El último regate de Ronaldinho
El brasileño combate el 'jet-lag' y anuncia que por vez primera no se siente favorito como azulgrana
El 10 llegaba a punto para la disputa de un torneo que, por brasileño y empeñado como está siempre en ser reconocido como el mejor jugador del mundo, le motiva de forma especial. "Estoy bien, listo para hacer historia y ayudar al equipo a ganar el Mundial de clubes, el único título que falta en la vitrina del club", anunció Ronaldinho antes de viajar a Japón. La tesis la corroboraba el cuerpo técnico azulgrana. Al fin en su peso, el delantero reguló su puesta a punto con la mirada puesta en la cita asiática. Únicamente se le escapó un detalle: ayer, víctima del jet-lag, no borró la sonrisa de su cara, pero no pudo disimular el cansancio. Ante quinientos periodistas, la mitad de los acreditados por la FIFA para el Mundial de Clubes que se juega desde el domingo, flanqueado por Puyol y Xavi, Ronaldinho, advirtió: "Desde que llegué al Barcelona, por primera vez no me siento favorito. La diferencia de horario y el poco tiempo de aclimatación son un problema que superar". Le queda un regate: "Lucharé con determinación para superarlo y tratar de ganar esta competición, pero no será fácil". Al Barça le aguarda mañana el América de México -que ya lleva una semana en Japón- el mismo club con el que empataron a cuatro en la pretemporada, el equipo del Piojo López, azote del Barça de Louis van Gaal.
Xavi dice sentirse mareado, y Puyol afirma: "Pesan las piernas y piensas más despacio"
Ronaldinho durmió mal la primera noche en Yokohama. Durante el entrenamiento matinal, al reencontrarse con el balón en un rondo, bromeó con los brasileños del equipo, con Giuly, con Márquez y con su inseparable Giovanni dos Santos, delantero del filial. Las sonrisas casi siempre fueron a costa de Rubén, el tercer portero, a quien le tocó la desgracia de entrar en ese rondo infernal por su velocidad. Hizo lo que pudo; pero no vio la pelota en el campo de entrenamiento de los Marinos de Yokohama, en un barrio de la ciudad portuaria que, como el propio Barça, se reconstruye. "Cada paso que damos tiene como objetivo recuperar a los jugadores", explicó Gil Rodas, uno de los doctores del club. La plantilla se esfuerza en la adaptación hasta donde les alcanza el cuerpo. Puyol se despertó a las cuatro de la madrugada, a las seis dio por imposible coger el sueño y empezó a leer un libro. Dos horas después, al capitán le sobrevino el sueño tardío. "Claro que se nota el jet-lag. Las piernas pesan más, piensas más lento", explicó a preguntas de los mexicanos. "Estás como mareado", aclaró Xavi para evidenciar los síntomas que afectan a la mayoría. Los jugadores acudieron a la sesión de la tarde en un autocar en el que no se oía una sola voz: "Dormíamos", explicó después Márquez, que si pudo pegar ojo por la noche fue por las pastillas que le administraron los doctores. "Por mucho que mediques y los futbolistas sepan de la necesidad de dormir cuando se debe para mejorar la adaptación, el reloj es biológico", explicaron los médicos. Afortunadamente, las temperaturas son casi idénticas a las de Barcelona, así que la aclimatación no reviste tanta complicación.
Casi ochocientos aficionados -los cien que han viajado con el equipo desde Barcelona, y seguidores locales, muy jóvenes- asistieron al entrenamiento vespertino del equipo en el estadio de Kawasaky, una zona residencial semejante al barrio donde vive el personaje de anime de Sin Chan, al este de Yokohama. Solamente vieron corretear a Giuly. Ronaldinho, cansado, participó poco más de media hora. Luego buscó refugio y descanso en el vestuario.
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