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Reportaje:Tenis | Open de Australia

"Hay que retrasar el torneo"

Federer insiste en que la cita de Melbourne pase a marzo

No hay tenista en Melbourne que no hable del calor, del sol y de la exigencia del calendario. De no tener vacaciones. De empezar el año abrasado. De verse penalizado, si está entre los ocho mejores del mundo, por un circuito que echa el telón en noviembre, con el torneo de los maestros, y lo abre en enero, sin tiempo para descansar ni preparar la temporada. Son pocos, Nadal y un puñado, los que no se quejan del fuego australiano. Son los que prefieren jugar siempre a merced del viento y del sol, fuera, sin la protección del techo.

Muchos jugadores piensan que la solución es cambiar el Open de Australia de fecha, retrasarlo a marzo. Sólo uno, sin embargo, se atreve a decirlo frente a la prensa local y sin preocuparse por la reacción del público, que agota todas las formas posibles de gorros y gorras, que apuesta por el bronceado, que se tira en el césped como si estuviera en la playa, que disfruta del sol y acude a las numerosas fuentes dispuestas en el recinto como solución. Y no es uno cualquiera. "La única solución es retrasar el Open de Australia", dice el suizo Roger Federer, el número uno del mundo; "no digo esto para empezar ningún movimiento. Pero, si empezáramos jugando los torneos de Indian Wells y Miami, si jugáramos ahí antes, las cosas serían más fáciles para todos nosotros".

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La propuesta es tan vieja como un cambio, el que marcó que el Open pasara de celebrarse en diciembre, cerrando la temporada, a hacerlo en enero, abriéndola. "Claro", dijo ayer la rusa María Sharapova, la número dos mundial; "evidentemente, todos los jugadores preferirían jugar en mejores condiciones. Pero cambiar lleva tiempo. No sé cuánto lleva la gente pensando en cambiar este torneo de fechas". La respuesta, ordenada con su típica sencillez, se la ofreció Amelie Mauresmo, ganadora del Open el año pasado, cuando Justine Henin, su rival en la final, tuvo que retirarse con problemas físicos: "Llevo diez años como profesional. Y en cada uno de ellos me han preguntado por la necesidad del cambio de calendario. Estoy un poco cansada. Llevamos diez años quejándonos y, aun así, seguimos viniendo e intentando hacerlo lo mejor posible".

La medida propuesta por los tenistas, retrasar el torneo, choca con su propia lógica. El Open está construido en torno al público y a sus vacaciones de verano. De ahí vienen los ingresos, de los australianos de fuera de Melbourne que se desplazan hasta la ciudad atraídos por la llamada del tenis, por la clase de Federer, la fuerza de Nadal y el talento de Sharapova: en sólo tres días, más de 103.000 personas han pasado por el torneo, según la organización.

Roger Federer.
Roger Federer.ASSOCIATED PRESS

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