Fórmula 1 en el quirófano
El Great Ormond Street, un hospital infantil de Londres, aplica técnicas de los repostajes para optimizar el traslado de sus pacientes recién operados
Corría la octava vuelta del pasado Gran Premio de Brasil de fórmula 1 cuando el neumático trasero izquierdo del Ferrari de Michael Schumacher reventó. Tras completar el giro, el piloto alemán enfiló el pasillo que conduce a los boxes. Al llegar a la altura del taller del equipo y detener su monoplaza, una muchedumbre de técnicos se abalanzó sobre el 248 F1 y en 10 segundos sustituyeron el neumático dañado por uno nuevo. Después de regresar a la pista y situarse el último, Schumi remontó posiciones endiabladamente hasta terminar cuarto. Una actuación perfecta propiciada por el tesón y la calidad del corredor, y también por la perfecta reacción que tuvo el equipo cuando se produjo el pinchazo.
En los últimos años, cada vez que Schumacher entraba en el box a realizar un repostaje, los técnicos de Ferrari escenificaban una coreografía inflexiblemente dirigida y estudiada por Nigel Stepney, director técnico de la escudería italiana.
Frente al televisor, una maniobra de repostaje en F-1 guarda ciertas similitudes con otra composición, muy alejada en cuanto al fondo y al entorno en el que se lleva a cabo, pero muy similar en la forma: la salida de un paciente del quirófano en cuanto se le ha practicado una operación. Ambos procesos dependen esencialmente de lo mismo: la gestión del factor humano; esto es, la relación entre los distintos actores que participan en los dos procesos. Así lo cree la mayor parte de los cirujanos del Great Ormond Street Hospital de Londres, uno de los primeros centros infantiles de habla inglesa además de ser elegido por J. M. Barrie, en 1929, para beneficiarse de los derechos de autor de su clásico Peter Pan.
Entre 1987 y 1993, el cirujano Marc de Leval realizó en este hospital 104 conexiones arteriales a bebés de entre dos y cinco semanas de vida. En un momento determinado, siete de sus pacientes fallecieron y el doctor se empeñó en descubrir qué había salido mal. Tras analizarlo escrupulosamente, De Leval llegó a la conclusión de que la muerte de sus pacientes no se podía atribuir únicamente a los riesgos de la propia intervención, y apuntó a un trabajo deficiente de él y su equipo. El cirujano convenció entonces a un grupo de 21 colegas para que contratasen a especialistas que, mediante técnicas específicas, estudiaron cómo interactuaban todos los miembros en el proceso de traslado de los pacientes. Las conclusiones se publicaron en 2000 en el Journal of Thoracic and Cardiovascular Surgery y señalaron que los pequeños errores pasan inadvertidos frecuentemente y que, "de sumarse, tienen una alta correlación con los malos resultados", advirtió De Leval. Incluso Allan Goldman, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) pediátrico del Great Ormond, reconoció que los traslados se realizaban hasta entonces de forma arriesgada.
Un domingo de carreras del año 2003, Goldman y Elliot, colegas en el hospital londinense y aficionados a la F-1, asemejaron una parada en boxes a la entrega de uno de sus pacientes. Invitaron a miembros del equipo McLaren para que les mostraran la estrategia que impera en uno de sus repostajes. Tras ponerse en contacto con el equipo Ferrari, una comitiva médica del hospital se trasladó en 2005 a Maranello (Italia) cargada de vídeos, fotos y diapositivas. Allí les recibió Stepney, coordinador de las maniobras en el box de Ferrari y un reputado especialista en analizar y gestionar el factor humano. A tal efecto, la mayoría de equipos registran en vídeo cada entrada en boxes para examinar minuciosamente cada elemento.
"El de los doctores es un trabajo completamente distinto al nuestro, aunque en ciertos aspectos es comparable por la delicadeza y precisión con la que se debe realizar", asegura Stepney. "El problema más importante del traslado de un paciente al posoperatorio es que no hay nadie en la posición de poder mover todo el equipo y todos los aparatos. Además, una de las cosas que más me sorprendió fue que en los traslados de los pacientes no quedaba bien definida la figura dominante, la persona que llevaba la batuta. Y eso que se trata del momento más crítico porque el paciente pasa de unas condiciones en las que se encuentra protegido a otras en las que no lo está", comenta el director técnico de la fábrica de il cavallino rampante.
"Nos pasamos un día entero hablando y procesando la información. Hicimos una base de datos para que cualquiera que entrara en el equipo médico pudiera informarse de cómo debía realizar la maniobra. Luego aplicaron en el quirófano algunos procedimientos del pit-stop. Ahora actúan como un equipo", asevera Stepney, quien se carcajea al recordar el gesto de los médicos la primera vez que se vieron en vídeo. "Cuando los médicos vieron su actuación no podían creer que realizaran el proceso de forma tan descontrolada y con tanto ruido. Además, la mayoría sabía cuál era su cometido, pero no el momento preciso en que los demás entrarían en acción. Ahora lo hacen mejor, mucho más organizados y en silencio. El cambio es sorprendente", sostiene este experimentado técnico de la F-1.
Sobradamente documentado, el equipo médico redactó a su regreso a Londres siete folios a modo de protocolo con el que sistematizó cada una de las etapas del procedimiento de entrega de pacientes. Poco después, el hospital pidió un análisis para calibrar el éxito o fracaso de los cambios. El resultado fue categórico: la media de errores técnicos por entrega se redujo en un 42%, mientras que la omisión de la información en el proceso descendió el 49%.
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