El Getafe se lo cree
Güiza, Alexis y Verpakovskis sentencian a Osasuna y salvo debacle colocan al cuadro de Schuster en semifinales
Un equipo de retales, el Getafe, falto de estrellas del pop, con más fogoneros que almirantes, con un presupuesto modesto pero administrado al límite, alargó anoche su sueño de sentirse grande. El cuadro de Bernd Schuster insiste en hacer historia.
El cuadro de Bernd Schuster insiste en hacer historia. Si no tenía bastante con el Mestallazo, con eliminar al todopoderoso Valencia y pisar por primera vez los cuartos de final de la Copa, volvió a superar a Osasuna -y van tres veces en la temporada, siete goles a favor y ninguno en contra- desplegando un juego de fuegos artificiales.
GETAFE 3 OSASUNA 0
Getafe: Luis García; David Cortés, Alexis, Tena (Verpakovskis, m. 61), Paredes; Celestini, Casquero; Mario Cotelo, Paunovic (Pachón, m. 82), Nacho; y Güiza (Alberto, m. 57). No utilizados: Abbondanzieri; y Albín.
Osasuna: Ricardo; Izquierdo, Cuéllar, Josetxo, Corrales; Nekouman, Raúl García; Juanlu (Juanfran, m. 60), Font, David López (Romeo, m. 70); y Webó. No utilizados: Elía; Puñal y Cruchaga.
Goles: 1-0. M. 10. Córner que bota Mario Cotelo, testarazo de Alexis y Güiza cabecea sin oposición a la red. 2-0. M. 38. Saque de esquina que Alexis remata sin oposición. 3-0. M. 62. Verpakovskis aprovecha un error de Ricardo y chuta a puerta vacía.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Romeo.
16.000 espectadores en el Coliséum Alfonso Pérez.
Frente a una defensa de cartón piedra que hizo agua cada vez que le apretaron, el Getafe se recreó en las jugadas de estrategia. Por ahí, con Mario Cotelo desde el banderín, llegaron los dos primeros goles. Güiza, el mejor delantero de 2007, autor de siete dianas en otros tantos partidos, adelantó al grupo madrileño a bocajarro, en un gol de picardía. Escorado en el segundo palo, casi plantado bajo el larguero, el artista jerezano sólo tuvo que acompañar un testarazo de Alexis reclinando con esmero la cabeza. El Getafe, que rentabiliza sus ocasiones como nadie, se adelantaba a la primera.
No fue la única vez que la zaga navarra se quedó con el tanga al aire. Alexis, un central de proyección que nunca pierde la posición y que por alto va como Santillana, ganó con creces la batalla aérea a Cuéllar y Josetxo.
Y eso que Osasuna, caliente por la derrota de tres días antes, en el mismo terreno, salió resuelto a por el duelo. Aunque terminó escaldado, agradeció la presencia de Raúl García, que descongestionó el tráfico del mediocampo y, con su ojo de halcón para los espacios, generó media docena de buenas oportunidades. El Getafe, con su fiabilidad extrema y su gusto por el primer toque, por tirar a la primera paredes y diagonales, desvirtuó los planes de Osasuna. Webó, sobre todo en una media volea que obligó a emplearse a fondo a Luis García, fue el más incisivo de los de Ziganda. El portero suplente del equipo del sur de Madrid estuvo mucho más afortunado que Ricardo, que convirtió un balón bombeado de Paredes en una asistencia para Verpakovskis. El cohete de Riga, que apenas llevaba un minuto en el césped, se encontró con un regalo impensable, un balón muerto, a puerta vacía, indigno de un meta de Primera. El correcalles letón marcó así su primer gol en España.
Antes del harakiri de Ricardo, la cuadrilla que comanda Schuster había reculado a la cueva. Ahí, afilando el contragolpe, el Getafe se siente como en casa. Dejó hacer a Osasuna, y le abrió un par de sendas por las que alargase sus líneas para luego rematarle por la espalda. De esa guisa, con Celestini trazando tiralíneas, exprimiendo el KO mental de la zaga rojilla, Paunovic y Verpakovskis desperdiciaron un puñado de ocasiones.
El Getafe no dio la puntilla a Osasuna, pero casi. Ziganda le vio las orejas al lobo, también conocido como Bernd Schuster, que ya sabe lo que es ganar la Copa con el Madrid, el Barça y el Atlético. El preparador germano ha transmitido su gen ganador a una pléyade de jornaleros que, a la espera del imposible, se comporta como un equipo. Ésa es la razón por la que el Getafe, una muchachada sin apellidos ilustres, una panda de plebeyos que cuestiona a los nobles, juega de vicio y se comporta como un grande.
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