Unos vándalos inutilizan la piscina municipal de La Vaguada
Los desconocidos tiraron al agua ordenadores, extintores y pintura

En un instante, Joaquín Ruiz vio cómo se echaba a perder el trabajo de un año. Eran las seis de la mañana de ayer cuando el responsable de la piscina municipal de La Vaguada vio el reguero que habían dejado unos desconocidos en algún momento entre las nueve de la mañana del domingo y las primeras horas del lunes. Extintores vaciados en la piscina, ordenadores y pantallas despanzurrados, y un sinfín de manguitos, colchonetas y otros instrumentos de natación flotando tranquilamente en el agua.
Parecía como si los 11 meses en los que la piscina permaneció cerrada para su mejora, desde junio de 2005 hasta abril, no hubieran servido para nada.
Joaquín Ruiz hizo en la comisaría de Fuencarral-El Pardo recuento de desperfectos: tres ordenadores, tres pantallas planas, tres teclados y un equipo de música con sus altavoces han sido destrozados; seis o siete extintores, vaciados y tirados a la piscina; un armario con material deportivo, quemado; la tierra de una maceta, desperdigada sobre el agua... El vigilante de la Junta Municipal que está al lado de la piscina le dijo a Ruiz que esa noche había sonado la alarma.
"¡Qué bien!", exclama por la tarde un niño cuando oye que no va a tener clase de natación. Como al resto de usuarios que llegan con sus bañadores, toallas y gafas, a su madre le explican que las instalaciones van a estar cerradas durante al menos 15 o 20 días por culpa de unos vándalos.
Nada se han llevado. Los que pasaron por allí se han dedicado a destrozar todo sin robar nada. "Ya que estoy aquí, te puedo pagar el mes", dice la madre del niño al que no le gusta el agua. "Imposible. También han roto el ordenador de la recepción", le responden.
Ninguno de los habituales parecen sorprenderse por el espectáculo que encuentran al llegar. "Antes de las obras habíamos tenido algún acto de vandalismo, pero ninguno como éste", comenta el funcionario. El que llega a la piscina desde la avenida de Monforte de Lemos tiene que bajar unas escaleras y sortear unas vallas metalizadas. Una vez allí, el suelo de tierra y las obras que le rodean hacen pensar en que el lugar ha sido bombardeado recientemente. Los usuarios comentan que durante el fin de semana la zona es un desierto. "Deberían contratar a un guardia de seguridad", señala una mujer. El funcionario asegura que los vándalos han hecho un buen trabajo. "Hay que estar muy colocado para hacer algo así", añade.
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