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Reportaje:LAND ROVER FREELANDER 2 2.2 TD4 HSE | PRUEBA

El mejor todoterreno en su tamaño

El Freelander 2 ofrece la calidad de conjunto del Range Rover en un formato más pequeño. Aporta una línea con clase, un interior cómodo y un funcionamiento impecable en confort y seguridad, tanto en asfalto como en el campo. Incluye un completo equipo de serie y un brillante motor turbodiésel con seis marchas que combina buenas prestaciones y consumos. Pero su superioridad se refleja en los precios, excesivamente altos.

Hay muy pocos modelos que nada más llegar al mercado se sitúen por delante de todos sus competidores. Sucedió hace poco con el C4 Picasso y se repite ahora con el Freelander 2, que aporta una calidad superior a sus rivales. Tiene una línea con estilo, un interior cómodo y, sobre todo, un funcionamiento exquisito que mima el confort de sus ocupantes. La única pega importante es el precio, porque, como ocurre casi siempre, la calidad se paga. Pero es el 4×4 ligero (sin reductora) más completo de su tamaño.

Clase y personalidad

La supremacía del Freelander 2 empieza en la línea, que se inspira en el Range Rover y tiene más presencia que la de sus competidores. La carrocería, alta y con los ángulos cuadrados, refleja el ADN de la marca y también las exigencias de la conducción 4×4. Estas prioridades se aprecian en la altura del capó delantero, en forma de concha y con las esquinas altas, y en el diseño vertical de las puertas, dos detalles clásicos de Land Rover que ayudan a controlar mejor las medidas en el campo.

Al margen de estas soluciones, este 4×4 prima la elegancia y lo consigue, porque

reproduce a escala reducida el estilo poderoso e inconfundible de su hermano mayor el Range Rover

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y tiene la clase que distingue a los 4×4 más exclusivos. Por delante impactan la parrilla y el parachoques, que es del color de la carrocería y se integra bien en el conjunto. En el lateral destaca el escalón del techo en la zona posterior y el pilar que separa las ventanillas traseras de los cristales del maletero, dos detalles que identificaban ya al anterior Freelander. La zaga incluye un portón algo cuadrado con un rebaje en el parachoques que reduce la altura de la base de carga. El resultado es un todoterreno compacto con una imagen distintiva y una personalidad propia que le diferencia de cualquier competidor. A cambio sólo sacrifica un poco la aerodinámica (CX: 0,39).

El nuevo Freelander es seis centímetros más largo (4,5 metros) que su antecesor y presenta un interior atractivo y bien acabado en el que prima el confort. No destaca por su habitabilidad y, aunque es ancho, no da sensación de desahogo en longitud, o al menos no lo que se espera de su apariencia externa. En cambio, el diseño y la posición elevada de los asientos resultan muy cómodos para viajar. Delante tiene dos buenas butacas con apoyabrazos regulables, y atrás lleva la banqueta alta, lo que permite ir sentado en una posición natural y mejora la visibilidad. Los huecos para objetos son correctos, con repisas grandes en las puertas y cuatro posavasos, aplica materiales vistosos que dan sensación de solidez y presenta un ambiente elegante que le distingue de los 4×4 más populares.

Sus virtudes se completan con unas buenas suspensiones y una insonorización bien resuelta que aportan una calidad de rodadura sobresaliente y permiten viajar con un confort impecable.

Dos motores modernos y potentes

Otra carencia que supera con nota el Freelander es la de los motores, que por fin mueven con brío el peso. Se vende con un nuevo 2.2 TD4 turbodiésel de 160 CV (desde 32.700) y con un 3.2 V6 de gasolina de 233 CV de origen Volvo (42.100), el primero, con cambio manual, y el otro, con un automático, ambos de seis marchas. Hay cuatro acabados, E, S, SE y HSE, pero todos incluyen siete airbags, ABS, ESP con sensores antivuelco, tracción 4×4, radio-CD y todo lo habitual. El S añade climatizador, y el Terrain Response, un sistema que le sitúa como el mejor 4×4 ligero en el campo e incluye cuatro programas electrónicos que adaptan la mecánica para circular por diferentes superficies. Sin embargo, las virtudes se reflejan en los precios, que son más elevados que los de la competencia.

Conclusión

El Freelander 2 es el todoterreno ligero más sofisticado y supera en calidad a todos sus rivales. Cuesta más caro y no lo justifica con el equipo de serie, pero tiene una línea con más presencia, un interior elegante y un funcionamiento más refinado. Y, aparte de ser cómodo y seguro para viajar, no tiene rival fuera del asfalto.

MEJOR, PERO MÁS CARO

El acabado SE del Freelander TD4 es más caro que las versiones similares de sus rivales, pero tiene una calidad y presencia superiores y sobre todo incluye el sistema Terrain Response, que aporta mejores recursos para la conducción 4×4. Sólo el BMW X3 cuesta algo más, 400 euros, pero es un 4×4 de asfalto y viene menos equipado, con seis airbags y sin sensores de lluvia, luces y aparcamiento, ni el sistema Terrain Response. El resto es más asequible. El Honda CR-V y el Toyota Rav4 cuestan 2.000 y 2.300 euros menos. Los dos son menos eficaces en el campo, pero el primero incluye techo solar y sensores de aparcamiento, ambos tienen tapicería de cuero y el último ofrece mejores aceleraciones. La diferencia con el Santa Fe sube a 3.400 euros, y el Hyundai incluye además cuero y techo solar, detalles opcionales en el Freelander

MÁS CÓMODO QUE PRÁCTICO

El interior del Freelander transmite la calidad de un modelo de gama alta, tanto por diseño como por ajustes y materiales. Destaca el aspecto sólido del volante, el salpicadero y la consola central, que resulta algo pesada y voluminosa. Incluye una pantalla que permite visualizar los programas del sistema Terrain Response de conducción 4×4, que se selecciona fácilmente con un mando situado delante del cambio, junto al control de descenso de pendientes.La posición elevada de los asientos delanteros crea un puesto de conducción muy cómodo y peculiar: mejora la visibilidad y transmite sensación de dominio. Además, las butacas son muy cómodas e incluyen apoyabrazos regulables en altura.Las plazas traseras, en cambio, no están tan bien resueltas. Van más altas que las de delante para mejorar la visión y el espacio para las piernas, que aun así no es generoso. Y no se regulan en longitud ni inclinación, aunque permiten alojar tres pasajeros: la plaza del centro no resulta muy incómoda. El maletero es sólo correcto, 405 litros, porque lleva debajo una rueda de repuesto de verdad, pero llega a 1.770 litros si se abaten los respaldos posteriores. El diseño de la zaga es sólido y elegante, y el parachoques tiene un escalón que rebaja la base del portón y facilita la carga

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