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Reportaje:Fútbol | 16ª jornada de Liga

Irureta gana y se va del Betis

Tras vencer al Nàstic, el técnico asegura que deja al equipo por la "pérdida mutua de confianza"

El miércoles el Betis ganó en Tarragona y ayer su entrenador, Javier Irureta, negoció con la directiva la conclusión de su contrato como entrenador del conjunto verdiblanco.

Poco después de las cuatro de la tarde, el técnico vasco abandonaba las oficinas del club en el estadio de Heliópolis y sintetizaba la situación: "Se ha tomado la decisión de rescindir de mutuo acuerdo, pero el primer paso lo he dado yo y no me llevo un euro más, no me he agarrado a ningún contrato. Se podía seguir así y mucho más, pero no era bueno. La decisión estaba tomada pasara lo que pasara en Tarragona, pero al Betis le queda mucha vida, de hecho, sigue en Copa y en Liga con un partido menos tiene la salvación a tiro, pero se ha perdido la confianza, por un motivo u otro, y hemos tomado esta decisión".

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Su marcha es prácticamente lo único decidido por Irureta desde que fichara por el club sevillano el verano pasado. Y no es algo baladí. El accionista mayoritario del Betis, Manuel Ruiz de Lopera, mantiene una relación que bien podría calificarse como de tipo feudal con el club y, por lo tanto, con quienes trabajan en el mismo. Ruiz de Lopera acostumbra a negociar con los sustitutos para los empleados del club en las mismas narices de quienes van a ser sustituidos. Los cambios jamás se consideran fracasos o fallos de planificación. Todo lo contrario. Cuando se sustituye a un profesional por otro, aunque sea de la trascendencia del entrenador, Ruiz de Lopera siempre aparece como el salvador del proyecto verdiblanco por deshacerse de los que no están a la altura de las circunstancias además de contratar a alguien más capacitado. El abandono voluntario de un profesional, de la trayectoria y currículo de Irureta, además, lo que cuestiona es el proyecto mismo.

Ruiz de Lopera fichó a Víctor Fernández con Juande Ramos aún en el banquillo, al aragonés le hizo lo mismo con Llorenç Serra Ferrer. Irureta llegó con el puesto vacante y se va sin que la directiva bética tenga quien le supla. Lo intentó con el técnico del Rayo Vallecano, Pepe Mel, hace algo más de una semana, pero lo único que logró Ruiz de Lopera fue el enfado mayúsculo de la familia propietaria del club madrileño, los Ruiz Mateos. Ayer, el presidente verdiblanco, José León, aseguró que el Betis tendrá entrenador antes del fin de las vacaciones de la plantilla, el próximo día 29. Entre los que gustan a la directiva bética para hacerse cargo del equipo destacan Faruk Hadzibegic, Hristo Stoitchkov o Ronald Koeman.

Poco después de anunciar su salida del club, Irureta tenía previsto coger la carretera en dirección a Bilbao. Así, sin perder un minuto. Y es que tras los meses pasados en el Betis no tiene mucho de lo que sentir añoranza. Cuando firmó, en su plantilla estaban Joaquín y Oliveira. Al vasco le hubiera encantado contar con ambos, pero se le advirtió de que había que hacer caja con la venta de uno de ellos al tiempo que se le prometió que en ningún caso se traspasaría a los dos. Cuando Joaquín convocó una rueda de prensa para pedir a gritos que se aceptara la oferta que el Valencia había presentado por él, Irureta empezó a verlo claro. "Yo he venido aquí a hacer un equipo, pero no sé si podré". La pretemporada se hizo con un equipo distinto del que disputaría la Liga y la Copa. Irureta pidió el fichaje del brasileño Nené, pero le trajeron a Odonkor, Sobis, Wagner y Vogel. Ninguno le decía mucho y para colmo se enfrentó con uno de los teóricamente mejores, el internacional suizo procedente del Milan, Vogel.

El carácter de Irureta se fue avinagrando, su relación con los jugadores era visiblemente distante. El poderoso grupo que forman los canteranos en el vestuario verdiblanco -Juanito, Capi, Dani, Doblas, Rivas, Arzu y, en menor medida, Melli- no le dieron apoyo alguno cuando las cosas empezaron a ir mal. Cuando el mes pasado Ruiz de Lopera anunció que el equipo podría jugar media temporada fuera de su estadio, Irureta dijo resignado: "Eso tampoco estaba en el contrato". El último menosprecio fue que la directiva fijara las vacaciones de la plantilla, ignorando sus recomendaciones. Cuando decidió hacer oír su voz fue para decir que se iba. Mil kilómetros de coche hasta Bilbao.

Javier Irureta, junto al banquillo del Betis.
Javier Irureta, junto al banquillo del Betis.GARCÍA CORDERO

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