La Super Bowl, más centrada en los jugadores, se olvida de la fiesta
Pocas veces la Super Bowl, el evento deportivo de mayor valor del mundo, según la revista Forbes, el partido que trasciende fronteras, ha generado tantas historias, en la que el ataque más espectacular, los Indianapolis Colts, se enfrenta a la mejor defensa, los Chicago Bears. Tantos son sus protagonistas, que la expectación la generan los jugadores y los entrenadores y no, como es costumbre, la parafernalia que convierte un encuentro que verán más de 1.000 millones de personas en un circo mediático.
Y por encima de todos se erige la enorme figura de Peyton Manning, de los Colts, el que pase a pase es el mejor quarterback de su generación y que ha visto como sus detractores se dan la razón para decir: "Ni sabe ni puede ganar cuando realmente importa". A sus 30 años, Manning, hijo y hermano de quarterbacks, es uno de los rostros más reconocibles del país. Es dificil ver la televisión sin toparse con un anuncio que le tenga como protagonista. Manning representa al americano modelo: humilde, prudente y competitivo. Ese aura de romanticismo se creó por que nunca ha alcanzado la tierra prometida, la Super Bowl.
En frente tendrá a Rex Grossman, quarterback de Chicago, nacido y criado en Indiana, hincha de los Colts, y al que sin jugar el partido ya le han elegido en numerosas encuestas como el peor mariscal de campo en alcanzar una Super Bowl. Si Grossman ha llegado a donde esta es gracias a sus espectaculares defensas, liderados por Brian Urlacher, y que hacen justicia a las tradicionales duras defensas que ha dado Chicago a lo largo de su historia. Entre ellos se encuentra Terry Tanque Johnson, que fue arrestado el pasado diciembre por tercera vez en un año por posesión ilegal de un arsenal de rifles, pistolas y ametralladoras en su casa. Si ha podido viajar a Miami es por que un juez de Illinois, en una decisión sin precedentes, le permitió abandonar el estado de manera provisional.
Y está la historia de Tony Dungy, entrenador de los Colts y su antiguo ayudante y buen amigo Lovie Smith, de los Bears, que asegurarán un entrenador afroamericano con anillo de campeón en el dedo por primera vez.
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