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Reportaje:

Getafe recobra su catedral

Catas arqueológicas y problemas estructurales cerraron seis años el templo episcopal, obra de Covarrubias en 1541

La catedral de Getafe, uno de los escasísimos templos construidos en el siglo XVI que perduran integralmente en la geografía madrileña, abandona hoy seis años de clausura. La oportunidad de acometer una restauración completa implicó una actuación arqueológica de tanta envergadura que, unida a problemas estructurales graves concernientes a su estabilidad, determinaron el cierre del templo de Santa María Magdalena, al decir del arquitecto José Ramón Duralde, que ha dirigido las obras. Éstas culminan formalmente a media tarde de hoy con su entrega por parte de la Comunidad de Madrid al obispado, en un acto solemne dentro de la catedral ya rehabilitada. A él han anunciado su asistencia el cardenal-arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, así como 12 obispos, amén de autoridades regionales y municipales.

El templo fue ideado en 1541 por el arquitecto renacentista Alonso de Covarrubias (Torrijos, 1488-Toledo, 1570), uno de los principales alarifes de su época, junto con Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, coautores del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Covarrubias debutó como alarife en la localización del enclave de la catedral de Salamanca y luego en obras de la de Sigüenza. Mecenado por el cardenal Tavera, entre las más descollantes obras de Alonso de Covarrubias destaca su participación en el Alcázar y en la capilla de los Reyes Nuevos de la catedral, que le convirtió en el principal exponente del arte plateresco castellano, en la más joven fase de su vida.

El templo de Getafe pertenece, empero, a una etapa de madurez del arquitecto, en la que el clasicismo preside su estilo, sencillo y, simultáneamente, grandioso. Esta iglesia con torre rematada en chapitel, cuerpo central labrado en piedra caliza, torre lateral de techado moldurado y fachada de mampostería de pedernal y ladrillo, se asentaba sobre otra preexistente, de estilo mudéjar, de la cual quedan vestigios en un vértice de la catedral. Allí se han hallado vasos campaniformes de la Edad de Bronce. El templo fue modificado a partir del siglo XVII.

Su principal característica interior es su planta, de cabecera ochavada y brazos del transepto rectangulares, columnada con fustes de orden gigante. La anchura de tales columnas, toscanas y de capiteles lisos, obligará a instalar pantallas de televisión para retransmitir a los fieles situados tras ellas, cuenta el sacerdote Miguel Ángel Íñiguez. Su entablamento, el sistema de engarce de la columnata con el techado, ha sido remozado en estas obras, que han costado 4,7 millones de euros, según detalla el aparejador Pedro Villanueva. Sustancialmente han consistido en actuaciones diferentes: la más importante, la consolidación estructural del templo, que se yergue sobre una base arcillosa que favorecía la proliferación de embalses generadores de humedades, con efectos sobre su estabilidad. La capa freática, que marca el nivel de aguas subterráneas, se halla en todo Getafe a una profundidad de unos seis metros. Entre tal nivel y la base de la catedral, compuesta de arcillas impermeables, se estancaban aguas de escorrentía, fenómeno que ha sido erradicado ahora.

La técnica empleada para ello ha sido el horadamiento de perforaciones tubulares para encastrar en ellas hasta 600 micropilotes, cada uno de ellos con una sección de 14 centímetros, que se hincan hasta una profundidad de 16,5 metros; por esos tubos se inyecta cemento envarado con un soporte metálico, y en la boca inferior, el material drenado se esparce y crea una potente sujeción suplementaria a la de la propia varilla. Los micropilotes se entrecruzan para fortificar la apoyatura en su conjunto.

Otra de las actuaciones acometidas ha consistido en el resolado de la catedral, a base de grandes losas de tonos claros y marrones. Bajo el suelo se ha instalado un sistema radiante que calefacta el templo hasta una altura de unos quince metros. Se han enlucido los paramentos de la iglesia e instalado nuevas vidrieras. Su centenaria cancela central ha sido reproducida y duplicada para cubrir las puertas de San Joaquín y Santa Ana. Gran parte de la fachada ha sido reparada, al igual que los accesos, incluido un peto, con calizas del páramo y de Bernardos.

El coro ha sido asimismo rehabilitado -una caja de órgano barroco aguarda aún su restauración-, además de su torre de mayor altura, caracterizada por un espléndido chapitel empizarrado, con bolas a la usanza del siglo XVI. La torre se halla leve aunque visiblemente inclinada. Getafe, que cuenta con unos 180.000 habitantes, es la tercera sede episcopal de la Comunidad de Madrid, con la capitalina y la de Alcalá; fue erigida diócesis el 12 de octubre de 1991 y consagrada en 1995; la demarcación diocesana está poblada por 1.600.000 moradores y abarca 13 arciprestazgos: Aranjuez, San Martín de Valdeiglesias, Chinchón, Leganés, Móstoles, Fuenlabrada, Valdemoro, Parla, Alcorcón, Griñón, Navalcarnero, Villaviciosa y Getafe, con más de 120 parroquias.

Interior de la iglesia de Santa María Magdalena, catedral de Getafe.
Interior de la iglesia de Santa María Magdalena, catedral de Getafe.CAM

Pinacoteca sacra

Las obras de la catedral de Getafe, -denominación que podría derivar del persa kitab, libro, y por extensión, biblioteca- han revelado la existencia de varios frescos cuya inocencia de trazo es directamente proporcional a su historicidad. Bajo el coro, del cual han aflorado también arcos carpaneles, elipsoidales, ocultos por anteriores reformas, así como en uno de los laterales han emergido pinturas de trasunto angélico procedentes de arcaicas capillas. Pero la magnificencia pictórica de este templo viene dada por un espléndido repertorio formado por 11 obras de Alonso Cano, con sus coetáneos Velázquez y Zurbarán, la mejor tríada del siglo XVII, dos de José Leonardo, y otras de Félix Castello, Herrera Barnuevo, Matías López, Francisco Camilo y Angelo Nardi. Se conservan soberbios retablos estofados de Alonso Carbonel y de retablistas como Antón Morales, Juan Porres, Luis Navarro y Miguel Tomás.

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