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Entrevista:GABINO PONCE | Profesor de Geografía Humana

"Por cambios tecnológicos y de mentalidad ya no somos ciudadanos sino 'territorianos"

La ciudad fragmentada. Nuevas formas de hábitat es un libro que acaba de editar la Universidad de Alicante y que reúne investigaciones de varios profesores que ha coordinado Gabino Ponce (Sax, 1958) profesor de Geografía Humana, que lleva años analizando los cambios físicos de las urbes y sus consecuencias sociales.

Pregunta. ¿Cómo surge la idea de este libro?

Respuesta. Hace 20 años que en España está cambiando la forma física de las ciudades, y también en la forma social. En el siglo XXI se ha producido la ruptura del tejido social, primero se rompió físicamente la ciudad con urbanizaciones periféricas que han provocado una brecha social entre aquellos que pueden acceder al mercado inmobiliario o al nuevo uso de la ciudad contemporánea y los que no.

"Lo que el siglo pasado era el sueño americano ahora es el sueño valenciano: el 70% se compraría si pudiera un chalé en las afueras"
"Alicante es una ciudad que está durmiendo en los laureles, y hay una idea neoliberal de urbanismo flexible donde todo es posible"

P. ¿Cómo se nota ese cambio?

R. En Alicante, por ejemplo, hasta los años ochenta el límite entre ciudad y campo era preciso, acaba el casco urbano y luego veías campo. Pero ese tejido físico comenzó a fragmentarse, las clases más altas y medias se fueron a las afueras en busca de mejor calidad de vida, a chalés o bungalós. Lo que el siglo pasado era el sueño americano ahora es el sueño valenciano: tener una casa en la pradera. Las estadísticas confirman que el 70% de los valencianos si pudieran comprarían un chalé fuera de la ciudad. Y debido a que clientes y consumidores se han ido a la periferia, las actividades terciarias también se han trasladado. Ahora todo está fuera y no hay nada en el centro de la ciudad, que es un territorio deprimido desde el punto de vista morfológico y social en el que se han desarrollado medidas de recuperación insuficientes.

P. Pero sí que hay programas de rehabilitación.

R. No se conoce ningún plan de rehabilitación que haya conseguido éxitos desde el punto de vista social. En Barcelona sí que se consiguió algo, y en Valencia el plan Ciutat Vella también será un avance.

P. ¿Por qué este fenómeno?

R. Hay dos aspectos que explican estos movimientos centrífugos, por un lado están las posibilidades técnicas, el desarrollo de las infraestructuras de comunicación (las carreteras) y el coche, que han ampliado el radio de acción de las personas, pero también se ha producido un cambio de mentalidad; como todo está en las afueras, las personas eligen libremente dónde viven, dónde trabajan y dónde se relacionan, y eso rompe el tejido social.

P. ¿Qué consecuencias ha tenido?

R. Muchas, ahora las relaciones sociales se establecen en los centros comerciales, la gente no queda en la plaza, los jóvenes se ven en los aparcamientos de los centros comerciales. Una variable tecnológica y de mentalidad ha provocado que las personas ya no seamos ciudadanos sino territorianos. No vivimos en una ciudad, sino que dormimos en una, trabajamos en otra y en el tiempo de ocio estamos en otra.

P. ¿Qué leyes han amparado o fomentado este cambio?

R. La fragmentación de la forma física de la ciudad ha sido posible gracias a la reforma de la ley del suelo valenciana. A mediados de los noventa, todo el suelo, salvo el estrictamente no urbanizable, estaba libre para construir, y eso permitió realizar promociones individualizadas de ciudades aisladas, que tienen vocación de aislada, y no es gratuito las denominaciones de Ciudad de la Luz, Ciudad de la Justicia, Ciudad Deportiva... Algunos, en Valencia incluso plantearon la Ciudad de los Petardos para las fiestas de Fallas. Son espacios monofuncionales, autosuficientes y se manifiestan satélites aislacionistas que rompen el tejido social. El urbanismo ahora lo diseñan los constructores y no los ayuntamientos.

P. ¿Y cómo se arregla eso?

R. Con medidas eficaces, limitar los crecimientos periféricos y potenciar la rehabilitación de las ciudades ya construidas. Cada vez que se hace una autovía se potencia las afueras y se perjudica el centro.

P. En Valencia ¿cómo se ha materializado este cambio?

R. Valencia es una ciudad muy potente, que desarrolló un entorno metropolitano muy importante, 50 municipios vecinos subordinados a la dinámica centro-periferia. Hay un crecimiento suburbano limítrofe pegado a la ciudad y otro periurbano a lo largo de ejes de comunicación que ponen en contacto a ciudades distantes en un radio de acción de 50 kilómetros.

P. ¿Y en Alicante?

R. Alicante no tiene la suficiente potencia para jerarquizar un sistema de ciudades a su alrededor, su influencia llega a la comarca, cuyos municipios son espacios de descongestión industrial y residencial, pero no alcanza a Elche, que es una ciudad dinámica que estructura toda la comarca de El Baix Segura y de El Vinalopó, y cuya relación social y económica se prolonga hasta Almansa. Alicante es una ciudad que está durmiendo en los laureles, carece de un plan estratégico y hay una idea neoliberal de urbanismo flexible donde todo es posible, pero eso no es coherente con el territorio. Y en la provincia, ciudades medias que emergen y ganan competencias y servicios especializados, funcionan más como ciudades en red que compiten y se complementan entre ellas, pero son autónomas.

P. ¿Y Castellón?

R. Ocurre algo similar a Alicante, se ha desarrollado un entorno metropolitano no subordinado, sino en red especializada en funciones: la portuaria, en el Grau, turística Benicàssim, industrial en Vila-real y la terciaria en Castellón.

P. ¿Y en la Comunidad?

R. La ciudad de Valencia no ha jerarquizado nunca todo el territorio valenciano, ni hacia el norte ni hacia el sur, las estrategias de vertebración de 1995 contemplaban crear una estructura de ciudades, que eran islas, potenció la ciudad de Valencia para ganar centralidad favorecida por una red de comunicaciones. Antes era complicado ir a Valencia y ahora, desde Alicante, tenemos hasta tres autovías para acceder a Valencia, pero no hay un sistema urbano valenciano.

P. ¿Qué consecuencias tendrá el urbanismo desaforado?

R. Una una ciudad fragmentada, aislada, rodeada de territorios indefinidos, la ruptura de la ciudad compacta donde la calle era el lugar de encuentro, cada grupo se va a una zona del territorio y se encierra. Los chicos prefieren comunicarse con sus amigos por Internet a verse, eso refleja los nuevos comportamientos individualizados y hacia dónde caminamos si no se pone remedio. En Europa confío que la potente cultura urbana sirva para recuperar los centros urbanos.

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