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Columna
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La ampliación portuaria

Este puerto nuestro, el de Valencia, está ubicado donde no había puerto natural alguno. Las playas del golfo de Valencia iban, sin solución de continuidad desde las playas de la Malva-rosa, donde pintaba Sorolla, a las de las dunas de El Saler, donde lo hacía Lozano. Tuvo que ser el esfuerzo de generaciones de valencianos el que posibilitara la creación, donde no había espigón alguno, de un puerto abrigado con fines comerciales. Las tesis doctorales de Federico Martínez Roda, como geógrafo, y de Rafael del Moral, como ingeniero de caminos, aportan suficiente información al respecto.

Durante siglos la ciudad ha reconocido la iniciativa portuaria, el esfuerzo de sus promotores, y su contribución al desarrollo de la economía valenciana y española. Sus inconvenientes, apenas han sido tomados en consideración, pues sin duda, en un improvisado análisis coste/beneficio, las ventajas obtenidas superaban sobradamente a aquéllos. Hoy Valencia forma parte de la red internacional de importantes ciudades portuarias, como antaño lo fue de la de ciudades con feria, que llegaron a organizar un campeonato futbolístico, Copa de Ferias hoy UEFA, que por cierto ganó en dos ocasiones el Valencia CF.

Las relativamente recientes inversiones del muelle Sur y del dique del Este vinieron a suponer que en el primero de los casos la ampliación portuaria se dirigiera hacia la playa de Natzaret, por donde más tarde se ubicaría el muelle para la Terminal de contenedores Príncipe Felipe y próxima a ella la zona de actividades logísticas (ZAL); y en el segundo la irrupción mar adentro con nuevas instalaciones, en un espacio donde ahora está previsto continuar ganando metros al mar, como prolongación de la nueva bocana abierta con motivo de la Copa del América.

Hace apenas unos años el tráfico de contenedores, en el que nuestro puerto es líder entre los españoles, era una especialización lógica para embarcar la mercancía general diversa propia de nuestra exportación, mientras que, entre los puertos vecinos del norte, el de Castellón se orientaba hacia los graneles líquidos derivados del tratamiento de los productos petrolíferos, y el de Sagunt hacia los graneles sólidos, todavía en funcionamiento la planta siderúrgica.

Hoy las circunstancias han variado, Castellón se orienta también hacia el tráfico de los azulejos y sus industrias conexas, mientras Valencia y Sagunt, dentro de la misma autoridad portuaria, como Gandia, deben distribuir de la mejor manera los tráficos y sus cargas, tratando de ofrecer el mejor servicio posible a los usuarios y mantener de igual forma la consideración de puerto interoceánico. Al tiempo, por vez primera, las consecuencias medioambientales, las conexiones intermodales, con la carretera y el ferrocarril, y la propia opción turística y residencial, hacen cuestionar con mayor intensidad que en ocasiones anteriores las nuevas inversiones que se pretenden llevar a cabo para mantener las infraestructuras portuarias adecuadas a las exigencias del actual tráfico marítimo.

Todo ello sin perjuicio de las necesarias reformas en los servicios de estiba y desestiba que permitan mejorar la productividad portuaria y el funcionamiento lo más eficaz posible del servicio comercial que debe cuidar con esmero los mercados de oferta, pues hoy, en el caso del de Valencia, se ha convertido en puerto receptor de mercancía procedente de extremo oriente, y por tanto se debe permanecer atento a cualquier oscilación producida entre cargadores y navieros que condicione el destino de los tráficos.

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Dicho todo lo anterior, es obvio concluir que en la opción portuaria de Valencia se debe aceptar el compromiso de situar en condiciones óptimas de competitividad las mercancías de origen o con destino dentro de nuestro hinterland, que éste debe ser lo más amplio posible en condiciones que favorezcan a nuestra economía, que la distribución de la carga y la mejora de servicios debe realizarse, al contar con una misma autoridad portuaria, de la manera más operativa posible, y que a su vez las inversiones a realizar deben llevarse a cabo con la menor afección necesaria en el entorno del puerto y para la ciudad.

En definitiva, que, en el caso de la ampliación propuesta en el puerto de Valencia, paralela a las que está previsto se lleven a cabo en Sagunt y Gandia, se deben adecuar las infraestructuras de cada puerto a las necesidades del trafico y a las exigencias medioambientales, para lo cual la presencia en el consejo de administración de vocales representantes de las diferentes administraciones y de los diversos sectores económicos y sociales es garantía de actuación cuidadosa con las recomendaciones que se realicen alejada de cualquier predisposición partidista.

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