Jean-François Deniau, ex embajador de Francia en madrid
Escritor, liberal y europeísta, ocupó seis carteras distintas entre 1973 y 1981 en los Gobiernos de Giscard d'Estaing
Jean-François Deniau (París, 1928), escritor, europeísta, ex ministro en los gobiernos de Giscard d'Estaing y ex embajador francés en España durante la transición, falleció el 24 de enero a los 78 años. Padecía cáncer de pulmón desde 1991.
Jean-François Deniau vivió varias vidas. Sucesivas o alternativas. Licenciado en Derecho y por la Escuela de Administración pública, a ese parisiense de 1928 lo encontramos en Bruselas en 1957 como redactor del preámbulo del Tratado de Roma para a continuación desempeñar distintas misiones dentro del organigrama de lo que aún no se llamaba comunidad europea. En 1965 le nombraron embajador en Mauritania y, entre 1973 y 1981 ocupó seis carteras distintas, siempre al servicio de Giscard d'Estaing. Es en ese periodo cuando fue nombrado embajador en España y como tal intervino en nuestra agitada transición. Deniau tuvo un papel importante en la negociación destinada a desatascar el retorno del president Tarradellas, única autoridad republicana que se incorporó a la vida política española reconociéndosele la legitimidad de un cargo y una institución abolidos por Franco.
Durante su estancia en España desempeñó un papel importante como garante de la transición ante la comunidad europea. Próximo a la Zarzuela sirvió de valedor a Adolfo Suárez, personaje que despertaba muchos interrogantes en las capitales europeas. Sus modelos de juventud -las lecturas de Kipling o Kessel, el ejemplo de su hermano resistente- le sirvieron también en esta ocasión a este diplomático que se desdoblaba en espía, que se paseaba apoyado en un bastón de empuñadura de plata, tenía los ojos azules y el verbo encendido.
En esa época parecía posible desactivar a ETA, convencerla de que Franco había muerto y pronto todas las opiniones podrían expresarse libremente. En ese sentido Giscard, a pesar de fría altivez, estaba mejor predispuesto a cambiar la actitud de Francia respecto al terrorismo de lo que estuvo Mitterrand en un primer momento. Luego el presidente socialista también evolucionaría.
Tras ese periodo de agitación política para Deniau vino otro más sereno, dedicado a sus otras dos grandes pasiones, la vela y la literatura. Como navegante nunca arrió definitivamente las velas y en 1995, justo tres meses de sufrir la implantación de un triple bypass, se lanzó a la travesía del Atlántico en catamarán. Huía del dolor pero también de la enfermedad, de un cáncer pulmonar del que se trataba desde 1991. Y ha conseguido ir siempre por delante hasta ahora que la enfermedad le ha vencido.
En 1992 entró en la Academia como reconocimiento a su labor, no sólo por mejorar el lenguaje administrativo, sino y sobre todo por sus novelas y ensayos. La désirade (1988) es un cuento filosófico en el que un filibustero intenta organizar una sociedad ideal. Un héros très discret (1989) evoca el período de la inmediata posguerra y muestra cómo, a partir de un equívoco, un personaje sin pasado logra hacerse pasar por alguien que ha arriesgado la vida por la patria. "Detesto a los hipócritas y a la gente que se toma demasiado en serio, a los pedantes y a los solemnes", decía este diplomático distinto, que se puso al servicio de los socialistas -extraoficialmente- cuando hubo que ir en misión no reconocida a Sarajevo, Eritrea, Afganistán, Angola o Líbano para encontrar gente no siempre muy recomendable pero con los que había que negociar la vida o la libertad de ciudadanos franceses.
Centrista, liberal, demócrata, de porte aristocrático pero con gran capacidad de simpatía, Jean-François Deniau también era el autor de un pequeño best seller sobre el mercado común publicado en la colección de divulgación Que sais-je? y de tres volúmenes de memorias que habían ido apareciendo, con gran éxito, desde 1994 y hasta 2006.
En política era hombre de principios y eso hizo que en 1998 dimitiese de todos sus cargos dentro de la centrista UDF para protestar contra la deriva de un partido que, para salvar varias presidencias regionales, aceptó aliarse con los ultraderechistas del Front National. No es extraño pues que, en el momento de la muerte, los elogios más equilibrados y sentidos sean los pronunciados por François Hollande, actual primer secretario de los socialistas franceses, o del antiguo ministro de Mitterrand, Roland Dumas. Los escritores y marineros también le evocan con cariño "a un caballero que sabía ser tan buen timonel de su barco como de su vida, atento a las corrientes pero sin perder nunca el puerto de destino".
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