El puerto de Valencia decidió ampliarse siete años después que el de Barcelona
El PP culpa al Gobierno de dar ventaja a su competidor por no agilizar los trámites
El puerto de Barcelona obtuvo la declaración de impacto ambiental (DIA) para su ampliación el 5 de mayo de 2000, mientras que el Ministerio de Medio Ambiente recibió el pasado 11 de septiembre la documentación del puerto de Valencia para iniciar los trámites de aprobación. La Autoridad Portuaria de Valencia, mientras que los datos apuntaban el crecimiento del movimiento, no tomó la decisión hasta 2003, con un gran retraso ahora acuciante hacia Barcelona, que en 1996 dio los primeros pasos con anticipación. Es una de las conclusiones de un estudio comparativo sobre ambas infraestructuras realizado por el PSPV.
"La Autoridad Portuaria ha tramitado los procedimientos con una lentitud considerable"
En el año 2000, cuando el puerto de Barcelona recibió la DIA para la ampliación de sus instalaciones, el de Valencia estaba casi a punto de superar a la infraestructura catalana en tráfico de contenedores anuales. Ese año, Valencia movió 1.308.000 contenedores frente a los 1.388.000 de Barcelona. De los 400.000 que gestionó en 1992, había experimentado un aumento espectacular y le pisaba los talones a su principal competidor. La curva había sido muy ascendente y el incremento del tráfico se había producido de manera uniforme. Entonces, "ya había elementos de juicio objetivos para saber que el puerto de Valencia debía desarrollar una infraestructura como mínimo similar a la de Barcelona", según destaca el informe La competencia portuaria entre Valencia y Barcelona, realizado por Carlos González Triviño, secretario de Estudios del PSPV de Valencia.
La Autoridad Portuaria de Valencia (APV), de acuerdo con estos datos, "debería haber llevado a cabo la agilización de todos los proyectos estratégicos y declaraciones de impacto ambiental que fueran necesarias, como hizo en su momento el puerto de Barcelona", que en 2008 estará en pleno funcionamiento tras su ampliación. De haber sido así, el informe apunta que el comentario realizado el pasado miércoles por el director general de Calidad y Evaluación Ambiental, en el sentido de que la DIA todavía se encuentra en una fase "muy preliminar", no hubiese chocado con la urgencia de la APV, que lleva siete años de retraso frente a los responsables de Barcelona. "No estaríamos en la situación de presunta precipitación de la Autoridad Portuaria, que es la que ha conducido a esa situación tratando de centrifugar toda la responsabilidad por el hecho de que se está apurando el límite del tiempo, cuando ha tramitado los procedimientos con una lentitud considerable", argumenta el autor del estudio. Sin embargo, la APV (que esperaba para antes de Navidad la aprobación) urge al Ministerio de Medio Ambiente a agilizar el proceso para no perder competitividad respecto a Barcelona. Se da además la circunstancia de que el puerto catalán tardó 20 meses en obtener la DIA, mientras que Valencia hace tres meses que presentó su petición al ministerio. Tanto el Consell como el PP han interpretado este retraso como "una clara discriminación frente a otras comunidades" para dar ventaja a un puerto que sin embargo lleva una década trabajando su ampliación.
Otro de los aspectos destacados por el documento es el conflicto de usos que se plantea con la nueva marina lúdica frente a la actividad industrial del puerto. En ese sentido, "tanto desde el punto de vista visual como del físico hay una evidente proximidad que produce una colisión de usos muy fuerte". Comparado con Barcelona, mientras la zona lúdica del Port Vell se encuentra a 15 minutos en coche de la zona industrial, en Valencia "apenas hay cinco minutos andando entre el edificio Veles e Vents y la zona de la ampliación norte": "La ampliación del puerto de Barcelona no plantea un conflicto con la ciudad, mientras que la del puerto de Valencia es muy conflictiva". Ello se debe a que las morfologías de ambos puertos son claramente divergentes. Mientras el puerto de Valencia es perpendicular a la costa y sus ampliaciones penetran en el mar, el de Barcelona discurre paralelamente a la línea terrestre y sus obras de ampliación se verifican de manera paralela a la costa. En Valencia, las playas urbanas del norte de la ciudad, "van a sufrir una afección muy considerable"; por el contrario, "en Barcelona no sólo no existen afecciones sino que nace una nueva playa al sur del delta del Llobregat impuesta por Medio Ambiente como medida correctora".
El estudio también indice en los accesos. El puerto de Barcelona, "como consecuencia de la madurez del proyecto de ampliación" ya tiene comprometidos 300 millones de euros para la resolución de sus accesos ferroviarios y terrestres. Nada de eso sucede con el puerto de Valencia, que "trata de paliar su retraso estratégico con precipitación". Además, Barcelona figura incluida en una de las redes ferroviarias transeuropeas, mientras que Valencia sólo tiene "una expectativa bastante dudosa" al respecto. La sutura del puerto de Barcelona con los grandes cauces de distribución de mercancías es mucho menos problemática que la de Valencia, lo que también aumenta su competitividad frente a Valencia.
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