta el pasado miércoles en el dormitorio de su casa, tras meses en los que la depresión no la abandonó.
La familia Ortiz Rocasolano marcó el protocolo del adiós. Quiso que éste fuera íntimo y reducido. Se permitió el acceso de los medios de comunicación a las puertas del tanatorio pero no su presencia en el responso. Tampoco se acercaron hasta Alcobendas políticos y representantes de la sociedad española por deseo expreso de doña Letizia. Querían una ceremonia familiar y por eso sólo estaban los más allegados. Todos los que estaban cerca, porque la reina Sofía se encontraba volando desde Indonesia y Telma Ortiz no llegó de Manila hasta las nueve y media de la noche. La familia optó por no esperarla porque quería que no se prolongara la dolorosa despedida de Érika.
Una vez concluida la autopsia, realizada la noche del miércoles en el Instituto Anatómico Forense de Madrid, y cumplidas todas las diligencias, los restos mortales de la hermana menor de doña Letizia llegaron al Parque Cementerio La Paz en torno a las 13.30 de ayer. Media hora después, se bajaban de un coche, conducido por don Felipe, la Princesa de Asturias, vestida de riguroso luto, y su madre, Paloma Rocasolano. Ambas se abrazaron y juntas esperaron la llegada de las dos furgonetas que transportaban a las familias Ortiz y Rocasolano.
En un coche más pequeño llegó Antonio Vigo, el padre de la hija de Érika, Carla, de seis años. Él fue el único hombre de la vida de la pequeña de las Ortiz Rocasolano que tuvo un sitio en la ceremonia. Sus últimas parejas no estuvieron presentes.
Todos entraron en el templo cuando ya estaba dentro el cuerpo de Érika. Sólo los Príncipes se quedaron en la entrada esperando la llegada del Rey.
Los duques de Lugo acompañaban al Rey en su coche. Con un gesto que expresaba el dolor del momento, doña Elena buscó la mano de su padre; detrás, los duques de Palma. Don Juan Carlos besó muy afectuosamente a su nuera en cuanto la vio y ésta le hizo la pertinente reverencia, pero cuando se encontró de frente con doña Elena, el protocolo quedó a un lado: las dos se abrazaron y comenzaron a llorar. Conforme se sucedían los abrazos aumentaba la emoción. El dolor sólo quedó exteriorizado unos minutos porque enseguida se cerraron las puertas de la capilla y comenzó el oficio.
El responso fue pronunciado por monseñor Serafín Sedano, capellán de la Casa del Rey, en la más estricta intimidad. Duró sólo diez minutos. Tras el saludo, Sedano leyó un texto de San Pablo a los tesalónicos y un pasaje del evangelio de San Juan. Para cerrar, el salmo El Señor es mi pastor. En la capilla se oían sollozos contenidos. "Estaban muy afectados, pero lo han superado desde la visión cristiana", comentó a la salida monseñor Sedano.
Los padres de Érika, Jesús Ortiz y Paloma Rocasolano; su abuela materna, Menchu del Valle; sus abuelos maternos, Francisco y Enriqueta Rocasolano, y los príncipes de Asturias se acercaron uno a uno ante el féretro antes de que éste fuera retirado para la incineración. Tres coronas de flores primaverales eran el único toque de color.
Concluido el oficio, el Rey se despidió de los Príncipes acompañado de sus hijas y esposos. Y, de nuevo, escenas de dolor. Especialmente emotivo fue el abrazo de doña Letizia a Iñaki Urdangarín, que tuvo que secarse las lágrimas con un pañuelo tras musitar unas palabras de consuelo a su cuñada.
La Princesa volvió a su residencia abatida. Cuando se sentó en el coche que la llevaba, se olvidó de las cámaras por un instante y se la vio desplomarse en su asiento y acariciar su tripa de seis meses. Letizia sólo pudo velar media hora el cuerpo de su hermana pequeña, el tiempo que duró el responso y unos minutos más después de despedir al Rey. El miércoles, cuando se produjo la muerte de Érika Ortiz, doña Letizia, por consejo médico y recomendación del palacio de La Zarzuela, se quedó en casa, acompañada por el Príncipe. Desde allí siguió todo lo que en esos momentos sucedía, primero en el domicilio de su hermana -que había sido también el suyo- y luego en el Instituto Anatómico Forense. Sus padres fueron los encargados de acompañar en todos los trámites el cuerpo de Érika. Paloma Rocasolano pasó la noche en casa de los Príncipes, una velada presidida por el dolor y las numerosas llamadas de familiares, amigos, políticos y ciudadanos que llamaron a La Zarzuela para expresar su pésame.
Los Príncipes estuvieron en contacto telefónico con Telma Ortiz, hermana de doña Letizia y de Erika, a quien la noticia le sorprendió en Manila, donde trabaja como cooperante. Telma no llegó a tiempo para el último adiós a su hermana pero se reunió con los suyos ayer noche. Tampoco pudo estar en el tanatorio la reina Sofía, que llegó a las doce de la noche a Madrid tras interrumpir un viaje oficial por Indonesia y Camboya.
A última hora de la tarde, las cenizas de Érika Ortiz fueron recogidas en el Parque Cementerio La Paz por un miembro de la Guardia Real. La familia Ortiz Rocasolano quiere que sean esparcidas en Asturias, la tierra en la que Érika fue más feliz. Una felicidad que en los últimos meses de su vida no la acompañó.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.