Güiza sale a la luz

La llegada a mediados de diciembre de Maris Verpakovskis tuvo un efecto inmediato en la sequía goleadora que, por entonces, aquejaba al Getafe. No porque el cohete de Riga se haya prodigado en la faceta, sino porque ha servido de acicate para Daniel Güiza (Jerez de la Frontera, Cádiz; 26 años). "El mejor fichaje es el equipo entero", puntualiza el delantero andaluz, que, con cuatro goles en la Liga -en total, seis, el 33,3% del grupo- y tres en la Copa, ha cerrado enero con siete aciertos. El único que le ha hecho sombra ha sido Saviola, del Barça, con tres dianas en la Liga y cinco en la Copa.

Hasta la llegada de Verpakovskis, Güiza, nariz aguileña letal con espacios por delante, sólo había marcado contra el Racing, allá por septiembre, en la segunda jornada de la Liga. Entonces se sumergió en un remolino de molestias físicas. Según la versión oficial del club, todo se debía a una gastroenteritis. El jugador, que en su círculo íntimo explicaba que le "sangraba" el estómago, fue sometido a una dieta estricta durante dos meses y medio. En ese tiempo apenas se le vio por la ciudad deportiva anexa al Coliséum Alfonso Pérez, aunque no era raro verle en uno de los locales de moda de la noche getafense. "La noche confunde a los futbolistas", ha declarado al respecto quien, tras ocho partidos como titular, atraviesa por fin una buena racha y parece ajeno a los problemas familiares que trastocaron su trabajo la campaña pasada. Entonces anotó nueve goles, ocho de ellos en la primera vuelta.

La estabilidad se la ha dado Nuria Bermúdez, estrella de la prensa del corazón reconvertida en agente FIFA. "¡Hasta ha marcado fuera de casa, el día de Tarragona [1-3], lo que parecía imposible! Güiza ha roto el maleficio", confían desde el vestuario.

"Güiza está más animado que nunca y ahora no le para nadie. Es capaz de jugar dos partidos en un día y es muy importante para él y para el equipo", refiere a su vez Bernd Schuster. El técnico alemán ha usado el palo y la zanahoria en función del revoltoso estado anímico del punta. "¿Qué Güiza se quiere ir? ¡Que se vaya!", tronó en la pretemporada, meses después de recomendarle que "apretase el culito" cuando chutase a puerta, a ver si ganaba efectividad. Sin duda, la frase que define la relación amor-odio entre el capataz y el peón.

"Ha sido el entrenador que más me ha llamado la atención. Se puede aprender muchísimo de él. Ha sido futbolista y sabe entender muy bien a los jugadores", responde el 9, que no se anda con chiquitas: "Si Schuster abandona el barco el curso que viene, no tiene por qué hundirse. A lo mejor se va y somos campeones de la Liga". De momento, Güiza ha vuelto a sonreír. A la mínima, saca el carácter "atrevido", que tanto le gusta a Schuster, "de la gente del Sur". "¿Qué Ziganda ha dicho que me ha visto blando? ¡Pero si me han hinchado a hostias!", dijo el lunes tras endosarle dos goles a Osasuna. Por mucho que haga, el pistolero andaluz tiene muy difícil acabar con su fama de rebelde. Por mucho que en Segunda marcase 37 goles en dos temporadas con el Ciudad de Murcia. "Hemos fichado al más golfo del fútbol español", le presentó el presidente.

Güiza, tan alto y corpulento como habilidoso y seguro con el balón en los pies, nunca ha perdido el respeto del mandatario del Getafe, el empresario Ángel Torres. "Siempre le he defendido", dice Torres, que ayer por la tarde asistió al funeral del socio número 1 del conjunto madrileño, Aurelio Miranda. "Es verdad que me ha mimado", reconoce el futbolista, criado entre las chabolas del barrio jerezano de El Chicle. Allí conoció a Kiko, su gran referente, que entrenaba a la muchachada del Liberación, su primer equipo. Tanto despuntó que algo después el Xerez le vendió al Mallorca, en el que chocó con Luis Aragonés. Güiza acabó cedido en el Barça B y el Recreativo con más pena que gloria. Sin goles. Siempre a contracorriente. Hasta se durmió durante una sesión de vídeo del actual seleccionador. "Estaba oscuro y me dio la modorra", se explica antes de asegurar que ni le ha ocurrido ni le ocurrirá con Schuster: "Los vídeos duran menos".