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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Afecciones

Ixone Sádaba (Bilbao, 1977) inicia con esta muestra un nuevo apartado dentro de las exposiciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Se trata del ciclo Producciones, que se irá desarrollando en lo que hasta ahora era el Espacio Uno, y cuyo objetivo es la incorporación de artistas emergentes a la programación mediante la realización de un proyecto específico. La elección de Ixone Sádaba responde, sin duda, a la rápida y fuerte proyección que ha tenido su trabajo desde la aparición de su serie Citerón en el año 2003.

Aquel trabajo inaugural, realmente interesante, y que sigue siendo lo mejor de su producción, a la vista de las últimas fotografías que ahora expone, ya contenía buena parte de las claves que caracterizan sus propuestas: practica una fotografía construida, con un fuerte componente performativo muy próximo a la idea de ritual y de ceremonia, en la que la presencia de la propia artista sirve de vehículo para escenificar un universo autorreferencial que indaga sobre la identidad y la inestabilidad existencial.

IXONE SÁDABA

Museo Nacional Centro

de Arte Reina Sofía

Santa Isabel, 52. Madrid

Hasta el 4 de diciembre

Sin abandonar estos com

ponentes esenciales, Sádaba nos ofrece ahora cinco grandes piezas estructuradas todas ellas en forma de políptico, que presentan algunos cambios significativos. La principal diferencia reside en la organización modular de sus obras, a través de la cual despliega una serie de discontinuidades espaciales, repeticiones de elementos y alteraciones en las localizaciones y las figuras, que hace que el punto de inflexión de sus fotografías se desplace desde lo narrativo o cinematográfico -como ocurría hasta ahora- hacia la articulación plástica de la superficie de la imagen.

Con ello, su trabajo ha ganado claramente en elaboración formal, pero a cambio de restar fuerza a lo que sigue siendo el aspecto más interesante en Ixone Sádaba: su capacidad para condensar en el gesto la expresión de la subjetividad, es decir, para convertir la relación entre figura y decorado, entre persona y lugar, en un gesto entrópico capaz de expresar el grado de desorden e inestabilidad interior frente al mundo.

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