Osasuna suma cinco victorias consecutivas

Las soluciones se encuentra donde menos uno espera. Osasuna necesitaba una llave para salir de la cárcel de las derrotas y buscó en sus principios, en el derroche físico, la presión y la seriedad en la zaga. Y los resultados le avalan. Cinco victorias consecutivas en Liga, su récord histórico, y dos más en UEFA le hacen llegar a fin de año como el equipo sólido que el año pasado sorprendió en Liga. Ayer, ante el Levante, sólo con la superioridad numérica les bastó para barrer a un equipo de López Caro que empieza a bailar sobre la cuerda floja.

El control de los locales resultaba absoluto y eficazmente amordazador. López Caro, acosado por los resultados, optó por la supervivencia vía puntuación. Echó al equipo atrás, ajustó las presiones y consagró a Ettien y Riga como las dos únicas opciones ofensivas mediante contragolpes poco estructurados pero muy veloces. Osasuna, por su parte, prefería la presión para dominar. En todas las circunstancias, la premisa era ganar metros, acorralar con dos contra uno y tratar de vincular a Valdo con Soldado y Milosevic. Pero la falta de espacios en la zaga levantina provocaba siempre finales parecidos: disparos lejanos a los que Molina respondía con comodidad.

El choque de las dos concepciones futbolísticas parecía no llegar a fin alguno. No había igualdad entre ambos conjuntos, pero era necesario un golpe de suerte o un error que decantase el encuentro. Y Robert, con una falta en la línea de tres cuartos, se convirtió en el protagonista. Primero, su expulsión. Segundos después, Osasuna botó el libre directo y Cruchaga, solo en el borde del área pequeña, cabeceó con comodidad. Contra diez y con la comodidad del marcador, los locales dispusieron del fútbol que más le gusta y que mejor resultados le aporta: control atrás y velocidad en el ataque.

El Levante, por el contrario, no encontró salida a su situación. Sin más armas que su defensa, inútil con el marcador adverso, intentó morir al ataque. Y ni tan siquiera tuvo la ocasión. En una de las pocas arremetidas granotas, Osasuna apuntilló a su rival. Un pase desde la medular, una prolongación de Milosevic y un remate cruzado de Soldado fueron suficientes para destruir al Levante. Ya en la recta final, Osasuna procuró no quemarse y controlar el resultado mediante la presión. Sólo un gol en el último segundo manchó la imagen seria de los de Ziganda.