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Reportaje:Fútbol | 21ª jornada de Liga

"No se me pasa por la cabeza dimitir"

"No nos han pitado tres penaltis", alega Capello mientras la directiva se plantea su destitución

Diego Torres

La pañolada provocó una onda expansiva. Todos los trapitos, los papeles, las revistas blancas, los pañuelos, se sacudieron en dirección a la franja que ocupan el banquillo y el palco, revueltos con el aliento de miles de hinchas indignados. El presidente del Madrid, Ramón Calderón, recibió el impacto de lleno. Unos metros por debajo, Fabio Capello, hombre de reputación marcial, permaneció en el foso todo el tiempo que le fue posible. Cuerpo a tierra.

Según fuentes próximas a la directiva, Calderón observó con desagrado la actitud reticente del técnico a sacar la cabeza en la ventolera. El instinto de supervivencia empujó a Capello a permanecer al abrigo del metacrilato aislante del banquillo. En la misma maniobra expuso a su jefe, Calderón, a un ejercicio de solitaria degradación política.

"Agradezco a los 'ultras' que me hayan apoyado. Para el resto, ya sé que el entrenador tiene la culpa de todo"
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"Nuestra obligación es apoyar a muerte a Capello", masculló Salgado al salir de la ducha. Obligados a morir por Capello como se sienten, jugadores y directivos preferirían otro escenario. Pero, al terminar el partido, casi como una reacción natural, la directiva del Madrid se autoconvocó para debatir una salida a la crisis. Pedja Mijatovic, el director deportivo, compareció para dar explicaciones. Sobre la mesa, los directivos pusieron una pregunta y un remedio elemental: "¿Y si echamos a Capello?".

La reunión improvisada acabó en tablas coincidiendo con el final del partido del Barça en Pamplona (0-0). Los dirigentes no quitaron el ojo del televisor. Tampoco tomaron una decisión.

Capello se presentó en la sala de prensa con el pelo revuelto y los ojos inyectados en sangre. Acababa de sufrir su séptima derrota en la Liga. El Levante había ganado al Madrid por primera vez en su historia. El Madrid suma diez partidos con sólo cinco goles en su haber, su peor racha anotadora en los últimos decenios.

"Hemos tenido seis o siete oportunidades de marcar", se defendió Capello; "y no nos han pitado tres penaltis". Su comparecencia tuvo el aroma de un dejà vu (ya visto). Capello viene dando el mismo tipo de excusas desde que empezó el campeonato, hace cinco meses. Entonces pidió 50 días para encaminar la situación. Han pasado más de 150. El presidente que le contrató se plantea la necesidad de destituirle, aunque para ello deba pagarle los dos años y medio de contrato que le restan. Capello se llevaría un total de 15 millones de euros brutos. Ésa es la indemnización por despido. Porque él no piensa irse por voluntad propia.

"No se me ha pasado por la cabeza dimitir", dijo; "yo quiero cumplir mi contrato. Quiero llegar a junio. Agradezco a los ultras que me hayan apoyado. En el resto del Bernabéu ya sé que siempre pasa así cuando las cosas no van bien. El entrenador tiene la culpa de todo".

Capello hizo un guiño al grupo más ruidoso del estadio, Ultras Sur, un núcleo de unos 3.000 aficionados de ideología mayoritariamente totalitaria que ayer permaneció indiferente al reclamo generalizado del resto. El técnico italiano insistió en el arbitraje. "Los jugadores no se explican la conducta de los árbitros", dijo. Resonó como una excusa. "El fútbol es así", enfatizó.

Capello no explicó por qué dejó a Robinho de entrada en el banquillo y en su lugar puso a Reyes, que no se había entrenado en toda la semana por una lesión. Cuando le preguntaron por el apoyo que le brindan los jugadores, replicó: "Yo no veo que el vestuario esté contra mí".

El técnico italiano evitó por todos los medios convocar a Beckham, que cobra un sueldo de diez millones brutos y que permanece inutilizado en la grada. En su lugar prefirió llamar a Nieto, que estaba en Castellón con el Castilla. Como consecuencia de su convocatoria, el equipo de Míchel se quedó con 16 jugadores. Cuando lo interrogaron por la ausencia del inglés, Capello hizo lo de siempre. Respondió acusando al ausente: "A mí Beckham no me gana en nada. En tres años aquí Beckham no ha ganado nada".

Fabio Capello da instrucciones a sus jugadores desde la banda. Al fondo, Abel Resino, su homólogo del Levante.
Fabio Capello da instrucciones a sus jugadores desde la banda. Al fondo, Abel Resino, su homólogo del Levante.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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