Touriño, Quintana y Feijóo agotan hoy la negociación para salvar el nuevo Estatuto

Emilio Pérez Touriño, Anxo Quintana y Alberto Núñez Feijóo agotarán a partir de las 10.30 horas de hoy las posibilidades de culminar la reforma del Estatuto de Autonomía de Galicia antes de las municipales. La reunión, que por primera vez sentará en torno a una mesa a los líderes de las tres fuerzas políticas gallegas, girará en torno a las discrepancias que no ha sido posible resolver en la ponencia del Parlamento, con especial atención a la definición de la identidad de Galicia, el régimen jurídico del gallego y la financiación autonómica.

Los últimos detalles sobre la reunión fueron fijados ayer por vía telefónica. Touriño recibirá a Quintana y a Feijóo en la puerta de su residencia oficial en Monte Pío y los tres ocuparán a continuación el sitio que han pactado en torno a la mesa cuadrada elegida para la ocasión, dispuesta en un salón anexo al despacho del presidente de la Xunta, frente a un ventanal desde el que se puede contemplar una privilegiada vista de la Catedral de Santiago.

No hay orden del día ni horario previsto. Si los tres líderes lo desean, podrán incluso comer juntos y prolongar las negociaciones a lo largo de la tarde. Cuando las conversaciones concluyan, tanto Quintana como Feijóo -además de Touriño- tendrán a su disposición sendos despachos en los que reunirse con sus asesores para preparar sus respectivas comparecencias ante los periodistas. Primero lo hará el líder del BNG, después el del PP y por último el presidente de la Xunta y secretario general del PSdeG. Queda a criterio de los tres la posibilidad de comparecer juntos si son capaces de cerrar un acuerdo. En ese caso, Quintana presentará el texto pactado al Consello Nacional que el Bloque ha convocado para el próximo sábado.

Las dificultades

Sobre la mesa de Monte Pío los tres dirigentes se encontrarán con un borrador de Estatuto en el que los grupos han conseguido fijar numerosos acuerdos pero en el que perviven votos particulares de nacionalistas, populares y socialistas.

Las dificultades más importantes se centran en resolver el estatus del gallego y en fijar el modelo de financiación autonómica, aunque en el primer caso existe una propuesta que puede facilitar un acuerdo. La idea, en este caso, es eludir la espinosa cuestión de establecer el deber de conocer el gallego recogiendo su igualdad jurídica con el castellano.

Con todo, y a pesar del esfuerzo que populares y nacionalistas dedicaron ayer a desplazar la atención hacia otros aspectos de la negociación, el problema central sigue siendo la referencia a la identidad de Galicia que debe figurar en el preámbulo, a pesar de que en el título preliminar ya existe un acuerdo que define la comunidad gallega como "nacionalidad" dentro de la Constitución. Las posiciones, en este punto, van desde la referencia a la realidad nacional de Galicia, que propondrá el PP siguiendo el modelo andaluz, al reconocimiento de Galicia como nación, defendido por el BNG a imagen y semejanza de la fórmula empleada en Cataluña. En medio de ambas posturas se sitúa la que Touriño presentará hoy a sus interlocutores. Su propuesta intentará incluir en el preámbulo una referencia de carácter histórico a la "nación" gallega alejada expresamente de cualquier declaración que pueda interpretarse en términos jurídicos.

Los tres líderes trataron de mostrarse ayer optimistas. Touriño aseguró que se dan "todas las condiciones" para el acuerdo, sobre todo si hay "buena voluntad" por parte de todos. Quintana declaró tener más motivos para el optimismo que "hace quince días" y afirmó que sólo considera "un escenario de acuerdo". Feijóo, por su parte, se mostró esperanzado en hallar "un espacio para el encuentro".

La Executiva del BNG también quiso ayer ofrecer su punto de vista. Lo hizo a través de su coordinador, el senador Francisco Jorquera, según el cual Galicia debe defender el rango que adquirió en la segunda república. Si los partidos piensan en "términos históricos", señaló, y dejan de hacerlo a escala electoral, será posible conseguir un acuerdo válido para los próximos 15 años.