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Columna
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Inocentes

Parece una inocentada, pero de un extremo a otro del mundo no se habla de otra cosa: de paz. Deseos de paz, alcanzar la paz, recuperar la paz, que no se rompa el frágil hilo de la paz, que no perdamos la paz, que seamos pacíficos, en fin. Y como, de un extremo a otro del mundo, de oriente a occidente, de norte a sur, predominan el pensamiento bélico o el pensamiento punitivo mortal, el terrorismo de Estado o el terrorismo de a pie, las invasiones brutales y las resistencias violentas -etíopes contra somalíes: bravo, aplacemos la lucha contra el hambre, contra el subdesarrollo, contra los propios sátrapas-, habremos de convenir en que tantos llamamientos a la paz, los haga el papa de Roma o el patriarca de los maronitas, el muftí de los suníes o el imán de los chiíes, la gente de la política o la gente de a pie... pues lo que les decía, suena a inocentada.

Los correos electrónicos y las pocas felicitaciones escritas a mano que aún llegan nos inciden en lo mismo. Un 2007 lleno de paz. Que la paz llegue en este nuevo año. Que triunfen las gentes de buena voluntad. Algún pesimista añade: la verdad es que peor que el 2006, imposible, aunque no cabe duda de que nos hallamos en la Era Murphy a todos los niveles y latitudes. Nunca habíamos sido menos salvajes ni habíamos estado más informados y, sin embargo, ni la codicia ni la mala voluntad ni el desdén por las vidas ajenas que parecen haber acompañado la historia de la humanidad han retrocedido conforme avanzábamos en la civilización y el conocimiento. Ante los grandes retos del futuro, los cambios abismales, reaccionamos aferrándonos al cura o a la tribu, y el libre pensador se queda a solas, abandonado en un momento u otro por quienes se llenan la boca de la palabra paz en cuento llegan los días de las grandes frases.

Creer en las soluciones repentinas, en las súbitas iluminaciones de entendederas, en la sensatez inesperada de quienes tienen el poder además de la gloria... Bueno, algunos todavía pensamos que el mundo se puede arreglar.

Por eso hoy es nuestro día. El de los inocentes. No me parece un adjetivo a desdeñar. Su antónimo, culpables, se enseñorea durante los otros días del año.

Ah. Les deseo un 2007 lleno de paz.

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