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Entrevista:Ex tenista, ganador de 25 títulos 'grandes' entre individuales y dobles | Tenis | Open de Australia

"Nadal debe subir más a la red para no convertirse en predecible"

John Newcombe (1944, Sidney) se pasea por el Open de Australia con el mismo bigote que le acompañó en sus 25 títulos del Grand Slam entre competiciones individuales y de dobles. También ganó cuatro veces la Copa Davis, las de 1965 y 1967 contra España, liderada por su amigo Manolo Santana. Es el único que ha amenazado "de muerte" al estadounidense John McEnroe y ha vivido para contarlo. Y George W. Bush, el presidente de Estados Unidos, tuvo que dejar de beber cerveza por su culpa.

Pregunta. El Open de Australia, como el resto del circuito, vive rodeado de dinero. Nada que ver con su época.

Respuesta. Todo es más grande ahora. Antes de la era Open no había ni premios económicos. Recuerdo ir al Campeonato de Estados Unidos y que me dieran una habitación en un hotel y 500 dólares para gastos. No me llegaba. Por las mañanas pedía té y tostadas en la habitación y luego compraba latas de judías. Ya en la era Open volví a ganar Wimbledon y me dieron 10.000 dólares. Ahora el ganador se lleva un millón.

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P. El suizo Roger Federer ha ganado los últimos cuatro.

R. Le gusta atacar la bola, se defiende bien, es muy rápido... Antes tenía un problema mental: se enfadaba consigo mismo. Tras tirar la raqueta al suelo en Hamburgo, lo arregló. Yo aprendí eso a los 12 años. Para sacar lo máximo de mis habilidades hube de controlar mis emociones. Rafa Nadal tiene sólo 20 y ya le está empujando, pero debe mejorar.

P. ¿En qué?

R. La volea, el servicio, la derecha y su conocimiento de cómo moverse alrededor de la red. La única manera de aprender eso es subir más. Necesita hacerlo para romper el ritmo, los patrones de su juego. Si intenta ganar los puntos siempre desde el fondo, se convertirá en predecible.

P. Santana lloró al ver a Nadal en 2006 en la final de Wimbledon, que él se adjudicó en 1966.

R. Aquella victoria de Manolo fue increíble. Le pregunté que por qué no ganó ese año en Roland Garros. Me contestó: "No jugué. Podía haberlo ganado, pero soñaba con Wimbledon". Se marchó a Inglaterra y jugó todos los pequeños torneos de hierba acompañado por mi compatriota Lew Hoad, que le enseñó cómo jugar en esa superficie.

P. ¿Cómo recuerda las dos finales de la Copa Davis contra España?

R. Había cientos de aficionados españoles. Hacían mucho ruido. Manolo era Dios para ellos.

P. Australia ama ese torneo.

R. Llevamos más de 100 años jugándola. Geográficamente, estamos lejos, muy lejos, del resto del mundo. Así, es difícil explicar a la gente lo bueno que creemos ser. Así que nos embarcamos en la aventura de ganarla. Eso, desde el principio, cautivó la imaginación de los australianos. En tiempos, ir a Europa implicaba meterse tres meses en un barco.

P. ¿Recuerda su primer viaje?

R. Fue en 1961. Fuimos a Calcuta y Beirut. En Calcuta había ocho millones de habitantes y sólo dos tenían casa. El resto dormía en la calle. Cincuenta niños a la vez me pedían dinero. Nunca había visto algo así. Me abrió los ojos. Y Beirut estaba lleno de tanques y soldados. Hubo otras experiencias. En Barcelona, la cerveza era magnífica. Entonces, un jugador podía beberse una jarra y no asustarse al decirlo. Se decía que yo tenía un hermano gemelo: a las 11 de la noche, John se iba a la cama y Jack se escapaba. Pero teníamos un código: si salíamos de noche, entrenamiento doble al día siguiente.

P. Hasta salió con los Bush.

R. Conocí a George Bush, padre, cuando era director de la CIA. Su hijo, George W. Bush, es dos años menor que yo. Visitamos su casa en unas vacaciones y salimos a tomar unas cervezas. Era un bromista. Pensó que podía beber más que un australiano. A la vuelta, la policía le hizo un control de alcoholemia y dio positivo. No bebe desde que cumplió los 40.

P. Con Stolle, jugó en dobles contra McEnroe y Fleming. Uno de los encuentros más sucios.

R. Fue una pelea. Yo tenía 37 años y Stolle 32. Sólo jugábamos por diversión. En un Open de Australia llegamos a las semifinales. Increíble. Nos esperaban los mejores: Fleming-McEnroe. Yo escribía artículos y a McEnroe no le gustaban mis críticas. Siempre intentaba intimidar. En el primer juego, con una bola fácil, me golpeó. No se disculpó. Stolle estaba nervioso. Me dijo que les había escuchado decir que iban a golpearnos. McEnroe le dio en la nuez. Entonces, cogí la raqueta, se la puse delante de la nariz a McEnroe y le dije que le iba a matar. Las venas me explotaban. Ganamos ese set, pero perdimos.

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